Nuestro Codigo Civil. Un respeto

AuthorManuel de Soroa y Suárez de Tangil
ProfessionUniversidad CEU San Pablo
Pages345-347
— 345 —
nUESTRO COdIGO CIvIL. Un RESpETO
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Universidad CEU San Pablo
Dícese con razón que uno de los parajes más bellos de España es la tierra de
Gredos. Por allí acostumbró a pasear Unamuno: “aquellos paisajes que fueron la
primera leche de nuestra alma, aquellas montañas, valles o llanuras en que se ama-
mantó nuestro espíritu cuando aún no hablaba, todo eso nos acompaña hasta la
muerte y forma como el meollo, el tuétano de los huesos del alma misma”. Una tar-
de encuentra por el sendero a un pastor con su rebaño. El pastor lee un viejo libro;
es un ejemplar del Código Civil. Sorprendido don Miguel le pregunta si lo entien-
de. Naturalmente, responde. Está muy claro, añade.
Ese era, ese es y va dejando de ser nuestro entrañable primer cuerpo legal. Que,
aunque solo fuera por su ancianidad, merece respeto. Nació modesto y sin preten-
siones. Pero asequible a todos y por ende, valioso. Hijo de su época al fin. España
hacía poco había perdido a su Rey, un Borbón y otras sangres. Un monarca bien-
amado por su pueblo. Casado por amor, como se casan los pobres, con su prima
María de las Mercedes. Y escasos meses después, viudo. Vuelve, perentoriamente
necesitado, a matrimoniar. Y lo hace con una dama a la que, si no amor, profesó res-
peto. María Cristina, primero de Austria y, luego de Habsburgo Lorena. Fallecido
don Alfonso se convierte su viuda en Regente de un Reino que le era desconocido
y que, además, se hallaba en trance de perder su Imperio, los últimos jalones de él,
Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Costosísimas guerras coloniales, enormes pérdidas
humanas y una economía paupérrima. En definitiva, un panorama desolador.
Pero la Reina Regente estaba decidida a desempeñar cabalmente su oficio. Con
firmeza y seriedad germánica y con pulcritud indeclinable. Sobre su erguida cabeza
supo llevar la Corona. Tuvo para ello dos apoyos fundamentales: Cánovas, el esta-
dista. Y Sagasta, el político. Y entre bambalinas, Romero Robledo que no represen-
tó el genio de la política, pero sí el ingenio de la vida práctica.
Volvamos al Código. Le había precedido una larga y muy complicada gestación
cuyo inicio se remontaba a la Constitución gaditana, esa “simpática asamblea cuyo
mayor mérito fue hacer una Constitución desde el barullo”.

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