ANÓNIMO; Discurso de la Excelencia de la Realeza Francesa, 1591

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dedicado a Monseñor de Retheloys.

[Sin paginar] Porque las tinieblas y confusiones a las que nos vemos reducidos, bien nos dan a conocer que la realeza es nuestra luz y que sin ella no nos podemos guiar, ni cuidar de los precipicios que nos rodean por todas partes. Pero el contagio de esta en-

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fermedad mental que se desarrolla ahora mismo es tan venenoso que parece haberles cegado y hecho perder todo el conocimiento a los hombres, como si ella los hubiese transformado y hubiera vuelto letárgicos a unos, a otros frenéticos, sin recordar que son súbditos, que tienen un rey, un reino y unas leyes reales por las cuales han florecido durante tanto tiempo y con tamaña prosperidad. Esperemos que cuando haya pasado el vigor del absceso recordarán quienes son, Franceses, conciudadanos, [co]miembros de un mismo cuerpo y que detestarán a quien les haya puesto en este frenesí. Es por ello que no hay que dejar de medicarles, advertirles, amonestarles, por todos los otros medios que sea posible para hacer avanzar su enmienda como para hacerles conocer sus faltas, porque el ser consciente de la enfermedad es el comienzo de la salud.[...]

[sin paginar] Porque como es cierto que [Dios] es desde siempre el rey soberano, no podemos dudar de que el rey sea el segundo tras Él, que es el primero por delante de todos [los hombres], que no tiene su feudo sino de Él, que no reconoce más que a Él, que no se arrodilla sino delante de Él. De esta forma podemos decir que el primer fundamento de la realeza es que ha nacido de Dios, que ésta fluye del cielo a la tierra y que su antigüedad es tan augusta que no hay nada que le pueda ser comparado. De tal forma que cuando creó el mundo no quiso dejarla plantada en un sitio concreto, como tampoco quiso sentarse visiblemente en su trono terrestre, por temor a cegarnos y fulminarnos con grandes rayos y los resplandecimientos de su presencia incompresible, por ello ha colocado a los reyes terrestres, para guardar su sitio en la tierra, para mandar allí, para representar su imagen y la grandeza de su gloria. De donde se puede extraer un argumento casi divino y segundo fundamento de la realeza, que sólo ella puede ser el legítimo gobierno de la tierra, siguiendo el ejemplo de la realeza celeste, porque al igual que no hay más que un Dios para todo, no se requiere más que un rey para un Estado. [...] Incluso los filósofos han extraído de esta fuente natural los principios de su doctrina política, diciendo...

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