BODIN, Jean; Los Seis Libros de la República, 1576

Pages104-107

Page 104

A monseñor de Faur, señor de Pibrac, consejero del rey en su consejo privado,

París, Iacques Puys, Librero sujeto a la Samaritaine.

(1530-1596)

Prefacio,

Puesto que la conservación de los reinos e imperios y de todos los pueblos depende, después de Dios, de los buenos príncipes y de los sabios gobernantes, es razonable (monseñor) que todos les asistan, sea para mantener su poder, sea para ejecutar sus santas leyes, sea para doblegar a los súbditos por palabra y escrito, para que puedan tener éxito en el bien común de todos en general y de cada uno en particular. [...]

Es pues, una incongruencia de gran peso en los asuntos del Estado, y de consecuencias peligrosas, enseñarles a los príncipes reglas de la injusticia con las que asegurar su poder mediante la tiranía ya que, en todo caso, no hay fundamento más ruinoso que éste. Porque cuando la injusticia armada de fuerza no tiene fundamento toma el camino del poder absoluto que se aferra a las pasiones vio-

Page 105

lentas del alma, haciendo que la avaricia se convierta de repente en confiscación, el amor en adulterio, el furor colérico en la muerte. Y como al igual que el trueno estalla antes que el rayo aunque parezca lo contrario, también el príncipe depravado por las influencias tiránicas hace pasar la pena antes que la acusación y la condena antes que la prueba, siendo este el medio más idóneo que se pueda imaginar para arruinar a los príncipes y a su Estado.

[1] Libro I, Capítulo I. Cual es el fin principal de la república bien ordenada.

República es un recto gobierno de varias familias y de lo que le es común, con poder soberano [...].

[6] Y sin embargo, es muy cierto que la República no puede estar bien ordenada si se descuidan, totalmente o por mucho tiempo, las actividades ordinarias, el dictamen de justicia, la guardia y protección de los súbditos, de los víveres y provisiones necesarios para el mantenimiento de aquellos. Tampoco puede el hombre vivir durante largo tiempo [7] si el alma se contempla con tanta vehemencia que nos olvidamos de comer y de beber. [...] Lo mismo su-cede con la República bien ordenada, cuyo fin principal reside en las virtudes contemplativas, aunque las acciones políticas sean previas y las menos ilustres deben ser las primeras, como tomar las medidas necesarias para mantener y defender la vida de los súbditos y, sin embargo, tales acciones están relacionadas con las morales y aquellas a las intelectivas, cuyo fin es la contemplación del más...

To continue reading

Request your trial

VLEX uses login cookies to provide you with a better browsing experience. If you click on 'Accept' or continue browsing this site we consider that you accept our cookie policy. ACCEPT