Derechos humanos e ideología: GNOSTICISMO, SOFISMO Y DESTRUCCIÓN DE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE

AuthorJohn Rao
Pages71-96
DERECHOS HUMANOS E IDEOLOGÍA:
GNOSTICISMO, SOFISMO Y DESTRUCCIÓN
DE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE
John Rao
Roman Forum (Nueva York)
1. La ideología moderna de los derechos humanos y la destruc-
ción de la dignidad humana
Iago revela su naturaleza diabólicamente mendaz en el Otelo de Shakes-
peare cuando admite: «No soy lo que soy». Es decir, lo contrario de Yahvé,
que precisamente «es» y que, en consecuencia, permanece eternamente fiel
a sí mismo y a la relación con sus criaturas que les ha revelado. Todo lo que
llamamos «modernidad» –una visión truncada de la vida construida sobre
una declaración de independencia de la naturaleza respecto de su Creador
y legislador sobrenatural– comparte la mendaz esencia satánica de Iago, ya
que también es «lo que no es».
Este engaño se manifiesta con claridad en relación a la enseñanza sobre
los «derechos humanos». Pues en lugar de ser el único pilar posible de la
dignidad de la persona individual, como estas enseñanzas pretenden de
modo farisaico, han demostrado ser el enemigo más eficaz del verdadero
respeto a la persona humana que jamás se ha encontrado a lo largo de la
historia. Lo que en realidad han conseguido es asegurar la victoria de los
delirios mentales desenfrenados y de los apetitos sensuales de los individuos
o sus agrupaciones más fuertes en detrimento de lo que corresponde a todos
los demás. Hoy, a pesar de su variado carácter, las bandas elitistas de rufianes
intelectuales, libertinos y hambrientos de dinero o poder parecen estar más
unificadas globalmente en su rapiña y ser más abiertamente opresoras del
hombre medio que nunca.
2. Dignidad individual, derecho natural y el problema de los
«derechos»
Comencemos nuestra trágica discusión señalando que todo tratamiento
del carácter preciso acerca del respeto innegable que se debe a la dignidad
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individual de las personas humanas como criaturas de Dios, fundado en la
referencia a la palabra «derechos», no sólo es explosivo, sino también alta-
mente seductor en un mundo herido por el pecado original.
El profesor Thomas Molnar lo expuso muy claramente en los años seten-
ta del siglo pasado en un debate durante un seminario patrocinado por el
Intercollegiate Studies Institute de Estados Unidos. Molnar demostró que la
dignidad individual sólo podía protegerse adecuadamente cuando se basaba
en argumentos de «derecho natural», ya que éstos establecían obligaciones en
el orden creado por Dios que implicaban deberes específicos que uno tenía
que cumplir con respecto a otras personas humanas. Dado que las obligacio-
nes y los deberes suponían llamadas a un trabajo serio y a menudo sacrifica-
do, explicaba, apelar a ellos conducía en última instancia a domar los deseos
pecaminosos. Cumplir con sus exigencias conducía de modo más probable
a formar hombres que consideren a los demás como fines en sí mismos y no
como instrumentos para la satisfacción inmediata de los propios propósi-
tos sin reflexión particular y general. La apelación a la palabra «derechos»,
continuaba diciendo el profesor Molnar, subraya lo que un individuo siente
que se le debe, despertando precisamente esas preocupaciones y pasiones in-
teresadas que pueden ser muy fácilmente manipuladas y exageradas por el
diablo y sus secuaces para que, en última instancia, no signifiquen otra cosa
que «más para mí y menos para ti».
Además, insistió en que hacer hincapié en los «derechos» para establecer
y explicar la dignidad de la persona humana individual se convertiría en
una tentación infinitamente más grave para la satisfacción de los deseos per-
sonales carentes de sentido si se vinculara a un argumento ideológico que
intentara construir una justificación aparentemente noble pero realmente
irracional de un enfoque que el mero sentido común considera peligroso.
Porque los argumentos ideológicos, incluso cuando sus efectos eran tan ob-
servables y tan horribles como los de las mentiras que propagaba Iago, ha-
bían demostrado ser en la historia enormemente persuasivos. Por desgracia,
fue precisamente este tipo de argumento ideológico el que la modernidad
presentó a través de su enfoque en los «derechos humanos».
Ahora bien, el problema general que plantea la ideología para discernir y
afrontar la realidad es su obstinada insistencia en temas de organización úni-
cos y amplios que no pueden cumplir realmente la tarea que se les asigna:
en otras palabras, su obstinado reduccionismo, con el cierre de la mente y el
espíritu humanos no sólo a la complejidad y los matices de la existencia, sino
también a los hechos más básicos y obvios de la vida cotidiana. Por desgracia,
a pesar de los estragos que este reduccionismo causa en la percepción de la
estructura actual de la realidad existente, su propia simplicidad le confiere
un atractivo innegable.

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