La clase política: políticos profesionales, en exceso e irreemplazables

AuthorRAMÓN SORIANO
Pages184-200
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LA CLASE POLÍTICA: POLÍTICOS PROFESIONALES, EN
EXCESO E IRREEMPLAZABLES
THE POLITICAL ESTABLISHMENT: PROFESSIONAL POLITICIANS, IN EXCESS
AND IRREPLACEABLE
RAMÓN SORIANO
Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España
rlsordia@upo.es
Palabras clave: profesionalización de la política, exceso de políticos, duración
ilimitada de cargos políticos, actividad política
Keywords: professionalization of politics, excess of politicians, unlimited
duration of political office, political activity
Resumen: El capítulo trata de tres aspectos de la clase política que suscitan la
crítica de la ciudadanía: la existencia de profesionales de la política, que hacen de
la política su forma única de vida, el exceso de políticos en España comparados
con el porcentaje número de políticos/población de otros países, y la excesiva
duración del desempeño de cargos políticos. El autor aporta razones para un
cambio del tratamiento jurídico de los tres aspectos indicados y finalmente
formula una propuesta.
Abstract: The chapter deals with three aspects of the political establishment
that provoke criticism by the citizenship: the existence of political professionals,
who make politics their only way of life, the excess of politicians in Spain
compared to the percentage number of politicians/population of other
countries, and the excessive duration of the performance of political office. The
author provides reasons for a change in the legal treatment of the three aspects
indicated and finally formulates a proposal.
1. Introducción
De los partidos políticos se ha criticado que son jerárquicos, antidemocráticos,
colonizadores, mercantilistas, desideologizados, burocráticos, clientelistas,
corruptos, profesionalizados… Recientemente en España ha aparecido un nuevo
calificativo lanzado desde el partido político Podemos: la casta de los políticos.
Quizás la opinión que más se reitera actualmente sea la del partido catch-all,
“atrapalo todo”, expresando que es una máquina electoral a la que lo que le
interesa es conseguir votantes, aunque ello suponga perder su identidad.
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Entresaco la frase de A. H. Catalá i Bas: “la arena política se convierte en un
mercado político y el programa político en una especie de folleto comercial cuya
misión es atraer al mayor número de votantes”. (2020, 79). Pero no es una
expresión actual, sino que viene de muy lejos y la lista de sus invocadores sería
interminable (Weber, Michels, Touraine, Schumpeter, Sartori, Von Beyme, Offe,
Kircheimer, Panebianco… por señalar algunos clásicos). Lo mismo podemos decir
de otra expresión, Cartel Party, complementaria de la anterior, que significa que
el partido tiene como principal fin permanecer y sobrevivir, para lo cual pacta
desnaturalizando sus señas de identidad, si es preciso. Creo que estas dos
expresiones definen bien al partido político, el “partido mercantil en el mercado
electoral”.
No voy a utilizar las fuertes adjetivaciones referentes a los partidos políticos,
con las que abría este capítulo. Me voy a referir a ellos simplemente como “clase
política” y creo que la mejor forma de demostrar mi calificación es tratar a
continuación los caracteres que les singularizan. Estoy seguro de que el lector/a,
al concluir la lectura del capítulo, tendrá claro que los políticos constituyen
realmente una clase en términos sociológicos, la “clase de los políticos”.
2. La profesionalización de la política
Un problema dificil de resolver y que afecta negativamente a la buena imagen
de los partidos es el fenómeno de la profesionalización. En ellos habitan y de
ellos se benefician "profesionales", que hacen de la política una profesión de por
vida y no una vocación de servicio a la sociedad. El ejercicio de la política sería
una actividad más saneada, en la medida en que se mantuviera como una
actividad de vocación, porque la política siempre genera clientelismo y círculos
de intereses, que podrían ser contrarrestados, si los políticos no se eternizaran
en los cargos públicos.
En nuestro país la política se ha convertido no solo en una profesión, sino en
profesión de larga duración. Protestamos por los eternos dictadores del mundo
árabe, y pasamos por alto que nuestros políticos se eternizan en la política,
saltando de un cargo a otro, sin formación ni experiencia en ellos, sino
atendiendo a intereses concretos de partido y personas. No cientos, sino miles
de ejemplos podríamos señalar. Pero mejor que hablen ellos, los políticos, a
quienes a veces la presión de los hechos les hace abandonar la acostumbrada
cautela. Se trata de continuar en la política como sea, porque la política es ya una
profesión de por vida, y da igual si se tiene o no formación y experiencia para el
desempeño de los cargos públicos.
La profesionalización de la política viene dada por los atractivos anexos a la
práctica de la política; práctica ciertamente lucrativa, que hace que muchos se
acerquen a ella, y que, una vez instalados, no la abandonen. La remuneración de
la actividad política fue valiosa inicialmente porque permitió que cualquiera
pudiera dedicarse a la política y contribuyó a la igualdad en el acceso a los cargos
públicos. Pero también tiene su lado negativo, cuando la remuneración es la
causa de la permanencia en los cargos públicos, cuando se profesionaliza la
política. En los años setenta, una importante y frecuentemente citada encuesta
de D. Herzog (1975) proporcionaba un elocuente testimonio para Alemania: el

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