La prostitución, obstáculo para la igualdad, en la era de internet

AuthorAmparo Díaz Ramos
Pages117-146
LA PROSTITUCIÓN, OBSTÁCULO PARA
LA IGUALDAD, EN LA ERA DE INTERNET
Amparo Díaz Ramos
Abogada
SUMARIO: 1. IMAGEN, CUERPO Y PROSTITUCIÓN EN LA ERA DE INTERNET.
2. LA PROSTITUCIÓN EN EL CONTEXTO DE LOS DERECHOS HUMANOS Y
LA PERSPECTIVA DE GÉNERO. 3. LA DEMANDA DE PROSTITUCIÓN CO
NECTADA A TRAVÉS DE INTERNET. 4. RELACIÓN ENTRE PROSTITUCIÓN
Y OTRAS VIOLENCIAS SEXUALES. 5. MARCO JURÍDICO DE LA PROSTITU
CIÓN EN ESPAÑA. 6. BIBLIOGRAFÍA.
RESUMEN
En este artículo pretendo, desde un enfoque de diálogo y reexión, acercarme,
con las limitaciones propias del espacio, a las siguientes cuestiones:
Las exigencias que padecemos las mujeres sobre el cuerpo y la interiorización
que hacemos sobre las mismas, así como su relación con la cosicación de las
mujeres y la prostitución; y de qué manera se presentan las exigencias sobre el
cuerpo femenino y la prostitución en la era de internet.
Si es la prostitución una actividad acorde a los derechos humanos y una acti-
vidad que debe ser protegida y fomentada por el estado de derecho como un
trabajo, o no lo es.
Si la prostitución es o no es un obstáculo para la igualdad entre las mujeres y
los hombres.
Si la prostitución tiene alguna relación con violencias previas.
Cual es el abordaje legal de la prostitución en España y si el mismo es su-
ciente o no.
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1. IMAGEN, CUERPO Y PROSTITUCIÓN EN LA ERA DE INTERNET
El cuidado de la imagen y el culto al cuerpo se ha convertido en uno de los as-
pectos más importantes en la vida de las personas en el siglo XXI. Este interés por la
imagen se ha extendido también entre los hombres, si bien no se ha extendido a ellos
con la misma intensidad, ni se ha extendido el papel de instrumento u objeto de pla-
cer al servicio de las mujeres.
La preocupación por el cuerpo y la imagen de la mujer no es algo nuevo, sino que
ha sido históricamente una cuestión que ha marcado la vida de las mujeres desde la
infancia e incluso desde antes de nuestro nacimiento con la proyección de las expec-
tativas de nuestros progenitores y progenitoras. Es más, el patriarcado se caracteriza
por construir una estructura basada en la jerarquía en la que al hombre se le otorga
el papel mental y superior, y a la mujer un papel corporal e inferior. Así, mujeres y
hombres somos presionados por la estructura patriarcal, que sitúa a la mujer en una
posición inferior desde el principio. Y a la vez que lo que se espera y exige de la mujer
irá evolucionando en la medida en la que evoluciona el uso sobre su cuerpo, se man-
tiene el carácter de subordinación respecto del hombre y sus intereses.
Por ello la imagen de la mujer y especialmente lo relativo a nuestro cuerpo cum-
ple un papel fundamental en el proceso de socialización y en la consolidación de
los estereotipos de género y de los roles sociales (esposa/pareja, proveedora de sexo,
madre). Las mujeres, en cuanto objeto, debemos complacer físicamente y con nues-
tro comportamiento al sujeto, el hombre. El hombre por su parte debe mantener su
papel de dominación y privilegio, siendo castigados los que se resisten a ello o explo-
ran otras formas de relacionarse, y recompensados los que perpetúan las conductas
machistas.
El valor de una mujer históricamente está condicionado, e incluso determinado,
en parte por su juventud y su belleza, si bien ha ido evolucionando hacia más altas
exigencias y una mayor sexualización, a través de internet. Ni siquiera en los ámbi-
tos en los que la mujer ha accedido a la formación y al trabajo fuera del hogar, se la
llevado a cabo un menor interés por el aspecto físico de las mujeres. Al contrario, se
han ido acentuando las exigencias físicas y de imagen hacia las mujeres. Incluso en el
ámbito legislativo y en el judicial podemos apreciar las diferencias de exigencias en
cuanto al cuerpo y a la imagen entre hombres y mujeres.
Todo ello ha sido estudiado abundantemente por el feminismo, desde distintas
perspectivas, y se han llevado a cabo diversas investigaciones cientícas. Hay que re-
cordar que no es correcto referirnos al feminismo como un movimiento homogéneo
pues existen dentro de él diversas corrientes que conviven bajo la denominación de
“feminismo o feminismos”. Como arma gran parte de la doctrina, la teoría política
feminista es un cuerpo heterogéneo de reexión, análisis y respuesta a la construc-
ción acrítica de subjetividades oprimidas y explotadas.
Partiendo de esa variedad, podemos decir que el feminismo identica, en general,
una estructura de dominación fuertemente jerarquizada y represiva a la que deno-

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