Migración y adscripción étnica

AuthorDolores Juliano
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Con Roberto Bergalli comparto la aventura de la migración. Pero no de cualquier migración, sino la del exilio forzoso desde Argentina, en la década de los setenta. Éste había significado no solo abandonar familia, amigos, posibilidades y proyectos, sino también tener que adaptarse a distintas formas de pensar y organizar la convivencia. El problema de quienes éramos, era una variable dependiente de la mirada que se volcaba sobre nosotros y nosotras. Para dar sentido a nuestros itinerarios había que tratar de entender. Entender la sociedad de la que habíamos escapado (lo que implicaba entender por qué habíamos tenido que escapar) y entender la sociedad que nos acogía. Saber bajo qué condiciones nos recibía. El tema era objeto de discusiones entre los distintos grupos de inmigrantes. La experiencia vital y la especialización profesional nos daban instrumentos para acercarnos al problema y lo intentamos desde distintas vertientes. En la década de los ochenta, iniciamos varios análisis desde nuestras diversas disciplinas. Bergalli y otros aportaban desde el derecho, hubo quien lo hizo desde la sociología, la economía o la historia. Como antropóloga, los temas de organización social me interesaban. Escribí entonces un artículo que se publicó en Argentina con el título "El discreto encanto de la adscripción étnica voluntaria" (Ringuelet, 1987) y que para esta ocasión he resumido y actualizado. Creo que señala bien los encuentros y desencuentros que marcaron nuestra experiencia de migración, en una etapa en la que las heridas aún sangraban y nuestra articulación en la nueva sociedad estaba en pleno proceso.

1. Los dos tipos de adscripción étnica

Los grupos étnicos difieren en cuanto a los requisitos que consideran indispensables para incluir nuevos miembros a su pertenencia. Estos requisitos pueden ser muy severos y limitar la posibilidad de integración a los nacidos dentro del grupo: adscripción sólo por nacimiento; o muy laxos y considerar miembros del grupo a personas que cumplan sólo algunos recaudos mínimos: por ejemplo, que sientan deseos de pertenecer al grupo.

A lo largo de la historia la mayoría de los grupos étnicos han confiado su posibilidad de supervivencia en el tiempo, al mecanismo de la reproducción biológica. Este criterio es el recogido en gran parte de las definiciones de "etnia" que señalan que es un grupo que comparte características culturales comunes y que se perpetúa por medio de los individuos nacidos en su seno. Una forma semejante de autorreproducción se considera básica por muchos autores para definir "sociedad", "pueblo" o "nación". De hecho, la tradición europea se basa ampliamente en este criterio que se refleja en su

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legislación (iuris sanguis), en el subrayado de la pertenencia al grupo de filiación mediante el uso de los apellidos como señal de identificación preferente, e incluso en una amplia cantidad de aforismos y refranes que sugieren que las conductas de los individuos están determinadas por su ascendencia biológica y marcan como mecanismo preferente de transmisión cultural, la endoculturación en el grupo de nacimiento.

Este criterio se considera el "natural" por los pueblos que lo practican con exclusividad y tiene ciertas ventajas desde el punto de vista de la conservación de un patrimonio cultural en circunstancias demográficas estables, pero también presenta inconvenientes, visibles sobre todo cuando estas circunstancias cambian. Entre las ventajas podríamos citar, que implica conceder la adscripción sólo a individuos que conocen y comparten una parte importante de los elementos de la cultura que se perpetúa a través de ellos, y la pertenencia unívoca y no sujeta a dudas. Ambos elementos actúan en forma conservadora, las personas que pertenecen a etnias que se apoyan en la adscripción por nacimiento tienden a considerar, en consecuencia, a su cultura como algo dado, ya realizado y completo, una especie de esencia inmutable que debe ser conservada con las menores modificaciones posibles.

Por otra parte, estos grupos étnicos -que podríamos ejemplificar con igual propiedad con cualquier cultura de las llamadas "etnográficas" o con los modernos países europeos- no esperan que se asimilen individuos nacidos en grupos étnicos diferentes. Esta limitación de los miembros posibles del grupo representa para las minorías étnicas que convivan con ellos una cierta ventaja de supervivencia, puesto que implica que no hay ninguna presión para que el grupo se desintegre como tal, ya que no se impone una opción asimiladora alternativa.

El límite más importante del criterio de adscripción por nacimiento es que hace depender la cuantía demográfica del grupo únicamente de su tasa de natalidad, lo que dificulta la adaptación rápida a situaciones económicas y sociales que signifiquen diferentes necesidades de población. Si las circunstancias son tales que el resultado es la existencia de una población excedente -como fue la situación en Europa luego de la revolución industrial- el problema se soluciona derivando emigrantes hacia otras áreas. Desde el punto de vista de la sociedad expulsora, estas personas no pierden su identidad de origen, ya que la base de adscripción por nacimiento es considerar a ésta como permanente. En el caso contrario, de déficit relativo de población, la falta se compensa incorporando contingentes de inmigrantes que no adquieren la condición de integrantes de pleno derecho de la etnia receptora. Esta situación en que los nuevos habitantes se mantienen como extranjeros incluso en la segunda y aún tercera generación, crea "minorías étnicas" nuevas que pueden llegar a ser muy numerosas en ciertos países y momentos.

La otra opción está constituida por la adscripción voluntaria, según la cual un grupo se reproduce no solo o básicamente a través de sus descendientes biológicos, sino también por personas nacidas en el seno de otras culturas y que opten por compartir la del grupo receptor. Esta opción es claramente atípica en términos numéricos; pocos grupos étnicos la postulan como opción preferente y aún estos probablemente lo hacen por un tiempo limitado. De hecho sólo algunos de los países que han recibido inmigración en forma masiva, la han propuesto y llevado a la práctica en forma más o menos coherente. Los norteamericanos la teorizaron con la ideología del melting pot y en Argentina "la amalgama" se constituyó en política oficial a partir de la actuación de la "generación del ochenta". Esta opción de adscripción voluntaria, no es una consecuencia espontánea de la tendencia de cada grupo a su autoconservación, sino que es el resultado de ciertas opciones sociales, es decir de una política.

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La ideología de adscripción étnica por opción, funciona en la práctica como la de un grupo religioso que buscara nuevos conversos. Así esta adscripción étnica, lejos de basarse en prácticas previas comunes, se afianza en la diversidad, lo que permite que se consideren satisfactorias las adscripciones provenientes de áreas culturales diver-sas, y posibilita que los inmigrantes provenientes de ellas opten por el nuevo grupo de pertenencia.

Cada opción tiene sus propios límites y con respecto a los grupos constituidos como tales (minorías étnicas o nacionales), las culturas que se basan en la adscripción voluntaria pueden resultar aún menos tolerantes que las que se basan en la adscripción por nacimiento.

Dado que en Argentina la adscripción voluntaria se constituyó en el modelo ideal de pertenencia desde la organización nacional, trataremos de analizar brevemente en qué circunstancias y propiciada por qué sectores sociales se produjo esta opción, qué inconvenientes y qué facilidades tuvo para incluirse en la ideología de la sociedad tradicional, cómo se manifestó en términos de señales individuales de autoadscripción, cómo se articuló con las minorías étnicas preexistentes (las poblaciones indígenas) y que consecuencias ha tenido cuando la población receptora sed convirtió en expulsora de población.

2. De cómo Argentina se convirtió en una nación abierta

La ideología asimiladora que ofrecía patria para "todos los hombres de buen voluntad que quieran habitar el suelo de la nación Argentina" no era un valor compartido por los distintos sectores de la sociedad en el momento en que el proyecto fue enunciado.

Era un proyecto que no contaba con apoyo popular ni religioso y que sin embargo se llevó a cabo de manera continuada y...

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