Covid-19 en la coyuntura electoral dominicana

AuthorOmar Pérez Rubiera
Pages307-325
COVID-19 EN LA COYUNTURA ELECTORAL
DOMINICANA
Omar PÉREZ-RUBIERA
RESUMEN: La pandemia de la COVID-19 llegó a República Domini-
cana en un escenario álgido de actividad política electoral, desarrollada
junto a un simultáneo brote de política contenciosa, luego de una suspen-
sión electoral por fallas técnicas y tras un periodo gradual de deterioro de
la conanza hacia los actores políticos, entre actores políticos y hacia las
instituciones. Ante la incertidumbre de los meses iniciales, el gobierno se
desenvolvió en un contexto de rivales políticos mayormente propositivos
y pudo adoptar medidas en forma relativamente temprana. Sin embargo,
a partir de mediados de mayo y mientras más se acercó la fecha de las
elecciones presidenciales y legislativas del 5 de julio, las políticas paga-
rían el costo de un gobierno que no haría grandes esfuerzos por curar
las grietas en la conanza política, especialmente en sus relaciones con la
oposición.
Palabras clave: COVID-19, pandemia, República Dominicana, políti-
ca, elecciones, conanza política, relaciones gobierno-oposición.
1. INTRODUCCIÓN
La pandemia de la COVID-19 llegó a República Dominicana en plena
efervescencia de la campaña electoral exaltada como consecuencia de la
suspensión de las elecciones municipales de febrero de 2020 (justo antes
del inicio de la crisis sanitaria). Las fallas en el sistema de votación auto-
matizada generaron sospechas de intento de sabotaje o fraude que habían
debilitado al ocialismo. Pese a ello, durante los primeros dos meses de la
308 OMAR PÉREZ-RUBIERA
crisis sanitaria, el gobierno central navegó con relativa holgura y a partir
de la crisis incrementó su protagonismo, obteniendo del Poder Legislativo
en forma relativamente temprana la declaratoria de estado de emergencia,
decretando la cuarenta nacional y, en un proceso gradual, sumando a las
medidas sanitarias una serie de políticas socioeconómicas orientadas a pa-
liar los efectos colaterales de la crisis.
Tanto la incertidumbre asociada a los efectos de la COVID-19 —so-
bre la sanidad, la economía, la sociedad, etc.— como a la identicación
de buenas o malas políticas para contrarrestar dichos efectos —sumando
las limitaciones para obtener información demoscópica conable sobre las
percepciones ciudadanas en medio del calendario electoral en curso— hi-
cieron de la cooperación de la oposición no solo la forma privilegiada de
interacción política en lo que se reere a políticas públicas, sino también
la estrategia de menor riesgo en la contienda electoral que no se detuvo.
Por un lado, luego de dieciséis años de continuidad ocialista, el princi-
pal partido opositor aparecía adelante en las encuestas consistentemente,
teniendo mucho que perder, y, por el otro, el gobierno veía en la crisis una
oportunidad de recuperar espacio perdido en lo electoral.
A partir de la conrmación de la transmisión local, estos dos elementos
empujaron en la misma dirección, la de tomarse la pandemia en serio y
subordinar a ello la competición y los conictos latentes. Esto se vericó
en un escenario donde el gobierno encuadró la crisis con tonos solemnes y
dio respuestas categóricas, como también en que los principales actores de
oposición volcaron su accionar a lo propositivo y llamaron a una concerta-
ción o incluso a un gobierno de unidad nacional. Esto implicaba compartir
réditos y responsabilidades.
No obstante, el gobierno no respondió al llamado de la oposición, ni
buscó puntos medios, desaprovechando así la oportunidad de reparar -
suras en la relación gobierno-oposición y reducir el décit de conanza
que venía arrastrando por el deterioro de las instituciones democráticas,
evidenciado en la exacerbación del uso clientelar de las ayudas sociales, la
cuestionada reforma constitucional de 2015 para permitir la reelección del
presidente Medina, la baja integridad electoral de las elecciones de 2016
(Norris y Grömping, 2017) y el aumento en la percepción de la corrupción,
especialmente luego del caso Odebrecht, puesto que en el país aún no hay
condenados. Al 1 de julio la preocupación de la pandemia parece subordi-
nada a la competencia electoral.
Sin ese décit de conanza previo, es difícil explicar por qué la sus-
pensión de febrero —elecciones sobre las que la OEA descartó evidencias
desabotaje o fraude en las fallas que llevaron a la suspensión— afectaríade
manera tan particular al ocialismo, aún si sus adversarios instrumentali-
zaran el momento en su contra. A la vez, junto a los ausentes intentos de
concertación por parte del gobierno, ese décit es una de las razones de
por qué la postergación del calendario electoral para momentos posterio-
res a la pandemia nunca ha estado realmente sobre la mesa, esto es, debido
al temor de que ello se prestase a manipulación espuria de las institucio-
nes, especialmente si implicase una reforma constitucional.

To continue reading

Request your trial

VLEX uses login cookies to provide you with a better browsing experience. If you click on 'Accept' or continue browsing this site we consider that you accept our cookie policy. ACCEPT