Asociación entre el consumo de pornografía y las actitudes y conductas de agresión sexual

AuthorLluís Ballester
Pages13-44
ASOCIACIÓN ENTRE EL CONSUMO DE
PORNOGRAFÍA Y LAS ACTITUDES Y CONDUCTAS
DE AGRESIÓN SEXUAL
Lluís Ballester
Universidad de las Islas Baleares
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-1861-7511
SUMARIO: 1. LA INDUSTRIA DE LA PORNOGRAFÍA EN INTERNET. 2. CON
SUMO DE PORNOGRAFÍA Y VIOLENCIA SEXUAL. 3. VIOLENCIA SIMBÓLICA
EN EL PORNO. 4. CAMBIOS EN LAS ACTITUDES. NORMALIZACIÓN DE LA
VIOLENCIA Y DESCONEXIÓN DE LA EMPATÍA. 5. CONDUCTA SEXUAL
VIOLENTA MASCULINA. 6. LA PORNOGRAFÍA UTILIZADA COMO ARMA:
PORNO DE VENGANZA, DE ATAQUE Y DE ACOSO. 7. PORNIFICACIÓN DE
LAS RELACIONES INTERPERSONALES: DAÑO SOCIAL Y EMOCIONAL. 8.
CONCLUSIONES. 9. REFERENCIAS.
1. LA INDUSTRIA DE LA PORNOGRAFÍA EN INTERNET
Desde hace algunos años, la nueva pornografía on line (NPO) se ha convertido
en uno de los temas centrales del debate sobre la socialización masculina y, especial-
mente, de los adolescentes y jóvenes, al menos en lo que se reere a las relaciones
interpersonales (Cohen, 2023). Se sabe que el nivel de consumo no ha dejado de cre-
cer, desde la generalización de las tecnologías 4G, en 2008; también se conocen buena
parte de las consecuencias de dicho consumo, en especial cuando supera determi-
nados límites (Hascoët et al., 2023). Hace aproximadamente 20 años, si se deseaba
ver pornografía, había opciones limitadas, se podría comprar una revista, un vídeo o
algún otro medio impreso de un minorista, encontrar una forma impresa de porno-
grafía en su casa o pedir prestada una copia a un amigo o familiar. Durante décadas,
las revistas, los vídeos y otros medios se utilizaron para el consumo de pornogra-
fía. Todo esto cambió en 2008 con la producción en masa y la introducción de las
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tecnologías 4G, las cuales facilitaron la disponibilidad de pornografía en cualquier
dispositivo de pantalla. La pornografía estaba disponible directamente para los con-
sumidores sin tener que interactuar con otra persona (Braithwaite et al., 2015; Wery y
Billieux, 2016). La pornografía ahora es un artefacto comercial, organizado e impul-
sado por una industria que aprovechó el desarrollo tecnológico (Rohlinger, Sobieraj y
Johnson, 2021; Wery y Billieux, 2016); artefacto centrado en la representación tóxica
de la actividad sexual humana, ofreciendo esa representación de una forma caracte-
rística (mujeres sumisas, desaparición de la cultura de la protección, violencia sexual
frecuente y creciente, erotizando la violencia sexual, etc.) (Alario, 2021; Ballester et
al., 2022; Cobo, 2020). La pornografía en internet, que hemos denominado “Nueva
pornografía” (Ballester et al., 2018) por el cambio que representa internet (gratuidad,
inmediatez, desaparición de los límites, etc.), es un producto industrial que ya ocupa
aproximadamente el 20% de los medios digitales (Buchholz, 2019).
Aunque la pornografía no es nueva, esta exposición masiva a la pornografía, en
particular la pornografía en Internet de alta velocidad, introducida por los avances
tecnológicos signica un cambio sustancial. Ya no es necesario ir a una tienda para
comprar y ver pornografía. Internet es el principal medio para ver pornografía y sus
dimensiones son realmente astronómicas (Villena, 2023, p.21 y ss). Además, la na-
turaleza internacional de los sitios web de pornografía hace que el cierre de sitios
ilegales sea difícil, en los casos en que están alojados en el extranjero. Esta explo-
sión de la producción y distribución de pornografía, sin límites de contenido ni de
consumo, ha llevado a muchos estudios a las consecuencias sociales signicativas,
directamente relacionadas con su uso. Ver pornografía no es inofensivo, como al-
gunos quieren hacer creer; de hecho, la violencia y la explotación en la pornografía
conducen a numerosos efectos negativos (Foubert, 2017; Hascoët et al., 2023; Villena,
2023, p.69 y ss.).
Una limitación importante para los estudios sobre la pornografía es que las in-
vestigaciones no pueden seguir el ritmo del rápido crecimiento de la pornografía
en Internet. Además, los equipos de investigación han considerado durante mucho
tiempo que la investigación de la pornografía no encaja en el entorno académico
(Ullen, 2014). Sin embargo, esta concepción está empezando a cambiar, observando
cómo en los últimos años aumentan los estudios que analizan los efectos que la por-
nografía tiene en quienes la consumen.
Durante los últimos 15 años, la pornografía ha ido ganando presencia pública y
se ha llegado a convertir en una importante industria global (Keilty, 2018; Tarrant,
2016). Ese negocio capitalista ha crecido exponencialmente gracias a las oportu-
nidades que ofrece Internet y, en particular, las tecnologías de cuarta generación.
Sin embargo, los estudios sobre la industria han dicho muy poco sobre este tema y,
aunque se busque exhaustivamente en las publicaciones de economía, lo que se con-
rma es que se trata de una industria oculta que ofrece rentabilidades muy elevadas
(Waugh, 2023). No se dispone de información able y actualizada sobre inversiones,
benecios o gestión empresarial, aunque la industria (producción y distribución) y
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el apoyo publicitario que recibe tengan grandes dimensiones (DeKeseredy, 2015; Ta-
rrant, 2016; Watson, 2021).
La proliferación de pornografía a través de Internet no solo cambió la cantidad de
pornografía disponible, los estudios muestran que los niveles de violencia y racismo
también han aumentado (DeKeseredy, 2015). Los niveles de pornografía violen-
ta, pornografía gore, pornografía realizada con niños, niñas y adolescentes (ESIA),
representación del incesto, zoolia, así como los actos racistas representados en la
pornografía, han aumentado exponencialmente (Bridges y Anton, 2013; DeKeseredy,
2015; Suchi et al., 2022). Además, se puede considerar que el aumento de la porno-
grafía violenta puede ser solo el comienzo; es probable que estos aumentos continúen
con el crecimiento continuo de la industria del porno y la competencia entre las em-
presas por captar la atención de su público.
Además del estudio de la propia industria y sus ofertas, en los últimos veinte años,
se ha empezado a revelar cómo la pornografía está afectando a los consumidores de
manera negativa. Si antes se banalizaba ese efecto, actualmente, no puede ya negarse
el impacto personal, interpersonal y social (Ballester et al, 2020). Algunos ejemplos
de estos impactos son el desarrollo de los estereotipos de género negativos, incluyen-
do la creencia en el derecho masculino al dominio sexual, el ver a los hombres como
dominantes y a las mujeres como sumisas en los encuentros sexuales, la objetivación
de las mujeres y. Las expectativas sexuales tóxicas, como la ESIA o el incesto en re-
laciones de primer grado (padres-hijas; hijos-madres), también son un subproducto
del consumo de pornografía. Los consumidores de pornografía crean imágenes men-
tales y expectativas de lo que debería ser el sexo e intentan interpretarlas en la vida
real (Dines, 2010), a ese proceso se le puede denominar alteración del imaginario
sexual por parte de la industria del porno. El comportamiento reeja la violencia de
la pornografía, en un proceso que se denomina “paso al acto. Los niveles más altos
de consumo de pornografía crean una menor conciencia de la violencia sexual, al
desconectar la empatía, lo que conduce a una menor disposición a evitar, prevenir o
detener los actos sexualmente violentos (Ballester et al., 2021; Efrati y Amichai-Ham-
burger, 2020; Foubert, 2017; Kor et al., 2022).
La pornografía se produce y consume en múltiples géneros y subgéneros, cultu-
ras y características sociales y demográcas (Fritz y Paul, 2017; Srisa-an, 2019). Se
dirige a diferentes audiencias (hombres y mujeres heterosexuales, gays, lesbianas) y
está gobernada por una compleja mezcla de intereses (principalmente, por la lógica
capitalista, la lógica patriarcal y el desarrollo del control político) (Cobo, 2020). Los
datos de la industria, al inicio de los negocios a partir de las tecnologías 4G, ya esti-
maban que en todo el mundo las ganancias de la industria del porno eran superiores
a los 100 mil millones de dólares (Ropelato, 2014). Independientemente de la fuente,
el propósito o la etiqueta que se le añada, en los últimos veinte años la pornografía
está constantemente vinculada a la violencia a través de temas como la objetivación,
degradación, explotación, la desigualdad de poder, el abuso verbal o la agresión física
directa (Alario, 2021; Bridges et al., 2010; Gorman, Monk-Turner, y Fish, 2010; Wau-
gh, 2023; Whisnant, 2016).

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