Prólogo

AuthorRosalía Rodríguez López
Pages9-11

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“Alguien puede preguntarse si algún país puede tener gobernante tan magnífico. Su gloriosa memoria ha perdurado a través de los siglos hasta hoy”.

Dante, Paraíso, VI.

Si hubo en la historia un hombre que configurara su siglo ese hombre fue Justiniano. Hijo de un simple campesino balcánico, se eleva, gracias a su tío Justino y a su fuerte carácter, a lo más alto del Imperio romano. Hombre antiguo, convencional, a la par que innovador y trasgresor, es tan capaz de recrear y renovar el Imperio romano, su derecho y, en suma, su historia milenaria, como de romper todos los convencionalismos casándose con la hija de un domador de osos del hipódromo de Constantinopla o construyendo un edificio religioso, Santa Sofía, de tal magnitud y forma que asombró durante siglos a quienes lo contemplaron y que aún hoy corta el aliento por su belleza y atrevimiento arquitectónico.

Es Justiniano un hombre, un emperador, difícil de evaluar y lo fue ya en su propio tiempo. Hora presentado como el modelo de gobernante de un gran Imperio, hora como “el “Príncipe de los demonios”, hora condenado a los infiernos, hora elevado a los altares, Justiniano desconcertó a quienes lo conocieron y descoloca a los historiadores contemporáneos, provocando que estos viertan ríos de tinta intentando comprender y analizar sus logros y fracasos.

Hoy día Justiniano es tan actual como siempre y las obras dedicadas a él o a su tiempo, se han multiplicado en los últimos veinte años con una profusión asombrosa.

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No obstante, Justiniano, que fue el primer Augusto romano en ostentar el título de “Emperador de los romanos” (Agatías, V,14,1) ofrece aún suficiente campo y debate como para que mis colegas historiadores sigan llenando estanterías y estanterías.

Pero una cosa es llenar de libros y sesudos estudios las estanterías de las empolvadas bibliotecas de las universidades y otra muy distinta captar, atrapar, comprender, a Justiniano y su tiempo de una forma clara, tangible y vívida. Esto último sólo lo pueden hacer los historiadores con mayúsculas, aquellos que como Plutarco, no se conforman con narrar una historia, sino que se afanan en comprenderla y aún más, en hacerla presente ante los lectores.

La profesora Rosalía Rodríguez López ha hecho precisamente eso en este libro. Tomando un tema aparentemente árido y erudito, el del urbanismo y la legislación a él ligada en tiempos de Justiniano, lo despliega y analiza con la precisión del orfebre, pero lo dota al mismo...

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