Tras el largo desencuentro. La trama diplomática en las relaciones entre España y Perú (1880-1898)

AuthorAscensión Martínez Riaza
Pages331-361
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TRAS EL LARGO DESENCUENTRO. LA TRAMA
DIPLOMÁTICA EN LAS RELACIONES ENTRE
ESPAÑA Y PERÚ (1880-1898)*
Ascensión MARTÍNEZ RIAZA
Universidad Complutense de Madrid
INTRODUCCIÓN
La historia de la diplomacia española aún no ha compuesto el mapa de las
relaciones con Hispanoamérica durante la segunda mitad del siglo XIX, desde que
entre 1836 (México) y 1894 (Honduras) se fueron f‌irmando los tratados de paz
y amistad por los que la antigua metrópoli reconocía a las repúblicas que habían
integrado su imperio americano 1. La política exterior de España respondía a lo
que era una potencia de segundo orden que buscaba su lugar en Europa mediante
unos instrumentos que se iban modernizando 2. El intervencionismo del gobierno
de la Unión Liberal durante el reinado de Isabel II en México, República Domi-
nicana, Perú y Chile en la década de 1860 tuvo proyección continental y fue un
factor añadido que ralentizó el acercamiento diplomático con las repúblicas del
Pacíf‌ico. Al romper la década de 1880, poca presencia política quedaba a España
* Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto España como escenario. Diploma-
cia y acción cultural en la formación de redes transnacionales con América, 1914-1945 (PGC2018-
094231-B-100), cof‌inanciado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y el Fondo Eu-
ropeo de Desarrollos Regionales (FEDER).
1 Para un balance general, Juan Carlos PEREIRA CASTAÑARES y Ángel CERVANTES, Relaciones diplo-
máticas entre España y América Latina. Sepúlveda Muñoz elaboró un trabajo genérico de las legaciones
y consulados españoles centrado en la Dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República. Considera
que los diplomáticos transmitían «la probada inferioridad de numerosas repúblicas americanas», Isidro
SEPÚLVEDA MUÑOZ, «Diplomáticos y cónsules españoles de América».
2 El Ministerio de Estado iba def‌iniendo sus funciones y la carrera diplomática se profesionalizaba,
aunque aún en las f‌ilas de los diplomáticos primaba el conservadurismo, la endogamia y el elitismo, con
un elevado porcentaje de aristócratas, Carlos SANZ DÍAZ, «Del Ministerio de Estado al Ministerio de
Asuntos Exteriores».
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en Ultramar. Sin proponérselo como objetivo prioritario de su política exterior,
la antigua metrópoli va a acometer, sin embargo, varios intentos para recuperar
espacios perdidos. Una vez que España hubo reconocido of‌icialmente a casi to-
das las repúblicas hispanoamericanas, en ciertos círculos inf‌luyentes se consideró
la posibilidad del acercamiento cimentado no tanto en bases políticas como enla
conformación de una comunidad vinculada por la lengua, religión, historia y
valores aportados por la Madre Patria.
La creciente inf‌luencia de Estados Unidos y sus movimientos para convertir-
se en el país hegemónico en el continente alertó a círculos políticos y culturales
hispanoamericanos que vieron en el acercamiento a España una posibilidad más
conveniente. Tras la muerte de Alfonso XII, y siguiendo el «turnismo» acordado
por los grandes partidos de la Restauración, Práxedes Sagasta volvía a la presi-
dencia del gobierno y el ministro de Estado Segismundo Moret activaba la agenda
hispanoamericana en varias líneas que se mantendrían en el tiempo: las relaciones
comerciales y la potenciación de las comunicaciones (líneas de navegación), la
atención a los súbditos españoles en una etapa de corrientes migratorias, el arbi-
traje de la Corona en conf‌lictos limítrofes, y el estrechamiento de los vínculos cul-
turales auspiciando instituciones, medios de expresión y manifestaciones que las
canalizaran. La f‌irma de convenios de distinta naturaleza fue af‌ianzando y dando
cobertura a las demandas que se iban presentando. Otro pilar de la Restauración
con voluntad de acercamiento fue Antonio Cánovas del Castillo, que trabajó para
que se concretaran los tratados que restablecieran las relaciones of‌iciales con las
repúblicas del Pacíf‌ico sur alteradas por el conf‌licto de la década de 1860. El paso
previo fue la aceptación de la mediación de Estados Unidos y la f‌irma en Washing-
ton el 11 de abril de 1871 de un armisticio de España con las repúblicas de Chile,
Perú, Ecuador y Bolivia que daba por concluida la guerra de 1866 3.
En el seguimiento de la diplomacia española en Perú tras el largo desencuen-
tro que siguió a la independencia se incorporan distintas variables: las priori-
dades de la política exterior española; los intentos por recuperar espacios ame-
ricanos, tanto a través de las gestiones de la diplomacia destacada en América
como tratando de rescatar el papel que España consideraba que históricamente le
correspondía; la situación interna de la república desde la guerra con Chile hasta
los inicios de la República Aristocrática; la posición regional con el trasfondo del
ascendiente de Estados Unidos; y el arbitraje de la Corona en los litigios abiertos
con Chile y Ecuador. El Tratado de Paz y Amistad entre el Reino de España y la
República del Perú se f‌irmaba en París el 14 de agosto de 1879 y se publicaba en
la Gaceta de Madrid de 15 de marzo de 1880. Quedaban atrás entrecortados y
fracasados encuentros en los que salían al paso cuentas pendientes, como el pago
de la deuda, que se remontaban a la capitulación de Ayacucho de 9 de diciembre
3 PERALTA, «El conf‌licto diplomático», pp. 43-54. Cánovas fue presidente del Consejo de Ministros
en distintas ocasiones desde 1875 hasta su asesinato el 8 de agosto de 1897, es decir, cubre la etapa que
se trata en este trabajo. Hay que recordar su vinculación personal con los sectores de poder de Perú
porsu matrimonio con Joaquina de Osma, hija de Joaquín José de Osma, primer representante diplomá-
tico de Perú en Madrid después de 1879 y con nexos con familias notables españolas.

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