El uso de las Redes Sociales como instrumento de campaña electoral. La experiencia norteamericana

AuthorAntonio Dorado Sánchez
PositionDoctorando en Programa de Ciencias Sociales y Jurídicas en la Escuela Internacional de Doctorado de la Universidad Rey Juan Carlos
Pages427-451
Revista inteRnacional de Pensamiento Político - i ÉPoca - vol. 16 - 2021 - [427-451] - issn 1885-589X
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EL USO DE LAS REDES SOCIALES COMO
INSTRUMENTO DE CAMPAÑA ELECTORAL.
LA EXPERIENCIA NORTEAMERICANA
THE USE OF SOCIAL NETWORKS AS AN ELECTORAL
CAMPAIGN TOOL. THE AMERICAN EXPERIENCE
Antonio Dorado Sánchez
Universidad Rey Juan Carlos, Madrid, España
antonio.dorsan@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-3164-500X
Recibido: diciembre de 2020
Aceptado: julio de 2021
Palabras clave: Campaña Electoral, Redes Sociales, Medios de Comunicación, Big Data, Internet, Estados
Unidos.
Keywords: Electoral Campaign, Social Networks, Media, Big Data, Internet, United States.
Resumen: Desde la aparición de la llamada Web 2.0 en los años noventa, las Re-
des Sociales se han convertido en un elemento central de las campañas electo-
rales a nivel mundial. Sin embargo, su uso y carácter decisivo no siempre ha sido
el mismo, sino que ha ido evolucionando conforme se han ampliado los recursos
técnicos disponibles. En este artículo se analiza la influencia y el uso que se ha
hecho de las Redes Sociales a nivel electoral a través de las últimas ocho campa-
ñas presidenciales estadounidenses (1992-2020), así como sus retos de futuro.
Abstract: Since the advent of the so-called Web 2.0 in the 1990s, Social Media
has become a key element of election campaigns around the world. However, it
has not always been as used and decisive as it is today, it has evolved along with
the available technical resources. This article discusses the influence and use
of Social Media fore electoral purposes through the last eight U.S. presidential
campaigns (1992-2020), as well as their future challenges.
1. Introducción
El principio de libre competencia por el poder o, como lo define HAURIOU (1966: 249-
254) la existencia de una elección disputada para el acceso al gobierno, se configura
como un elemento clave y definitorio de las democracias occidentales1. Sin embargo,
la libertad de dicha competencia −o, mejor dicho, la efectividad de esta− dependerá
1. Según este autor, las dos características principales que presenta la democracia en Occidente son
la falta del carácter contractual de las relaciones entre el elector y el elegido, así como el carácter de
disputado de las elecciones a celebrar. (HAURIOU (1966: 249-254))
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en gran medida de múltiples factores que
rodean a cada elección.
Dichos factores podrán ser, –entre otros
y dependiendo de la época y tipo de sis-
tema político en que nos situemos– eco-
nómicos, sociales, culturales, o incluso
raciales o de género. Sin embargo, todos
ellos claudican en nuestro actual sistema
político ante un factor determinante: el
control de la opinión pública y los factores
que influyen sobre el mismo.
En un sistema como el occidental, ba-
sado en la designación de magistraturas
políticas por sufragio universal –directo o
representativo– y en el que se garantizan
unos estándares mínimos de transparen-
cia y fiabilidad del sistema de elección, el
control de la opinión pública resulta un
elemento definitorio de la contienda elec-
toral2. En esta línea, MARAVALL (2008:
89-127) pone en valor la importancia del
saber crear un estado de confrontación po-
lítica a favor de los intereses propios como
medio de inclinar el favor del electorado.
Otros autores como LOEWENSTEIN (1964:
418-421)3, BISCARETTI (1965: 357)4 o el
2. Así lo entiende la mayor parte de la doctrina,
no solo la especícamente electoral sino también
por parte de politólogos y constitucionalistas.
A tal n, puede cotejarse en el ámbito constitu-
cional, SÁNCHEZ AGESTA (1965: 54-55). En
materia electoral véase, ARNALDO (173-191).
y SARTORI (2012: 169-200.)
3. Este autor hace una verdadera llamada de aten-
ción ante la encrucijada en que, a su juicio, se
encuentra la libertad política por la entrada en la
arena electoral del poder de los nuevos medios
de comunicación. La pertenencia de muchos de
esos medios a empresas privadas y la progresiva
mercantilización de su uso, pone de maniesto,
señala, la necesidad de una intervención estatal
regulatoria.
4. BISCARETTI DI RUFFIA destaca las prin-
cipales limitaciones existentes en Italia en ma-
teria de propaganda electoral y apunta que ésta
ya citado HAURIOU (1966: 264-272)5,
centran su atención en la trascendental
influencia que tiene el dominio del medio
idóneo de cada momento el proceso de
conquista de la opinión pública.
Opinión pública y competencia electoral
son, por tanto, dos elementos indisolu-
blemente unidos en un sistema político
pluralista, entendiendo como tal, según
TORRES DEL MORAL (1985: 135-136),
aquél en el que la política se concibe
como un equilibrio entre consenso y
disenso,6 y en el que el resultado electoral
se basa, obviamente, en los votos de la
mayoría de los electores.
Sin embargo, ni el concepto −o, mejor di-
cho, el alcance− de opinión pública, se
ha mantenido inalterable con el paso de
los años, ni cuál sea el medio idóneo para
conseguir penetrar en dicha opinión pú-
blica es ajeno al devenir de la historia y
más concretamente a los avances e inno-
vaciones tecnológicas.
deberá comprender la propaganda indispensable
y respetar parámetros de proporcionalidad para
salvaguardar la igualdad de oportunidades entre
contendientes.
5. HAURIOU destaca, igual que lo hacía
LOEWENSTEIN, la importancia del dinero
como vía denitoria del acceso a los medios y, en
consecuencia, como método de conquista de la
opinión pública ante el rápido aumento de su im-
portancia en las campañas electorales en EE.UU.
y Gran Bretaña.
6. Para tener ampliar el concepto de pluralismo,
véase TORRES DEL MORAL (1985: 131-154)
que lo dene como aquél que deende al indivi-
duo frente al estatalismo y al Estado frente al indi-
vidualismo. En el ámbito de lo político, este autor
concluye que el pluralismo político lleva a enten-
der el sistema político como un proceso de nego-
ciación que conduce al compromiso, al menos en
cuanto a las reglas del juego y en el que el Estado
acepta, sin asumir ninguna como propia, la exis-
tencia de diversas tendencias y siempre bajo el res-
peto a las reglas constitucionales preestablecidas.

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