Notas conclusivas

AuthorRosalía Rodríguez López
Pages283-291

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— Esta monografía se presenta como una aproximación al urbanismo del s. VI d.C., pues una descripción precisa de la situación edilicia es inabarcable por la vasta extensión del Imperio y por las marcadas diferencias de unas provincias a otras; profundas en ocasiones, incluso en el interior de una misma región. El Imperio se mostraba como un mosaico urbanísticamente muy diverso, con regiones íntegramente distantes en riqueza y vida ciudadana, como lo fueron la próspera Oriente o los fronterizos Balcanes. Además, una visión completa es difícil de obtener, en parte por falta de mayor información arqueológica.

— Las ciudades antiguas habían tenido su máximo esplendor en épocas precedentes; muchas entraron en decadencia a partir del
s. III d.C., y en general lograron adaptarse a los cambios políticos y económicos; pero en el primer tercio del s. VI d.C., la crisis hizo peligrar la supervivencia de muchas de ellas. También hay que tener presente que existían múltiples categorías de ciudades, y la posición geográfica era generalmente determinante; aunque igualmente lo era detentar la sede episcopal, o ser centro administrativo. En los lugares de interior la riqueza dependía de la producción de excedentes agrícolas, aunque ésta peligraba cuando las fronteras eran inseguras. No obstante, la existencia de ciudades y de redes de ciudades, el concepto sufrió una profunda transformación de contenido, y se aproximó más al difuso de “centro de población”: la tipología de establecimientos urbanos y fortificados era muy amplia. Numerosas ciudades se alzaron donde primeramente sólo hubo un fuerte o una

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iglesia. Difícilmente sobrevivieron centros urbanos sin amurallar, y en tales casos la natural geografía defensiva del sitio.

— Las ciudades tuvieron un destino muy desigual. Algunas desaparecieron y muchas se transformaron, bien creciendo o entrando en decadencia. Las nuevas ciudades justinianeas fueron pocas y de tamaño reducido. Representativas fueron Justiniana Prima y Nicopolis, que se construyeron ex novo en lugares provistos de defensas naturales. Sin embargo, ninguna de estas nuevas fundaciones tenía una planificada cuadrícula urbana de calles o insulas regulares para viviendas.

— Globalmente se puede decir que el proyecto urbanístico de Justiniano fue muy ambicioso, además de contar con los mejores arquitectos y la tecnología más avanzada. El programa fue concebido en el marco de la renovatio imperii, y llegó a todas las fronteras del Imperio, fundamentalmente con sus fortificaciones, acueductos, cisternas, puentes, e incluso el desvío del curso de algún río. Pero, mientras la obra De aedificiis relató la labor edilicia del reinado de Justiniano como un proyecto imperial, en su Arcana Historia escribió sobre sus “enloquecidos proyectos edilicios”. Ahora bien, el Emperador no dotó al Imperio de un programa específico de renovación urbanística; no creó una precisa política oficial, sino que, según lo expuesto, mostró en su proyecto político una difusa percepción de los problemas urbanísticos, como se constata en la amalgama de preceptos contenidos en su Compilación. Sin embargo, posiblemente el ritmo de desarrollo y características de su programa estuvo marcado por la gravedad de los acontecimientos (peste, terremotos, migraciones, incursiones bárbaras) y por la complejidad de sus finanzas.

— El nuevo modelo urbano supuso una ruptura con la tradición clásica, y ello se percibe en un cambio de mentalidad espacial que se puede identificar en los siguientes puntos:

- Es dudoso que la población urbana conservase el concepto de autogobierno de antiguos tiempos. Ninguna ciudad construyó edificios que acomodaran una asamblea municipal, ni fora, ni gimnasios, ni en general otros espacios de ocio.
?

Los comercios tendieron a trasladarse desde el foro o el ágora hasta las calles porticadas, como ya se percibe también en

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el Código teodosiano. Ahora bien, sólo un pequeño número de artesanos y de tenderos vivía dentro de las fortificaciones ?

Todas las ciudades disponían para su seguridad de impresionantes fortificaciones. Las amplias murallas urbanas fueron abandonadas por recintos defensivos de modestas dimensiones, que protegían a la reducida población...

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