Anexión y restauración: las conflictivas relaciones hispanodominicanas durante el siglo XIX

AuthorDomingo Lilón
Pages59-77
59
ANEXIÓN Y RESTAURACIÓN: LAS CONFLICTIVAS
RELACIONES HISPANO-DOMINICANAS DURANTE
EL SIGLO XIX
Domingo LILÓN
Universidad de Pécs
INTRODUCCIÓN
Los vaivenes de la política europea, especialmente la francesa, británica y
española, conllevaron a que el Caribe, en especial la isla de La Española, pasara
durante gran parte de su historia por diferentes periodos de dominación extran-
jera. Un ref‌lejo de esto lo representa aquella famosa quintilla de la época, obra
del padre Vásquez, la cual reza así: «Ayer español nací/a la tarde fui francés/a la
noche etíope fui/hoy dicen que soy inglés: no sé qué será de mí» 1.
Y es que desde 1492, año de su «descubrimiento», La Española, Haití y Re-
pública Dominicana, hasta el siglo XX fueron siempre objeto y sujeto de la po-
lítica imperial de las grandes potencias, principalmente España, Francia, Gran
Bretaña y Estados Unidos 2. Tras ser el primer territorio conquistado y colonizado
por España, centro de partida de las diferentes expediciones que conquistaron y
colonizaron los nuevos territorios del imperio español, fue allí también donde se
crearon las primeras ciudades europeas, monumentos e instituciones en el Nue-
vo Mundo (Santo Domingo, la primera ciudad europea en América, la primera
catedral, el primer hospital, los primeros tribunales y legislación). Pero el descu-
brimiento para la metrópoli de territorios más ricos, México y Perú, contribuyó al
ocaso de La Española. Entre 1606-1607 se dieron en la isla las devastaciones del
entonces gobernador Osorio, que consistieron en la reubicación de las poblacio-
1 Emilio RODRÍGUEZ DEMORIZI, Poesía popular dominicana, p. 17.
2 Juan BOSCH, De Cristóbal Colón; Germán ARCINIEGAS, Biografía del Caribe; Karin SCHÜLLER, «La
Española como objeto», pp. 103-111; David GEGGUS, «The Great Power», pp. 111-125; Laura MUÑOZ,
Geopolítica, seguridad nacional y política exterior.
DOMINGO LILÓN
60
nes hacia el sur, contribuyendo con ello al asentamiento de franceses en la parte
occidental de La Española, los cuales provenían en su mayoría de la isla La Tor-
tuga. Con ello se constituyó el segundo núcleo (francés), que acabaría teniendo
grandes repercusiones en el desarrollo histórico y político de la isla.
Con el Tratado de Nimega (1676), España reconocía la existencia de la colo-
nia francesa en la isla. En 1697, Francia y España f‌irmaron el Tratado de Aran-
juez, mediante el cual España cedía a Francia un tercio de su territorio de La Es-
pañola. El Acuerdo Provisional de Miguel de Atalaya (1773) demarcó la frontera
de ambas colonias, que se hará def‌initivo con el Tratado de Aranjuez de 1777.
En 1795, y tras la f‌irma del Tratado de Basilea, España cedía su parte oriental,
el Santo Domingo español, a Francia, logrando con ello Madrid retener otros
territorios más importantes para la corona. Esta cesión marcaría el desarrollo
histórico de la isla.
HAITÍ, LA REVOLUCIÓN Y EL SANTO DOMINGO ESPAÑOL
La situación económica, política y social de ambas colonias, el Santo Domin-
go español y el Saint Domingue, era enormemente diferente. La población de
ambas colonias era, para entonces, de 103.000 habitantes para la parte oriental
frente a los 570.000 del Saint Domingue 3. Mientras el primero vegetaba, Saint
Domingue brillaba. Para f‌inales del siglo XVIII, en vísperas de la Revolución fran-
cesa, «la colonia de Saint Domingue —la parte oeste de la antigua Española, hoy
Haití— era la que mejores rendimientos producía a sus amos europeos. Explotaba
con la más perfecta de las organizaciones antihumanas, sus riquezas extraordina-
rias facilitaron el rápido crecimiento de la burguesía francesa y provocó, de modo
indirecto, el advenimiento de las condiciones históricas que hicieron posible su
ascenso como clase al poder político revolucionario. La calidad y cantidad de la
producción de la isla de esmeralda superaba con creces la de todas las demás
colonias francesas, inglesas y españolas del inquieto Caribe. Un gran comercio,
almacenes colmados de azúcar, algodón, café, índigo y cacao y tierras sembradas
de espléndidas plantaciones eran el asombro y admiración de los viajeros» 4.
Mientras, el Santo Domingo español era una colonia deprimente. Para la pri-
mera mitad del siglo XVII, en «el territorio español era tal el lamentable estado de
esta hermosa isla, tan rica en todos los dones de la naturaleza, que los cronistas
de la época cuentan que los habitantes ya no tenían de hecho ni siquiera vestidos
para cubrir su desnudez, viéndose obligadas las mujeres a asistir a una misa espe-
cial que se celebraba por la noche para que no fuera vista su pobreza y desnudez,
no atreviéndose a salir a la calle de día. El pan estaba a un precio exorbitante y
podemos creer en la veracidad absoluta de estos informes porque sabemos que
incluso los sacerdotes no tenían pan ni vino para la Eucaristía, mientras que las
iglesias estaban despojadas de sus ornamentos. De hecho, la pobreza de esta co-
3 Valentina PEGUERO y Danilo DE LOS SANTOS, Visión general, p. 114.
4 José Luciano FRANCO, Documentos, pp. 65-66.

To continue reading

Request your trial

VLEX uses login cookies to provide you with a better browsing experience. If you click on 'Accept' or continue browsing this site we consider that you accept our cookie policy. ACCEPT