Capítulo II. La paz a lo largo de la historia

AuthorBernd Marquardt
ProfessionUniversidad Nacional de Colombia, Colombia
Pages65-88
CAPÍTULO II
LA PAZ A LO LARGO DE LA HISTORIA
Bernd Marquardt
Universidad Nacional de Colombia, Colombia
1. ANOTACIÓN CONCEPTUAL
En el presente artículo, el concepto de paz no se pretende entender de manera
reduccionista al estilo de una negación de su ausencia. Como lo expresó bien el
clásico  lósofo Baruch de Spinoza (1632-1677), “la paz no es la ausencia de la guerra,
es una virtud, un estado de la mente, una disposición a la benevolencia, la con anza
y la justicia” (Gregor, 1996, p. 4). Por el contrario, se pretender dar preferencia a la
perspectiva de la pazología –acuñada desde los años 60 del siglo XX por autores
como Johan Galtung (1996) y Francisco Jiménez Bautista (2011)– en vez de la
violentología, no se considera oportuno partir de un imaginario humano pesimista
y violento al estilo del hobbesiano homo homini lupus, pues también si uno consi-
deraría la naturaleza del ser humano como abierta entre un ser pací co y violento,
existe la posibilidad de promover la opción del ser pací co a través de la educación
para la paz. En la amplia bibliografía pazológica se encuentran diversas propuestas
de la paz con adjetivo, como la paz positiva, neutra, imperfecta, pedagógica o res-
iliente, a lo que se suman concepciones estatales-jurídicas como la paz territorial,
judicial, constitucional, democrática, social y mundial. Muchos de estos adjetivos
no se contradicen, sino que pueden usarse complementariamente.
El autor pretende llevar a cabo un estudio histórico que se enfoque en la con-
cepción estatal-jurídica de la paz bajo contextualizaciones socio-culturales. En
general, la visión es transnacional y comparativista, pero debido a la amplitud de
materia el análisis se concentra en Europa y las Américas y, en este marco, a ciertos
Estados modelos que parecen representativos y epistemológicamente interesantes.
Después de esta anotación conceptual, el texto se dedicará a antecedentes lejanos,
para continuar con la medieval paz cristiana y el camino de la paz divina a la paz
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territorial. El quinto apartado analizará la llamada paz eterna en la tierra de la
modernidad temprana. En sexto lugar, el énfasis será la paz territorial 2.0 en forma
de la paz constitucional y democrática desde el largo siglo XIX. Posteriormente, se
estudiará la paz mundial en su camino hacia el ius contra bellum de las Naciones
Unidas. Por último, se profundizará un caso difícil, a saber, la paz territorial en la
‘democracia’ de Colombia.
2. ANTECEDENTES1
Durante grandes partes de la historia humana, se encuentra una ambigua me-
tapreferencia para la paz, acompañada por una fuerte creencia en la necesidad de
la guerra, en la cual se consideraba riesgosas las estrategias de paz unilaterales, lo
que encarnó una descon anza crónica contra la tribu/pueblo/Estado vecino y pudo
motivar fácilmente a usar medios violentos preventivos ante la supuesta amenaza
del otro.
Desde la transformación a sociedades organizadas estatalmente, alrededor de
3000 a.C., hay que distinguir entre la paz interna y la externa. Los Estados se en-
tendieron como comunidades de la paz interna, por lo menos de una paz relativa.
La fuente más antigua al respecto, el código’ del Rey Ur-Nammu del Reino meso-
potámico de Ur, de aproximadamente el año 2100 a.C., se re rió expresamente a la
desaparición del odio y de la violencia. Precisamente, planteó el concepto de paz a
través de la justicia, poniendo a disposición de la sociedad sumeria el derecho y la
corte de justicia para resolver los con ictos humanos a través de un tercero imparcial
(Wesel, 2014, pp. 74 y s). Desde entonces, la categoría del derecho contiene esta
meta nalidad dual de paz y justicia, precisamente de paz a través de la justicia. Era
prácticamente un fenómeno común de las sociedades preindustriales a lo largo del
mundo que se con gurara al Rey como el juez supremo, siendo así el garante de la
paz interna.
Mientras los Estados se paci caron internamente, se armaron externamente
como comunidades bélicas. La otra cara del Rey-juez fue la del Rey-guerrero, en el
papel del comandante supremo de las fuerzas armadas. No es ningún gran secreto
que las sociedades preindustriales midieron la grandeza de un Rey según sus éxitos
bélicos. Sin embargo, el belicismo estructural requirió también de posibilidades de
salir de una guerra: el primer tratado de paz escrito de la historia mundial del cual
se tiene noticia, fue aquel de aproximadamente 1259 a.C.,  rmado entre el faraón
Ramsés II de Egipto y el Gran Rey attušili III de Hatti en Asia menor después del
1 Anotación: sobre cada una de las épocas y ejes temáticos, el lector encuentra la bibliografía
relevante de modo estructurado a finales del artículo. En vista de la macroperspectiva y en beneficio
del flujo de lectura, se evitan largas listas de nombres en paréntesis dentro del texto.

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