España y la independencia mexicana en la prensa nacional, 1821-1829
| Author | Marco Antonio Landavazo, Claudia Aguilar Ávila |
| Pages | 107-134 |
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ESPAÑA Y LA INDEPENDENCIA MEXICANA
EN LA PRENSA NACIONAL, 1821-1829
Marco Antonio LANDAVAZO
Claudia AGUILAR ÁVILA
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
INTRODUCCIÓN
Al nacer formalmente como país en 1821, México debió enfrentar dos gran-
des retos: organizar un gobierno eficaz e insertarse en un orden internacional
complejo. El primer reto se resolvió de una manera que era previsible entonces:
el establecimiento de un gobierno monárquico constitucional moderado, que ha-
bría de sostenerse en el orden jurídico vigente en todo lo que no contraviniera el
Plan de Iguala, mientras no se elaborara una constitución propia por las futuras
cortes. Se establecería una Junta Provisional Gubernativa en la que recaería el
poder legislativo, que nombraría una Regencia compuesta por tres personas que
ejercería el poder ejecutivo, que convocaría a elecciones para nombrar a los dipu-
tados a Cortes y que cesaría en sus funciones cuando se nombrase al emperador.
Es verdad que pronto se produjeron disputas de diversa índole, sobre todo entre
quien terminó finalmente electo emperador, Agustín de Iturbide, y el poder legis-
lativo, que tendrían consecuencias fatales para la estabilidad política del imperio;
como haya sido, lo cierto es que inicialmente se pudo sortear ese primer reto 1.
Pero el segundo presentaba dificultades muy particulares, porque se tenía
mucho menor capacidad para incidir sobre el contexto internacional y porque
ese contexto, por lo demás, se había vuelto extremadamente complejo a partir
de 1815, luego de que ese año, en el mes de junio, se produjera la derrota de
Napoleón Bonaparte; Rusia, Prusia y Austria formaran la Santa Alianza; y se
1 Véanse al respecto Carlos BOSCH GARCÍA, Problemas diplomáticos; Josefina Z. VÁZQUEZ, «Los
primeros tropiezos», pp. 737-744; Jaime DEL ARENAL FENOCHIO, Un modo de ser libres; Timothy E.
ANNA, El imperio de Iturbide; Ivana FRASQUET, Las caras del águila.
MARCO ANTONIO LANDAVAZO / CLAUDIA AGUILAR ÁVILA
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firmara el Tratado de Gante entre Gran Bretaña y Estados Unidos, con el cual
este último consolidó su independencia y se fortaleció en el plano mundial 2. No
es gratuito por ello que una de las primeras acciones del gobierno provisional del
primer imperio mexicano —la Regencia encabezada por Iturbide— haya sido la
designación de José Manuel Herrera como titular de la Secretaría de Negocios y
Relaciones Interiores y Exteriores, el 4 de octubre de 1821, quien desplegó de
inmediato, a su vez, una intensa labor ministerial y diplomática, sobre todo con
Estados Unidos, Colombia, Perú, Brasil, Gran Bretaña, Francia y España 3.
La importancia del entorno internacional fue advertida muy pronto por la
prensa de la recién emancipada nación. En el Prospecto de El Farol, periódico po-
blano que empezó a publicarse en octubre de 1821, se informó de que su propó-
sito esencial era «explicar los puntos a que deberá contraerse la ley fundamental
de nuestro naciente Imperio», pero publicaría también artículos de «variedades»
sobre varios puntos, entre ellos, «rasgos históricos documentados» para escribir
«la historia americana con relación cuando menos a esta provincia y a las tres
que tiene limítrofes»; y también notas sobre «noticias nuevas y comprobadas, así
de este reyno como de otros». En un artículo sobre educación publicado en el
núm. 3 del mismo periódico, por otra parte, se afirma que el imperio, a la hora de
confeccionar su propia constitución, no debía perder de vista los «sacudimientos
horrorosos» que han padecido ingleses, franceses y españoles, «a pesar de sus
decantadas instituciones sociales por la divergencia de opiniones y costumbres» 4.
Para el nuevo país, los vínculos con España constituían el asunto más grave
en materia de relaciones internacionales, por razones más que obvias: la inde-
pendencia de México se había producido respecto de la corona española, la que,
por otra parte, muy pronto expresó a través de las Cortes su rechazo a dicho
rompimiento. En febrero de 1822, en efecto, el poder legislativo español desco-
noció los Tratados de Córdoba que, firmados por Iturbide y el último gobernante
español, Juan O’Donojú, habían refrendado el Plan de Iguala. Se plantearon así
los términos de las relaciones de facto entre la vieja monarquía europea y la na-
ciente nación mexicana: de permanente conflicto, empezando por la amenazante
presencia militar en el reducto de la isla de San Juan de Ulúa y terminando por la
negativa a reconocer la independencia 5.
2 Josefina Z. VÁZQUEZ, México, Gran Bretaña y otros países; Pierre RENOUVIN, Historia de las
relaciones internacionales, pp. 3-50.
3 Decreto de la Regencia, de 4 de octubre de 1821, en La diplomacia mexicana, vol. 1, p. 3. Ya
en su «Sesión segunda preparatoria» celebrada en la villa de Tacubaya, dos días antes de la entrada del
Ejército de las Tres Garantías a la capital del país, la Soberana Junta Provisional Gubernativa había esta-
blecido cinco «comisiones», entre ellas la de Relaciones Exteriores; y cinco días después, en la sesión de
30 de septiembre, nombró a sus integrantes: Manuel de Heras Soto, conde de Casa de Heras, Lic. Juan
Francisco Azcarate y Lezama, y Mariano de Sardaneta, marqués de San Juan de Rayas. A los tres meses,
por su parte, la Comisión presentó a la Junta un interesante Dictamen sobre las relaciones internacionales
de México. Véase al respecto Marco Antonio LANDAVAZO, «De la monarquía al mundo», pp. 411-432.
4 «Prospecto», El Farol, núm. 1, Puebla, 4 de octubre de 1821, s. n. p.; «Educación», El Farol,
núm. 3, Puebla, 11 de noviembre de 1821, p. 23.
5 Véanse al respecto Jaime DELGADO, España y México en el siglo
XIX
; Agustín SÁNCHEZ AN-
DRÉS, «La búsqueda de un nuevo modelo», pp. 451-474; id., «De la independencia al reconocimiento»,
pp. 24-32.
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