MAYERNE TURQUET, Louis; La Monarquía Aristodemocrática, 1611

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o gobierno compuesto & mezclado con tres formas de Repúblicas legítimas en los Estados Generales de las Provincias de los Países Bajos,

París, Berjon-Jean Le Bouc.

(1550?-1618)

[Libro I], De los principios & causas de la política en general & del orden & disposición de esta obra.

[2] Teniendo, pues, que tratar del establecimiento, conservación y arreglo de los Estados, proponemos con gran razón tener como

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maestro a Dios, creador del mundo y del universo, y como patrón y ejemplo al que imitar en el orden que ha establecido en sus criaturas, que llamamos naturaleza [...]. Al contrario, si [aquellos que no sigan en política el orden de Dios] quieren adivinar o emplear y hacer valer solamente sus discursos, su trabajo será en vano y no podrán evitar caer en el error y en la confusión. Porque tales personajes, para hacer una obra digna del cargo que tienen, deben conocer y saber qué hay en los Estados y cuales son las auténticas causas [de su existencia]. Sobre las cuales, si investigan cuidadosamente, verán que es en Dios y en la naturaleza en donde se encuentran todas [...].

[3] [...] parece, sin embargo, suficiente que los autores de la mayor parte de estas [políticas], en todas las naciones de las que tenemos conocimiento, no siempre han visto el firme vínculo de las partes en su todo, ni mantenido el camino recto que conduce al verdadero fin de toda buena República bien instituida. Y con ello, que es lo que podemos subrayar del antiguo orden, ha sido a lo más producto de algún desorden precedente y éste es, nuevamente, empleado y confundido con los príncipes, que aunque sean buenos están mal aconsejados pues el viento les hace girar a favor de su voluptuosidad y apetito violento que no les permite seguir, ni siquiera discernir, los malos de los buenos consejos, si se le han dado, ni de contenerse en los términos que exige un principado paterno y real.

[13] Mostrando que este poder soberano debe mantener al Estado recto [asentado] sobre sus fundamentos y sin contradecir las leyes de Dios y de la Naturaleza, para ello reconocemos a los Estados Generales, en todo evento, como sus primitivos y naturales conservadores, al igual que los reyes son recíprocamente protectores de la dignidad y autoridad de los estamentos. Tratándose en esta ocasión sobre sus deberes y obligaciones mutuas, deben honrarse entre sí, socorrerse y defenderse mutuamente.

[29] Bajo todo orden y administración de las diversas cosas mencionadas se...

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