Una metrópoli bizantina

AuthorRosalía Rodríguez López
Pages57-88

Page 57

III 1. La ciudad de constantinopla

Roma fue imitada en algunos de sus edificios por la ciudad que la sucedió, Constantinopla; también conocida como la segunda Roma. Sin embargo, tendemos a pensar que Constantinopla era una más pequeña y menos impresionante imitación de la más vieja ciudad, pero una comparación de los contornos de ambos planos relativiza tal certeza. En términos de población, Roma albergó entorno a un millón de habitantes, pero su número había quizá decrecido durante el siglo III y IV d.C., y quizá caído dramáticamente durante el s. V y VI d.C., hasta la cifra probable de 100.000 habitantes en el 600 d.C. De otro lado, Constantinopla entorno al 500 d.C., había albergado una población aproximada de medio millón; pero indudablemente desde finales del s. V d.C., y durante el s. VI d.C., Constantinopla era la más populosa ciudad de todo el mundo romano. Ahora bien, la nueva capital nunca compitió con Roma en el número y tamaño de sus edificios129.

La historia de la metrópoli está íntimamente ligada a su refundación, que la convertiría en un polo de atracción irremediable; pero tan importante como el acto de refundación (ceremonias de la consecratio y dedicatio, leyenda, dificultad de la elección130, teorías sobre

Page 58

su datación)131, fueron las medidas jurídicas que se adoptaron, para garantizar el éxito de este proyecto político, en aspectos tales como la población, el urbanismo, el aparato estatal y la religión. Constantinopla fue un lugar de reencuentro privilegiado del helenismo y de la romanidad, esto es, una Roma a las puertas de Oriente132.

Page 59

En palabras de Dragon, Constantino previó una capital de 100.000 a 150.000 habitantes en el territorio comprendido dentro de las nuevas murallas (700 hectáreas)133, y para conseguir este objetivo, incentivó con diversas medidas la llegada masiva de emigrantes y de parte de la aristocracia romana134. Pero no sería hasta el reinado de Teodosio I cuando Constantinopla se reafirmó como capital indiscutible del Imperio romano de Oriente135. Verdaderamente, el aumento demográfico que experimentó Constantinopla durante unos 30 años, condicionó el éxito de la fundación. Ya a las alturas del s. V d.C., Constantinopla era un polo casi único de movilidad social en el Imperio; desde mediados del s. IV d.C., las medidas de incitación fueron suspendidas136, para tratar de evitar una nueva afluencia de población, que comprometería peligrosamente el equilibrio (esencialmente fiscal) entre Constantinopla y las ciudades de provincias. Pero los emperadores no tenían ni iniciativas ni medios para controlar esta evolución demográfica y social de la ciudad de Constantinopla137.

Page 60

[VER PDF ADJUNTO]

Constantinopla, en una antítesis entre Roma y el persistente helenismo, se mantuvo hasta el VI siglo en una posición intermedia, de inestable equilibrio. Sólo en el s. VI d.C., con las grandes obras justinianeas, Bizancio acogió, si bien con algún retraso, el sentido espacial tardorromano, dando una propia interpretación138. La disminución de los límites físicos de las entidades urbanas, propios de este periodo, también se experimentó en Constantinopla, que reducido a una fracción de su antigua población. Dentro de las murallas en el s. VI dC vivían, según Croke, alrededor de 500.000 personas, aunque las cifras

Page 61

siempre han sido discutidas139. En esta época la población flotante de Constantinopla era de tal magnitud que Justiniano dictó la Nov. 80140.

En su capítulo primero se dice que el cuestor establecería un puesto de control de la emigración en el que se investigasen los motivos del viaje, lugar de residencia, condición o dignidad de varones, mujeres, clérigos, monjes o monjas, abogados de las ciudades, y agricultores141.

Además, en el capítulo tercero, se expone que este magistrado debía de procurar que los ‘peregrinos’ rápidamente resolviesen sus asuntos para que la estancia en Constantinopla fuese lo más breve posible y se remitiesen a habitar sus ciudades y provincias; esto es, a sus patrias o en todo caso a los lugares de donde vinieron. Con ello se trataba de evitar que en la metrópoli llegasen a residir los perezosos142; incluso evitaba generar la ociosidad que una larga espera podía provocar. Tales escrutinios sobre el clero se reforzaron con otra ley, prohibiendo la entrada de cualquier monje sin una carta de autorización de su patriarca local143. Seguidamente, en el capítulo quinto, esta Novela abordó el tratamiento que se establecía para los parados naturales de Constantinopla. Igualmente estos eran objeto de inspección corporal para determinar su grado de robustez. Dado que no tenían medio decoroso para ganarse la vida, y para que no fuesen una inútil carga para la tierra se les entregaba inmediatamente a los operarios de obras públicas, y a los encargados de las panaderías, y a los que labraban los huertos, y a otras diversas artes y oficios. Así, al mismo tiempo que podían trabajar –lo que también implicaba cambiar su vida ociosa por otra mejor–, se alimentasen. La Novela no admitía que existiera gente ociosa en la ciudad; así que si estos, a los que nos hemos referido, eran natura-

Page 62

les de Constantinopla, y a los que se les había buscado un trabajo lo abandonan por preferir vivir en condición de parados, serían expulsados de la ciudad. Por tanto, se puede decir que los habitantes sanos de esta metrópoli debían desempeñar un puesto de trabajo; pues, la otra vía desembocaba en la delincuencia, y en la consiguiente represión de tales actos por el poder público. A pesar de este despliegue de medios policiales, administrativos y políticos, la situación era difícil de contener, pues el emigrante expulsado solía retornar144.

Muchos, y me refiero a los pobres, que en parte vivían de las annonas, miraban con malos ojos a los que poseían casa en la ciudad, y así cuando sus dueños las alquilaban, muchos vejaban a los inquilinos para que no pagasen los alquileres; y acogiéndolas los inquilinos de buen grado, unos se comían el importe del alquiler, y otros se marchaban de Constantinopla, incumpliendo con los propietarios de viviendas el pago de los alquileres145.

Sobre la denuncia de obra nueva que afectaba a la vista del mar, en la Nov. 66 (63) (538 d.C.), el Emperador se dirigió a Longino, Prefecto de esta ilustre ciudad. En su Prefacio se decía que era justo reprimir y corregir lo que dolosamente se hacía en esta real ciudad en la edificación de casas146. Una constitución de Zenón estableció que las casas distasen entre sí cierta medida, y también Justiniano dispuso alguna cosa semejante en C. 8,10,13, de aplicación no sólo en Constantinopla, sino también en todo el Imperio; en la Novela se añadió que en esta real ciudad nada podía impedir la vista del mar hasta más allá de cien pies, incluso aún desde mayor distancia. Pero, no obstante, se maquinó contra esto con cierto inopinado artificio: Así, algunos, dejando

Page 63

la medida de cien pies, o aún añadiendo a ella algún poco más, edificaban después, si tener ninguna otra cosa, sino como un velo (velum) que hubieren tendido147; también cuando habían quitado la vista del mar con plena potestad, y no se oponían a la ley a causa del espacio de los cien pies, edificaban sin prohibición en el intermedio. Ahora bien, cuando disfrutaban de lo que buscaban, derribaban lo que por su conveniencia fue levantado por ellos, y defraudando así el orden establecido hacían que las casas de los poseedores quedasen privadas de todo recreo. Lo que de ningún modo se quiso que se hiciese en lo sucesivo. El texto dice así:

Praefatio. Causam, quae dolose fit in hac regia civitate circa domuum aedificia, cohibere et emendare iustum credimus. Quia enim certis mensuris distare domos abinvicem Zenonis piae memoriae constitutio dicit, sed et nos aliquid tale sancivimus; sequitur autem in hac regia urbe non posse aliquid ultra centum pedes prohibere maris adspectum, rem gratissimam oportebat quidem forsan et ex ampliori mensura adspectus eis parare, et non eos prohibere. Sed tamen hoc inopinabili quadam machinatur arte. Quidam enim centum pedum relinquentes mensuram, aut etiam parum aliquid huic addentes, deinde aedificant nihil aliud habentes, sed tanquam aliquod velum tetenderint, et quum abstulerint maris adspectum per omnem potestatem, et non repugnantes legi propter centum pedum spatium, interim aedificant sine prohibitione, et dum quod quaerunt potiuntur, deponunt illud, quod propter utilitatem ab eis iniunctum est, sed ita schema circumvenientes omni voluptate extraneas possessorum constituunt domos. Quod de cetero fieri nullo modo volumus.

En el capítulo I se estableció que si alguno hubiere querido imaginar alguna tal cosa y obrar con malicia, no defraudase de tal modo. Si en verdad lo necesitare, podía edificar toda la casa, y alejarse todo este espacio, (nos referimos al de cien pies), haciendo los edificios como hu-

Page 64

bieran de ser necesarios e inevitables para él. Para evitar la privación de la vista hecha por ardiz, en virtud de cierta ficción, no se podían construir paredes para lesión del vecino. Porque así como derechamente la autoridad pública se oponía a los que quitaban las cosas ajenas, y los consideraba dignos de pena, así también estimaba que los que tales cosas maquinaban no eran en nada inferiores en malicia a los que robaban las cosas ajenas. Por lo cual, si al que se atrevía a quitar alguna pequeña cosa en forma de rapiña se le cuadruplicaba la pena por beneficio de la acción de bienes arrebatados con violencia, en la Novela se pregunta cómo no habría de ser necesario obligar al que hizo alguna tal cosa a que quitase lo que por él se hizo, y fuese castigado con otra pena mayor. Esto es, con la de diez libras de oro, que habrían de ser pagadas a los fondos teatrales del Prefecto, para que ninguno fuese mal vecino (según se decía en el lenguaje), evadiendo la ley y burlándose de...

To continue reading

Request your trial

VLEX uses login cookies to provide you with a better browsing experience. If you click on 'Accept' or continue browsing this site we consider that you accept our cookie policy. ACCEPT