Extraños en tierra extranjera - El riesgo oculto de la migración: aumento del tráfico de niños

BANGKOK - Con el telón de fondo del estruendo de la música procedente de un popular local nocturno de Bangkok, un niño de corta edad vende goma de mascar a un grupo de turistas sentado a las puertas del establecimiento. No tendrá más de ocho o nueve años. Preguntado por su procedencia, responde "Tailandia". ¿Qué lugar de Tailandia", inquiere uno de los clientes. El niño se encoge de hombros y, tras sortear nuevas cuestiones, acaba admitiendo que, en realidad, proviene de la vecina Camboya.

Cerca del lugar donde se desarrolla la escena, su "vigilante" observa lo que ocurre. El niño es miembro de un "equipo" de menores explotados para mendigar, abrillantar zapatos, vender flores y, en ocasiones, lamentablemente, para venderse a sí mismos.

Este niño pequeño, desaliñado y descalzo es, casi con plena certeza, víctima del tráfico de seres humanos, vendido por sus padres o tutores a un traficante, o llevado por un intermediario a la gran ciudad para "encontrar trabajo". A menudo, el intermediario es un pariente o un amigo de la familia que acaba vendiendo el menor a un tercero. Algunos niños no volverán nunca a ver a sus familias.

Este tipo de explotación es habitual en muchas regiones del mundo, incluido el sudeste de Asia. Existe tanto demanda como oferta, lo que supone un importante obstáculo para la erradicación de las peores formas de trabajo infantil, un mandato asignado a la OIT mediante diversos convenios internacionales, entre los que figura el Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil (núm. 182), adoptado de manera unánime por sus Estados miembros.

El aumento de las migraciones añade una nueva dimensión al problema del tráfico de niños.

Una nueva encuesta (Nota 1) patrocinada por la OIT y realizada por el Gobierno de Laos (República Democrática Popular de Laos) confirma los temores de que la migración internacional, al menos en el caso de Laos, expone a muchas personas a la posible explotación ejercida por traficantes. Numerosos migrantes no son conscientes de los riesgos que genera una migración deficientemente preparada y poco informada, y de las dificultades que pueden encontrar en el extranjero. Es esta vulnerabilidad lo que explotan los traficantes de seres humanos, y los menores, en especial las niñas y las mujeres jóvenes, constituyen sus objetivos prioritarios.

La encuesta efectuada en tres provincias de Laos puso de manifiesto que, desde que abandonaron sus hogares, no se tenía noticias de más del 50% de los migrantes menores de 18 años de edad, lo que resulta sumamente preocupante. La gran mayoría de estos desplazamientos migratorios se había realizado en el plazo de los tres últimos años.

En cerca del 7% de los casi 6.000 hogares laosianos consultados había migrado algún miembro de la familia, y uno de cada cinco de los migrantes era menor de 18 años. Dos tercios eran niñas.

Aunque los resultados del estudio de Laos son turbadores, el país es uno más entre varios Estados del sudeste asiático en los que las migraciones mal preparadas, la pobreza, la arraigada desigualdad de género y la falta de información crean el entorno perfecto para que los traficantes de seres humanos ejerzan su labor.

Casi ningún rincón del mundo se encuentra a salvo. Las víctimas suelen ser "elegidas" en un país, enviadas a otro y, en ocasiones, transitan a través de un tercero.

Sin embargo, el tráfico no es sólo un fenómeno internacional. En China, el candente desarrollo económico de las áreas urbanas situadas a lo largo del litoral oriental ha dado lugar a una oleada humana de migración del medio rural a la ciudad. Sólo en la provincia de Henan, se cree que un porcentaje tan sorprendente como el 28% de los 96 millones de habitantes de la región ha emprendido desplazamientos de este tipo.

Esta intensa migración interna contribuye a alimentar el frenético crecimiento económico de China, y no cabe duda de que la mayoría de los migrantes sacan partido de su traslado. Sin embargo, la estampida hacia las ciudades brinda una ruta idónea para su seguimiento por los traficantes de seres humanos. Las niñas y las jóvenes constituyen una presa fácil, víctimas inconscientes de un tráfico que las conduce a la industria del "entretenimiento" o a un matrimonio forzoso.

Veamos por ejemplo la historia de Mei, de 13 años de edad.

Mei, junto a otras dos compañeras de clase, fueron víctimas de este tipo de tráfico después de acceder a pasear a plena luz del día con dos hombres que habían conocido. Pronto comprendieron que habían sido engañadas y que los hombres planeaban su venta para ofrecerlas en matrimonio. Mei consiguió escapar y alertó a la policía que rescató a sus compañeras.

Aunque la historia tuvo un final feliz, en muchos casos no sucede lo mismo.

Cada día se producen casos de niños víctimas del tráfico de personas, cuyo destino es la prostitución o la mendicidad, la servidumbre en condiciones similares a la esclavitud, a menudo como trabajadores del servicio doméstico, y otras formas de explotación y trabajo forzoso.

El tráfico se presenta como un sector sombrío y pujante, pero los esfuerzos dedicados a sacar a la luz este comercio clandestino de la miseria humana, y a encontrar nuevas vías para combatirlo, permiten vislumbrar un rayo de esperanza.

Mediante la ejecución de un proyecto del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC), la OIT fomenta la toma de conciencia por parte de niños, padres y líderes de las comunidades respecto a los peligros de las migraciones deficientemente preparadas e informadas.

El Proyecto Subregional de Mekong para el Combate al Tráfico de Niños y Mujeres de la OIT actúa en cinco países: Camboya, la provincia china de Yunnan, Laos, Tailandia y Vietnam.

Los primeros indicios son alentadores.

Tras un ejercicio de sensibilización financiado por la OIT en una aldea situada al norte de Tailandia, salieron a la luz cinco casos de tráfico y explotación de menores de los que no se tenía conocimiento. Cuatro han quedado resueltos.

En algunos pueblos de la provincia de Yunnan, en China, establecidos como objetivo, las migraciones deficientemente preparadas e informadas disminuyeron en más de un 50% después de intervenciones similares a las anteriores.

Asimismo, en Camboya, una de las iniciativas de del proyecto microfinanciación propició el suministro de vacas a los aldeanos, lo que representa una nueva fuente de ingresos que les permite mantener a sus hijos en la escuela. Este "banco bovino" hizo posible que la aldea entera se beneficiase al "pedir prestadas" las vacas durante la temporada de partos. Se permitió que los aldeanos se quedaran con el primer y el tercer ternero, mientras que la madre y la segunda de las crías se devolvieron al "banco bovino" para continuar el ciclo con otras aldeas.

La erradicación del tráfico en un proceso lento. No obstante, la OIT colabora cada vez más con los gobiernos y los interlocutores sociales del sudeste asiático y del resto del mundo para abordar sus causas estructurales, brindar oportunidades de trabajo decente y establecer canales legales de migración que garanticen un suministro de mano de obra capaz de atender la demanda existente.

Actualmente, gracias a la labor de la OIT y otras entidades, gobiernos, autoridades y familias ricas y pobres cobran conciencia de que el tráfico de seres humanos y la explotación de la infancia priva a sus respectivas naciones de una sociedad más brillante y productiva, en la que los padres puedan sostener a sus familias mediante el trabajo decente y los niños puedan completar sus estudios, brindando la promesa de un futuro de mayor prosperidad para todos.

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Nota 1: Labour Migration Survey in Khammuane, Savannakhet y Champasack 2003.

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