Víctor Méndez Baiges. La tradición de la intradición. Historias de la filosofía española, 1843-1973 (Tecnos, Madrid, 2021)

AuthorManuel Jesús López Baroni
PositionUniversidad Pablo de Olavide, Sevilla, España
Pages663-664
Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 16 - 2021 - [655-675] - issn 1885-589X
663
Víctor Méndez Baiges.
La
tradición de la intradición.
Historias de la filosofía española,
1843-1973
(Tecnos, Madrid, 2021)
El periodo que se analiza en el libro prác-
ticamente coincide con el desarrollo de
nuestra disciplina, la filosofía del derecho,
esto es, desde mediados del siglo XIX hasta
la muerte del dictador Franco. En efecto, el
envío de Sanz del Río a Alemania y la pos-
terior recepción del krausismo en nuestro
país abrió un frente intelectual que oponer
a la escolástica española: el krausopositi-
vismo. Cuando nos sumergimos en la dic-
tadura, la oposición a la misma se articuló
desde diferentes frentes, desde el comu-
nismo hasta la Tercera España, rescoldo
de aquella forma de idealismo alemán tan
extraño, y desde la democracia cristiana (la
minoritaria que no había claudicado ante la
orgía nacionalcatólica) hasta el falangismo
converso a la democracia. En este contexto
se analiza el papel fundamentalmente de
quienes se quedaron.
Pues bien, a partir de la obra que comen-
tamos, podríamos clasificar a los pensa-
dores de nuestro país en seis grupos. En
primer lugar, los kamikazes, que se empe-
ñaron en destruir la dictadura ejerciendo
una oposición intelectual abierta, sin ma-
tices ni vacilaciones. Era como estrellar la
cabeza una y otra vez contra los muros de
El Escorial, que simbolizaba, como decía
Ridruejo, el “Estado de piedra” franquis-
ta, de ahí que fuese una empresa conde-
nada al fracaso y que costara la profesión,
la salud y la moral a quienes ejercieron
este tipo de confrontación.
Tras ellos se situaron, como segundo gru-
po, los marranos. No estaban de acuerdo
con el régimen, pero se guardaron de
manifestarlo; eran antifranquistas, pero
obtuvieron sus cátedras en plena dictadu-
ra; eran demócratas de corazón, pero no
arriesgaron lo más mínimo. La última obra
de Ortega, La idea de principio en Leibniz,
simboliza el peaje intelectual a pagar si se
quería promocionar en la dictadura. En
efecto, quienes cruzaron el Rubicón y so-
metieron a una oportunista crítica la des-
pedida de Ortega recibieron el nihil obstat
del mundo académico.
En tercer lugar estaba la izquierda no
marxista, no franquista, no nacionalcató-
lica, no exiliada, no perseguida, etc., con
tantos noes que nadie sabía exactamente
qué eran ideológicamente, pero que tam-
bién prosperó académicamente. Lo más
relevante no fue su humano instinto de
supervivencia, sino que a este grupo cupo
el honor de escribir la historia de la oposi-
ción, esto es, señalar a los buenos y a los
malos, convirtiendo su relato en la narra-
tiva oficial de la oposición al franquismo
que han recibido como legado las gene-
raciones posteriores. El carné de opositor
oficial a la dictadura fue el equivalente, en
la Transición, a la crítica a la última obra
de Ortega y Gasset.
En cuarto lugar estaba el clericalismo inte-
lectual, escolástico o no, franquista, mas
no necesariamente, pero, en cualquier
caso, legitimador de la dictadura con sus
ideas, tesis, libros, militancia y axiomas
medievales. Este grupo se encargó de
fundar buena parte de las secciones de
filosofía en las universidades españolas,
copar los cargos institucionales, dirigir las
principales revistas y, en general, repre-
sentar internacionalmente a nuestro país.
Siguen ahí.
En quinto lugar estuvieron los tránsfugas,
de un lado a otro, pero también del otro
a este. Quienes trajeron la II República

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