Populismo y transformaciones de la democracia

AuthorMiguel Ayuso
ProfessionUniversidad Pontificia Comillas (Madrid)
Pages45-68
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POPULISMO Y TRANSFORMACIONES
DE LA DEMOCRACIA
Miguel A
Universidad Pontificia Comillas (Madrid)
. INCIPIT
El asunto del populismo tiene muchas caras, todas conecta-
das, por lo que –para ser rigurosos– el examen de una no puede
prescindir de las otras. De manera que, aunque estas páginas se va-
yan a centrar especialmente en los aspectos políticos, no pueden
dejar de tener presentes los ideológicos, sociológicos o jurídicos
que le son conexos, y de los que tratan otras de las contribuciones
de esta obra, concebida orgánicamente.
Desde el ángulo político, el gran tema es el de la relación en-
tre populismo y democracia. Que no parece unívoca. Pues, de un
lado, el populismo se contempla con frecuencia por sus adver-
sarios como una amenaza para la democracia, mientras que –de
otro– sus partidarios se reclaman como los verdaderos demócra-
tas. Es cierto que tal ambigüedad del populismo, así contemplada,
refleja la de la propia democracia 1. No sólo en la historia, sino
también contemporáneamente. Recuérdese, en lo que toca a la
1 Miguel A, «Dos democracias y dos derechos públicos», en Miguel
A (ed.), De la democracia «avanzada» a la democracia «declamada», Madrid, Marcial
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Miguel Ayuso _____________________________________________
primera, la distinción entre dos democracias, una clásica y otra
moderna, la primera forma de gobierno y la segunda (pretendi-
do) fundamento del gobierno 2. Así, como, en cuanto a lo segun-
do, no sólo la compleja evolución de la democracia liberal, sino la
pretensión de acogerse a su manto sanador de toda suerte de to-
talitarismos (los regímenes comunistas se definieron a sí mismos
«democracia popular) y autoritarismos («democracia orgánica»
fue el nombre que eligió al efecto el régimen del general Franco).
Dejando de lado este último aspecto, conviene concentrarse en
los dos primeros.
. L « »
La democracia clásica no es sino un modo de designación
de los gobernantes y se ha dado, con mayor o menor intensidad,
según tiempos y lugares, en casi todas las épocas de la historia.
La democracia moderna, por su parte, aunque parece funcionar
como la clásica y se asemeja exteriormente a la misma 3, en reali-
dad es otra cosa:
Primero porque se reputa la única forma justa de gobierno,
de manera que las demás quedan rebajadas a la condición de for-
mas inmorales 4. Lo que resulta paladinamente ajeno a la concep-
Pons, 2018, pp. 17 y ss. Texto del que me sirvo abundantemente en las primeras pági-
nas que siguen.
2 Véase Jean M, On ne se moque pas de Dieu, París, Nouvelles Éditions
Latines, 1957, pp. 61 y ss. Veinte años después, si bien confirmará la mayoría de sus
observaciones, no dejará de revisar algunas de ellas en Les deux démocraties, París,
Nouvelles Éditions Latines, 1977. En las líneas siguientes glosamos y anotamos sus
razonamientos.
3 Madiran afirma demasiado resueltamente a nuestro juicio que la democra-
cia moderna funciona como la clásica. ¿No será más bien, como hemos escrito, que
parece funcionar como la clásica? Como vamos a ver la divergencia entre ambas no
sólo es teorética sino también sociológica y funcional.
4 El magisterio social católico no ha dejado de protestar por el abuso. Cfr.
S P X, Notre charge apostolique (1910), § 23: «¡De esta manera, la democracia es la
única que inaugurará el reino de la perfecta justicia! ¿No es esto una injuria hecha
a las restantes formas de gobierno, que quedan rebajadas de esta suerte al rango de
gobiernos impotentes y peores?».

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