Prólogo

AuthorTatiana Arroyo Vendrell
Pages15-18
PRÓLOGO
Conocí a Tatiana Arroyo en Viena a comienzos de siglo —y milenio—. Se
acababa por aquellos ya remotos días de constituir la delegación de España
que habría de representar al Reino en los debates convocados para formular un
nuevo régimen jurídico para el transporte marítimo internacional de mercan-
cías. UNCITRAL/CNUDMI, esto es, la Comisión de las Naciones Unidas para
el Derecho Mercantil Internacional, había procedido a la convocatoria de la
negociación siguiendo decisiones al respecto adoptadas por la Asamblea General
del Organismo. Intentaba de tal modo sacar al comercio mundial del notable
marasmo en el que una parte signif‌icativa e imprescindible de su régimen jurí-
dico —el transporte marítimo— se encontraba; ello como consecuencia de la ya
dilatada y perturbadora coexistencia por aquel entonces de la doble disciplina
jurídica en vigor del mismo —las casi centenarias Reglas de La Haya de una par-
te y las Reglas de Hamburgo de otra—. Por demás, ampliamente contradictorias
las unas y las otras.
La llevanza de las discusiones sobre el método de superación de tal marasmo
fue encomendada por la UNCITRAL a su Grupo de trabajo III —Derecho del
Transporte—. Este adoptó rápidamente dos decisiones preliminares: primera, la
fórmula unif‌icadora hábil a poner en práctica habría de consistir en la elabora-
ción de un nuevo texto jurídico convencional superador del dualismo normativo
predominante; segunda, la presidencia de las tareas formuladoras en cuestión
debería de serme encomendada. Lo que aconteció después es de sobra conocido,
así como lo es el resultado obtenido. No se trata de referirse a todo ello en estas
líneas sino tan solo de colocar a nuestra autora en el concreto contexto del co-
mienzo de su interés por las innovaciones jurídico-marítimas internacionales.
En efecto, a la primera ocasión que tuvo la hoy doctora —primera reunión
que el Grupo celebró en la sede vienesa de la Comisión— se presentó a los
integrantes de la delegación española para expresarles su residencia en Viena,
su actividad profesional como abogada en un acreditado despacho de la vieja
ciudad imperial y su currículum basado en una licenciatura en Derecho por la
Universidad Complutense de Madrid, todo ello a la par que su deseo de colaborar
en las tareas de la delegación negociadora. El invaluable programa Erasmus, su
capacidad profesional y la f‌luidez de su lengua alemana la habían conducido
hasta Viena y habían facilitado su enraizamiento allí. La delegación, que había

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