Época del Principado (Gobierno de Augusto)

AuthorRosalía Rodríguez López
Pages113-132

Época del Principado (Gobierno de Augusto)248

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Esta época de transición puede también incluirse en el capítulo relativo a la baja República o en el que aborda el alto imperio, en función al modelo de periodificación que se escoja, pues la realidad agraria experimenta en esos años mínimos cambios, a veces casi imperceptibles. Pero siguiendo la tónica general de este trabajo, someto los datos a una temporalización detallada y consciente de su ostensible artificialidad.

Ya en el s. I ac., los alicientes y las comodidades de la vida ciudadana contrastan con las del agricultor en el campo; de ahí, la creciente diáspora de la población rural. Quizá sea, pues, esta concentración poblacional la que motiva la organización augustea de Roma en catorce regiones, y que se refleja en los arrabales (continentia) con un doble resultado: Por una parte, afecta a los arrabales mismos, y, por otra, actúa sobre la zona de los mil pasos. Poco queda fuera de la ciudad de los antiguos asentamientos, dado que no existen en los puertos vastos barrios en las afueras habitados por una población numerosa y que sólo hay cierto número de edificios para viviendas. Además, como se analiza en otro epígrafe, estos continentia gozan en determinados aspectos de una consideración especial que les esPage 114 común con la ciudad propiamente dicha, tanto en la condición de las personas como en la de sus bienes249.

Ahora bien, tal situación de diáspora rural, como se ha referido también al tratar la República, es aprovechada por algunos romanos que, contra mores, han adquirido muchas tierras vecinas, buenas y feraces; ensanchan poco o poco su propiedad hasta formar, según alcanza la mirada, de muchas fincas una sola heredad en un mismo espacio geográfico (latifundio)250. Y aunque esas tierras son apropiadas con un cierto temor, las poseen sin la menor inquietud251. También, contra mores, lujosas villas de recreo ocupan la mayor parte del espacio cultivable252. Por ello, en contrapartida, para paliar los efectos nefastos de estas prácticas, emprende una campaña propagandística en la que se intenta sublimar a la naturaleza y al hombre como héroes, como es el caso de las Geórgicas de Virgilio, con la idea de restituir la plebe urbana a la tierra; para recuperar al pequeño campesino, cultivador y soldado. Por su parte, otras obras literarias, declamaciones retóricas y tratados filosóficos denuncian los peligros que acarrean las explotaciones latifundistas, a las que se atribuye la decadencia de la agricultura253.

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Por otra parte, la pietas, propia de la imagen urbana y de la ideología del saeculum augustum, impone la veneración de los antiguos lugares de culto. Además, el estilo político exige respeto por la propiedad privada y por las mores maiorum, pero también una cierta simplicidad en los barrios residenciales; a lo que se une una reiterada necesidad de evocación del paraíso, con la plasmación de plantas fantasticas y reales, frutales y otros productos254.

En el Palatino se conservan los restos arquelógicos de lo que se conoce como el Stadio, pero que es realmente un hipódromo de la Domus augustana, y que aparece reconstruida según la hipótesis de Hülsen255. También la pintura paisajista de moda en este periodo aporta valiosa información sobre la conformación de los espacios verdes256.

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1. Referencias literarias

A finales del s. I ac, Propercio escribe en alabanza del huerto y de su propia diligencia como hortelano, comentando que su fama es máxima, y cuestionándose cuales son los dones probados de los huertos que éste aumentó con sus manos. Así manifiesta que el pepino, la calabaza de hinchado vientre y las lechugas, atadas con fino junco, tienen su marca, y que ninguna flor se abre en los prados, sin que, colocada lindamente, se marchite antes sobre su frente:

"...nam quid ego adiciam, de quo mihi maxima fama est, hortorum in manibus dona probata meis? Caeruleus cucumis tumidoque cucúrbita ventre me notat et iunco brassica vincta levi; nec flos ullus hiat pratis, quin ille decenter impositus fronti langueat ante meae"257.

Se da, pues, aquí otro ejemplo palpable de la valorada diligentia agricolae, que genera fama y estima pública.

En una línea semejante, los Carmina Priapea destacan la diligentia propia de Priapo en el arte rusticae; diligencia a la que pro officio debe tender el villicus horti, cuyo mundo es propter holus, esto es, ha de crear las circunstancias propicias para conseguir la mejor producción hortícola. Así pues, en el poema también se hace referencia a las viñas, a los pomares y a las flores, y a ese hortelano, que pese a no ser docto en libros, es experto en las labores de la tierra. Dada la amplísima extensión de esta obra sólo he destacado un fragmento muy concreto, a modo de síntesis:

"Hic me custodem fecundi vilicus horti mandati curam iussit habere loci. fur habeas poenam, licet indignere 'feram'que 'propter holus' dicas 'hoc ego?' 'propter holus'"258.

Igualmente Horacio contribuye a reafirmar la figura de Príapo, destacando la importancia práctica de las hierbas nocivas259, asíPage 117 como otros valores de la vida rústica. En Epodos escribe que 'dichoso aquél que alejado de los negocios, como la primitiva raza de mortales, trabaja el campo paterno con sus bueyes, libre de toda usura, y no se despierta como el soldado con la fiera trompeta, ni teme al mar embravecido, y evita el foro y las orgullosas puertas de las ciudades demasiado poderosas'260. En este sentido, en sus Sátiras manifiesta que 'sólo desea una porción de campo junto a la casa, no muy grande, donde haya un huerto y un perenne manantial de agua y un poco de bosque cercano a ellos; lugar donde ante el propio Lar comería con sus amigos. También anhela (como propias de dioses) unas habas acompañadas de verdura aderezada con abundante y tocino graso'. Recurre incluso a una fábula para narrar las ventajas de la comida frugaz en el sosegado campo frente al lujo lleno de acechanzas de la ciudad:

"Hoc erat in votis: modus agri non ita magnus, hortus ubi et tecto vicinus iugis aquae fons et paulum silvae super his foret. auctius atque di melius fecere. bene est. nil amplius oro, Maia nate, nisi ut propria haec mihi munera faxis. Si neque maiorem feci ratione mala rem nec sum facturus vitio culpave minorem, si veneror stultus nihil forum o si angulus ille proximus accedat, qui nunc denormat agellum!"261.

Y es tanto así que desprecia a la col que crece en el predio suburbano cerca de la ciudad frente a la más gustosa, propia de las tierras secas; y añade que nada hay más insípido que un huerto demasiado regado:

"Cole suburbano qui siccis crevit in agris dulcior: inriguo nihil est elutius horto"262

De este texto se deduce que los huertos suburbanos gozarían de las ventajas hídricas de la ciudad, aportando a sus habitantes una mayor diversificación de productos y a lo largo de todo el año, frente al huerto de la villa que, con un villicus mínimamente diligente, sePage 118 abastecería preferente (o únicamente) de agua de lluvia recogida en aljibes, o de pozos.

Ovidio advierte en su obra Metamorfosis: '¡Abstenéos, mortales, de mancillar vuestros cuerpos con manjares nefandos! Hay mieses, hay frutas que con su peso inclinan las ramas, y turgentes uvas en las vides, hay hierbas exquisitas, hay plantas que con la llama son susceptibles de madurar y ablandarse; tampoco se os quita el lácteo líquido ni las mieles que exhalan el aroma de la flor del tomillo; la tierra pródiga proporciona abundancia y alimentos en sazón, y ofrece manjares sin matanza y sin sangre. Con carne aplacan las fieras sus hambres, y aún no todas lo hacen...'263. En realidad a los romanos les gustaba mucho la carne264. Y generalmente estas manifestaciones de adhesión a los 'productos verdes' son más una pose de moda que un firme deseo; como el mismo escritor indica, poniendo sus palabras en boca de su propio esclavo, con ocasión de las Fiesta de las Saturnales, 'en Roma desea el campo, y en el campo pone por las nubes la ciudad ausente: así es su inconstancia. Si por casualidad no recibe ninguna invitación para cenar, se enorgullece de sus hortalizas libres de inquietudes':

"... laudas fortunam et mores antiquae plebis, et idem, siquis ad illa deus subito te Amat, usque recuses, aut quia non sentis, quod clamas, rectius esse, aut quia non firmus rectum defendis et haeres nequiquam caeno cupiens evellere plantam. Romae rus optas, absentem rusticus urbem tollis ad astra levis. Si nusquam es forte vocatus ad cenam, laudas securum olus ac, velut usquam vinctus eas, it ate felicem dicis amasque, quod nusquam tibi sit potandum"265.

De nuevo se detecta una alusión a la 'tranquilitas horti', que también se persigue en el siguiente texto de Horacio; éste incide en la contraposición dialéctica campo-ciudad, y en las contradicciones que produce en sus moradores, por lo que concluye destacando la importancia del officium para la conservación del orden social. 'En el campo nadie merma sus alegrías con miradas oblícuas, ni las envenena con su odioPage 119 solapado y sus dentelladas envidiosas. Los vecinos se rien de él cuando remueve la tierra y las piedras; el capataz de su villa preferirá roer en la ciudad las raciones diarias con los esclavos y, con el deseo, corre a engrosar su número: en cambio, su insolente criado envidia al capataz el derecho a servirse del bosque, del ganado y del huerto... Cada uno debe de practicar de buen grado el arte que sabe hacer':

"Non istic obliquo oculo mea commoda quisquam limat, non odio obscuro morsuque venenat; rident vicini glebas et saxa moventem. Cum servis urbana diaria rodere mavis, horum tu in numerum voto ruis; invidet usum lignorum et pecoris tibi calo argutus et horti. Optat ephippia bos piger optat arare caballus. Quam scit uterque libens censebo exerceat artem."266.

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