MOUILHET, Pierre; Discurso Político al Rey, 1618

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París.

[6] Igualmente esta monarquía está compuesta de cuatro órdenes, como los elementos. De la Iglesia, su fuego y su cólera, que debe estar llena de impulsos y de santas atracciones para, con su fe, elevarnos a Dios. De la nobleza, su aire y su sangre que debe animarlo todo con su coraje y rechazar a los enemigos. De la Justicia, su agua y su flema que debe justificar el Estado. Y de la gente, su tierra y su melancolía que debe someterse a las obras y a los artificios de utilidad y retener las leyes y formas que se les da. Y de las propiedades de estos se cualifica la constitución y se forma bien o mal un Estado, según que sus partes estén bien o mal dispuestas, en ellas mismas y entre sí.

[7] [Si la monarquía está mal compuesta], cuatro males principales se encuentran que son contrarios a estos cuatros grandes bienes, bajo los que se encuentran los demás. La irreligión, perteneciente a nuestro juicio, demonio del error y del engaño que con

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su ilusión desvía nuestra piedad del camino verdadero para arrojarla a los precipicios. La guerra, desnaturalizada violencia de la naturaleza inhumana, furor de la humanidad, que la hace deshacerse a sí misma, que pone todo en confusión y perdición y en sus efectos arruina a sus autores y sus causantes. La injusticia, odiosa deformidad de nuestras acciones, ultrajante tiranía de nuestra vida, la madre que alimenta todo vicio, y natural a toda desgracia. La enfermedad, viva miseria de nuestros sentidos, lamentable [8] muerte de todas nuestras comodidades e impedimento de nuestras virtudes.

[16] Paso a la injusticia, ella es...

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