Lenguaje alegórico y redención: una mirada a 'el origen del drama barroco alemán' de Walter Benjamin

AuthorFILOMENA ADDA
Pages512-529
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CAPÍTULO 32
LENGUAJE ALEGÓRICO Y REDENCIÓN:
UNA MIRADA A “EL ORIGEN DEL DRAMA BARROCO
ALEMÁN” DE WALTER BENJAMIN
FILOMENA ADDA
Universidad de Málaga
1. INTRODUCCIÓN
Aquellos que optan por las construcciones teóricas que no presentan
contradicciones, por los sistemas filosóficos sólidos, por las retículas
conceptuales, por los esquemas omnicomprensivos de explicación, por
las categorías, por el método inductivo o deductivo, es decir, aquellos
que en definitiva tienen un método, aquellos que sienten una alegría sin
igual cuando terminan de leer un libro con la sensación de que han con-
cluido algo, pues bien, esas personas pueden sentirse incómodas ante la
crítica benjaminiana, perplejas por la riqueza de las teselas que la com-
ponen, cuando no directamente irritadas por la aparente incoherencia de
ciertos presupuestos del pensamiento del filósofo. Y, confirmando la
reacción que Benjamin puede provocar en algunos, nos encontramos con
el sorprendente e, igualmente vergonzoso, rechazo del texto que trataré
en este artículo, a saber, la ya conocida obra Ursprung des deutschen
Trauerspiels (El origen del drama barroco alemán), considerada como
la obra maestra del filósofo, una obra que debería haber abierto al autor
las puertas del mundo académico y que, en cambio, tuvo el efecto de
dejarlo fuera de él. A sus examinadores (dos célebres profesores de la
Universidad de Fráncfort) el ensayo les pareció “esotérico” e “incom-
prensible”.
De hecho, el ensayo evoca en sí mismo muchas de las aparentes contra-
dicciones que caracterizaron la vida intelectual y personal de Benjamin.
En la correspondencia que el filósofo mantuvo con amigos e intelectua-
les contemporáneos, surgen claramente las principales observaciones
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críticas que le guiaron en repetidas ocasiones, las cuales subrayan las
contradicciones existentes entre las esferas personal, política y filosó-
fica, por ejemplo: ¿cómo podía Benjamin adherirse sin reservas al mar-
xismo y, al mismo tiempo, aferrarse obstinadamente a ciertas conviccio-
nes teológicas como el mesianismo? ¿Cómo podía definirse a sí mismo
como materialista y al mismo tiempo basar su análisis de la realidad en
supuestos abiertamente platónicos? Y de nuevo, ¿cómo podía pretender
explicar procesos sociales, materiales y complejos evocando estados
psicológicos individuales y categorías psicoanalíticas? A estas y a otras
numerosas objeciones tuvo que responder Benjamin a lo largo de su
vida. Una vida marcada, precisamente, por la dificultad de ser recono-
cido, un destino al que no pocas veces se enfrentan quienes trascienden
las barreras culturales de una época. Sin embargo, y precisamente por
ello, valorado y reconocido unas décadas después de su muerte. Y, es
precisamente con esta reversión del destino en las obras del filósofo y
en la revalorización de su pensamiento donde se cumple una profecía:
la vida póstuma (Nachleben) de una obra, como la había teorizado Ben-
jamin. Él, el hombre que mira al pasado, el entusiasta de las ruinas, el
poeta de las huellas y de los fragmentos, es finalmente restituido al fu-
turo y, por fin, reconocido como el precursor de las corrientes de pensa-
miento póstumas, un gigante del pensamiento contemporáneo.
2. OBJETIVOS
En este artículo me ocuparé del ser que Benjamin pretendía salvar al
escribir el Trauerspiel alemán: la alegoría. Intentaré definir su signifi-
cado desde el punto de vista de la interpretación del filósofo, tratando
sobre todo de desvelar la urdimbre conceptual que se oculta en ella y
que se perfilará cuando se escriban las Tesis sobre la filosofía de la his-
toria (Über den Begriff der Geschichte). Es la afirmación desesperada
de una posible redención del género humano que tiene lugar fuera del
tiempo histórico y que ve en la alegoría uno de los instrumentos para su
realización, pues estas son fragmentos de las ruinas de las apariencias
históricas que se transforman en su contrario, restituyendo la verdad de
la imagen en su integridad. De hecho, es el lenguaje alegórico, con sus
imágenes oscuras, pero también con su dialéctica, lo que conduce al

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