Repensar la criminalidad organizada como actor político

AuthorDaniel Sansó-Rubert Pascual
Pages63-84
REPENSAR LA CRIMINALIDAD ORGANIZADA
...
COMO ACTOR POLÍTICO
Dr. Daniel Sansó-Rubert Pascual*
1
Profesor de Ciencia Política
Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)
DOI: 10.14679/2402
1. CRIMEN ORGANIZADO, VIOLENCIA Y POLÍTICA QUÉ HAY DE NUEVO?
Hasta hace bien poco, sin entrar al detalle, el campo de estudio de la criminalidad or-
ganizada se dividía entre los que pensaban que el crimen organizado, en lo referente a sus
manifestaciones más lacerantes y evolucionadas, incorporaban el interés por desenvol-
verse en el ámbito de la política (Sansó-Rubert, 2014: 221-240; López-Muñoz, 2015). Y
los que no compartían este argumento, circunscribiendo la orientación de la delincuen-
cia organizada a nalidades puramente de enriquecimiento económico (Williams, 2003:
88-123; Ruggiero, 2008). El crimen organizado entendido en términos estrictamente eco-
nomicistas, como organizaciones que buscan la maximización del lucro obtenible y que
permanecen esencialmente al margen del orden político (Chabat, 2010: 5). Obviando la
pluralidad de opciones de intervención, que la posesión de medios económicos habilita
en el ámbito del poder político.
Actualmente, cada vez son más las voces que proponen ir más allá de la concepción
estricta del “negocio criminal” (Costa, 2010: 648-661) y entender adecuadamente sus
aspectos políticos y derivas, en función de los objetivos que los grupos criminales se ha-
yan propuesto alcanzar, prioritariamente para maximizar y salvaguardar sus ganancias
nancieras y materiales (Fiorentini y Peltzman, 1995), pero no exclusivamente. Con ello,
* Investigación desarrollada en el marco de los proyectos de investigación “Los retos de los Es-
tados democráticos ante las nuevas manifestaciones de violencia política” (Referencia: 2020/UEM23),
vinculado al Grupo de Investigación en Políticas Públicas, Seguridad Internacional y Gobernanza
Global de la Universidad Europea (Madrid) y “Criminalidad organizada transnacional y empresas cri-
minales ante las vulneraciones a los derechos humanos” (Nº PID2020-117403-RB100), nanciado por
el Ministerio de Innovación y Ciencia.
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no se pretende descartar la concepción de la criminalidad organizada desde el prisma
del Homo Economicus Criminalis (Duyne, Lampe y Passas, 2002; McCarthy, 2011). Sería
erróneo negar la dimensión y motivación económica de las actividades (“animus lucran-
di”) de los grupos criminales organizados, como leitmotiv de sus actividades y principal
objetivo inspirador de sus estrategias (Skaperdas, 2011: 173-202), pero necesariamente
no ha de ser la única motivación. Es factible sostener, que existen otros aspectos que de-
ben ser objeto de consideración, como el poder1 de los sistemas criminales para imponer
decisiones políticas2 interriendo en la acción política del Estado.
La progresiva consolidación de un poder criminal, producto de su capacidad econó-
mica, social y de injerencia política, que disputa o, al menos, opera en connivencia entre
iguales, con el poder estatal3. La macrodelincuencia que amenaza más gravemente los
derechos, el orden y la paz sociales, y el futuro de la democracia es la criminalidad del
poder. Un poder criminal poliédrico, que sojuzga a los restantes poderes políticos, eco-
nómicos y sociales, a través del recurso a prácticas ilegales y al ejercicio de la violencia
(Scarpinato, 2008). Por consiguiente, resulta necesario reinterpretar la forma en cómo se
relaciona con el poder, que permita entender y, a su vez, explicar con mayor nitidez el
nexo político-económico-criminal.
2. LA INJERENCIA DEL CRIMEN ORGANIZADO EN LA POLÍTICA Y EL
EJERCICIO DEL PODER POLÍTICO
Los fenómenos criminales organizados, de facto, han pasado de operar en los már-
genes del orden político para convertirse en una parte integral del mismo. Como han
identicado múltiples autores como von Lampe, Orozco (1992), Rubio (1998), Galeo-
tti (2005); Gambetta (2007), Lupsha (1996: 21-48), Casas-Zamora (2013: 41), Duncan
1 Citando a MALTZ, “ambos [dinero y poder social y político] no son excluyentes y pueden
coexistir, además de diferenciarse sólo hasta cierto punto en el plano teórico, toda vez que la con-
centración de un gran poder económico en una organización se transforma en poder político y, por
otro lado, el poder político siempre implica poder económico. MALTZ, Michael, “On dening orga-
nized crime: the development of a denition and typology”, Crime and delinquency, vol. 22, 1976, pp.
338-346; MALTZ, Michael, Measuring the Eectiveness of Organized Crime Control Eorts, Chicago:
University of Illinois, 1990, pp. 5-11.
2 Históricamente, la Cupola o Commissione es la comisión provincial de Palermo en la que
tienen representación los líderes (capos) de las estructuras criminales más destacadas de todos los te-
rritorios en los que se divide la capital siciliana; el núcleo de la élite criminal, que ostenta el poder de
ejercer la dirección estratégica. Constituida en 1957, fue copiada de su homóloga instaurada primige-
niamente por la criminalidad organizada italoamericana como el mejor modo de dirimir los asuntos
y conictos internos. Modelo, que han reproducido internacionalmente las grandes organizaciones
criminales, que comparten mercados criminales y áreas geográcas de actuación. CARLO MARI-
NO, Giuseppe, Historia de la Maa. Un poder en las sombras, Barcelona: Javier Vergara Editor, 2002;
OSORNO, Diego E., El cártel de Sinaloa. Una historia del uso político del narco, México: Random Hou-
se Mondadori, 2009, pp. 41 y ss.
3 Más extensamente sobre el impacto del crimen organizado global sobre la economía, la
política y la cultura, CASTELL, La era de la información. Fin de Milenio, vol. 3, Madrid: Alianza
Ed., 2001, 3ª ed., pp. 238 y ss.; VIDAL-BENEYTO, José, La corrupción de la democracia, Barcelona:
Catarata, 2010, p. 244.

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