El exiliado, expatriado y extranjero, como punto de partida para la visión limitadora de la violencia bélica y penal

AuthorGabriel Ignacio Anitua
Pages116-123

Page 116

Dedico esta contribución con cariño y agradecimiento al maestro y amigo Roberto Bergalli.

Al escribir estas líneas pienso en que el profesor Bergalli está a punto de cumplir 70 años. ÉEse es el motivo de juntarnos a celebrar con él. Discutible es, no obstante, que cumplir esos años sea motivo de alegría. Por lo que pasaré a decir, entiendo que sí lo es en las difíciles circunstancias en que vivió nuestro homenajeado: una suerte para él, y también para nosotros, que contamos aún con su testimonio.

En todo caso, celebraremos que el amigo Bergalli entre en esa indefinida etapa de la vida que está entre dos edades, ambas bastante avanzadas. Esa acotación humorística se la debo a mi abuela, por lo que puedo pensar que es en realidad de George Bernard Shaw o de Bertrand Russell, autores a los que ella limitaba sus lecturas. El verbo limitar no me resulta apropiado cuando, como es el caso, la selección es tan aconsejable. Lo cierto es que ella, como su madre -nuestra "Granny", quien prefería la lectura de Winston Churchill-, consideraba que el actor que me divertía a mis jóvenes años era un "inglés degenerado". Ellas, y esto vuelve a hablar bien de ambas, me dejaban ver de todas formas El show de Benny Hill. Pero no pude verlo sino unos cuantos años después de la decisión del entonces gobierno de facto de la Argentina de prohibir todo producto cultural británico en 1982. Esa fue una, sin duda la menor, de las terribles consecuencias de emprender una guerra criminal y absurda -como todas las guerras- para "recuperar" las islas Malvinas. Esa empresa, su costo económico y en vidas de varios hombres jóvenes, es otro de los crímenes de la última dictadura argentina. Lamentablemente, no es el crimen más reprochado. Creo que esa falta de reproche se debe más a las consecuencias culturales del modelo de la "soberanía" estatal que a la también enorme entidad de los otros crímenes cometidos.

Roberto Bergalli sufrió en carne propia las acciones criminales de esa época, que finalmente lo llevó a un exilio, por motivos varios, definitivo. Es esta característica de la interesante vida de Bergalli la que quiero destacar en estas breves páginas: quiero hablar de Bergalli en cuanto exiliado, extranjero o expatriado. Ya antes de este exilio forzado para salvar la vida, Bergalli había vivido varios años en otros lugares (Inglaterra, Italia, Alemania) en los cuales se había formado y desarrollado su tarea en tanto investigador y docente. Con todos esos lugares mantuvo, y mantiene, una relación de compromiso y a la vez de distancia crítica, como lo sigue haciendo con la Argentina. Le permite hacer eso, en gran medida, su conciencia de exiliado o extranjero.

En efecto, tengo para mí que justamente del pensamiento del que está "afuera", pero no tanto como para dejar de sentir los dolores y necesidades de individuos con-

Page 117

cretos, puede surgir un nuevo paradigma para fundar la convivencia en paz y con importante reducción del total de las violencias. Ese paradigma será nuevo en tanto se opone al diagrama de soberanía. En ese diagrama se refleja el producto de aquellos organizadores del orden en sociedades políticamente dominadas por el Estado, económicamente por el mercado, y, en lo estrictamente referido a "lo" sociológico-jurídico-penal que aprendí con Roberto Bergalli, por el modelo punitivo que refuerza lo represivo y excluyente.

El pensamiento jurídico-penal y criminológico no sólo brindó coberturas ideológicas y justificaciones a ese modelo punitivo y excluyente. También intentó limitarlo y hasta combatirlo. No creo casual que casi siempre ese otro pensamiento proviniese de extranjeros o equiparables a tales.

El ejemplo del exiliado y extranjero "Bergalli", es sólo uno de ellos. Pueden ser encontrados otros en todas las disciplinas sociales, políticas y jurídicas, pero me limitaré a las llamadas "criminológicas", en realidad indisociables de las otras mencionadas. Existe un dicho gracioso que indica que la criminología es una ciencia de europeos muertos y americanos vivos. En realidad, para cuando se decía ello -que era tras la mitad del siglo XX- no sólo había "americanos" vivos en los Estados Unidos, sino que también, o principalmente, algunos europeos podían vivir allí gracias a su exilio previo. Es el caso de Frank Tannembaum, de Otto Kircheimer, de Thorstein Sellin, de Marvin Wolfgang, de Hans von Hentig, del matrimonio Glueck, incluso de Robert Merton (quien "americanizó" su nombre que denotaba el origen europeo del Este) y de tantos autores de obras que todo estudioso de la criminología conoce sobradamente (véase Anitua, 2005).

Criminología y exiliados, podía haber sido el título de la presente colaboración en homenaje a Bergalli. Es que es llamativa esta unión, como lo revela también la impronta dejada para la institucionalización de la criminología en Gran Bretaña por otros obligados a escapar de países dominados por los totalitarismos: Leon Radzinowicz, Hermann Mannheim o Max Grünhut. El primero de los nombrados, también profesor de Bergalli durante su época de estudios en Inglaterra, fue el fundador del Instituto de Criminología en Cambridge, así como Mannheim fundó el de la London School of Economics, y Grünhut el de Oxford. También debe recordarse el impacto similar que produjeron en América Latina Constancio Bernaldo de Quirós, Mariano Ruiz Funes, Manuel López-Rey (que adoptaría una perspectiva "internacional" al desarrollar tareas en las Naciones Unidas, como Benjamin Mendelsohn y el nacido en la ciudad argentina de Rosario Israel Drapkin) y Manuel de Rivacoba.

Hago esta selección de entre los españoles sólo por mencionar a los más "criminólogos" de entre aquella riquísima variedad de políticos y juristas en la que se destacó quien fuera el primer maestro de Bergalli, don Luis Jiménez de Asúa. De muchos de ellos se ocupó Luis Marcó del Pont en su libro de 1986, Criminólogos españoles del exilio.

Es curioso mencionar ese libro puesto que el propio Marcó del Pont -buen amigo de nuestro homenajeado- integraba una nueva camada de criminólogos exiliados, en este caso como consecuencia de la represión en el cono sur del continente americano, y entre quienes estaban...

To continue reading

Request your trial

VLEX uses login cookies to provide you with a better browsing experience. If you click on 'Accept' or continue browsing this site we consider that you accept our cookie policy. ACCEPT