Los niveles mundiales de empleo en las industrias textiles, del vestido y del calzado se mantienen estables. La reunión tripartita de la OIT examina las prácticas laborales en la industria.

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GINEBRA - El informe, preparado para una reunión sectorial tripartita celebrada en Ginebra del 16 al 20 de octubre, señala que la participación de Asia en el empleo total de las mencionadas industrias pasó del 69 al 72% durante el periodo 1995-1998. "Entre los países de Asia", observa, "China es con mucho el principal empleador", y absorbe casi el 20% de la mano de obra mundial. En 1998, China fue también el mayor exportador mundial de prendas de vestir (más de 30.000 millones de dólares).

El empleo creció sustancialmente en Indonesia durante el periodo de referencia y los empleos en las citadas industrias se multiplicaron por más de 2 en Bangladesh. También registraron aumentos Tailandia y Sri Lanka. Otros países que los tuvieron fueron Lesotho, Botswana, Jordania, Kuwait, Túnez y Mauricio, aunque en su mayoría partiendo de una base muy baja. En cifras absolutas, la India es el segundo empleador mundial en las industrias de textiles, vestido y calzado, pero durante la segunda mitad de la década de 1990 el país sufrió un descenso de alrededor un 10% con relación al número de empleos en estas industrias en 1980.

Entre los países que han sufrido pérdidas relativamente altas en el empleo textil durante las dos últimas décadas figuran Polonia, Hungría, el Reino Unido, España, Francia, Hong Kong (China) y Alemania. El informe muestra que el empleo en las industrias del vestido en ambas Américas "disminuyó continuamente a lo largo del periodo 1990-98." Europa vio una caída de casi el 50% de los empleos entre 1990-98, debido en parte al acusado descenso del empleo en Europa central y oriental. Sin embargo, a pesar de esas grandes pérdidas de empleo, "la industria europea del vestido sólo disminuyó su producción en un 10% durante la década de 1990, lo que sugiere un notable aumento de productividad durante el periodo", según el mismo informe de la OIT.

"En general, durante el periodo considerado, el empleo en el sector textil aumentó en los países menos desarrollados, mientras que se perdió en los más desarrollados", resume el informe de la OIT, añadiendo que esta tendencia "no puede sorprender, dado el alto contenido de trabajo que entraña la producción de prendas de vestir."

El informe observa que, a finales de la década de 1990, "algunos de los mayores exportadores de prendas de vestir a los mercados mundiales se contaban entre los países con los mínimos costes laborales, como China, Indonesia, Pakistán y Vietnam, con costes inferiores a los 0,45 dólares por hora. Los salarios promedio por hora en la industria textil "alcanzaban, en general, sus niveles más altos en los países europeos", con una media en torno a los 10 dólares por hora. Japón ocupaba el segundo lugar con 9,40 dólares por hora, seguido de Estados Unidos con 7,64 dólares y Canadá con 6,81.

Según este análisis de la OIT, "las industrias textiles, del vestido y del calzado son un buen ejemplo de industrias globalizadas, en las que la producción y el comercio cambian de ubicación o dirección con relativa facilidad." Esta internacionalización, dice la OIT, "ha retardado en parte el ritmo de crecimiento de los salarios en estas industrias, manteniendo niveles salariales inferiores a los de otros sectores industriales."

Promoción de la Declaración de la OIT

Los delegados participantes en la reunión, que incluye representantes de los gobiernos y de las organizaciones de los empleadores y de los trabajadores de 42 países, examinarán las tendencias de la producción y las prácticas laborales en una industria fuertemente competitiva y cada vez más dominada por grandes grupos multinacionales que se valen de redes de abastecimiento mundiales.

Los delegados pidieron a la OIT que siga promoviendo la Declaración relativa a los principios y los derechos fundamentales en el trabajo, la Declaración tripartita sobre los principios que conciernen a las empresas multinacionales y la política social, así como la totalidad de Convenios y Recomendaciones de la OIT relevantes. La Declaración relativa a los principios y los derechos fundamentales en el trabajo obliga a los 175 Estados miembros de la OIT a respetar los principios que subyacen a los Convenios esenciales, con independencia de que los hayan ratificado o no, y compromete a la OIT a hacer todo lo que esté en su mano para ayudar a los Estados miembros a ponerlos en práctica. Estos principios y derechos son la libertad de asociación y de negociación colectiva, y los relativos a la discriminación, el trabajo forzoso y obligatorio y el trabajo infantil.

Los delegados abordaron en sus debates los múltiples problemas laborales que afectan a la Declaración y a este sector industrial. Solicitaron que se den los pasos necesarios para reforzar las medidas de lucha contra los talleres clandestinos, que siguen siendo comunes en las industrias textiles, del vestido y del calzado, tanto en los países desarrollados como en los que está en vías de desarrollo. El trabajo infantil y el trabajo forzoso son problemas de particular importancia en estas empresas no estructuradas, y el recurso al trabajo infantil está muy extendido en la producción de textiles, prendas de vestir y calzado, en especial cuando existen acuerdos de subcontratación que implican a trabajadores a domicilio.

La discriminación constituye otro problema fundamental. Casi la mitad de la mano de obra mundial dedicada a la producción de textiles, prendas de vestir y calzado son mujeres, sobre las que se ceban las desigualdades salariales. El informe es taxativo al respecto: "Cualquiera que sea la participación del empleo femenino en el empleo total de estas industrias, una cosa parece darse con carácter universal: los salarios de las mujeres en las industrias textiles, del vestido y del calzado son inferiores a los de los hombres." En Europa, por ejemplo, los hombres que trabajan en esas industrias "perciben salarios que son un 20-30 % superiores a los de las mujeres". Buena parte de la inversión del sector estructurado en industrias textiles, del vestido y del calzado se concentra en zonas francas de exportación, que han creado muchos empleos en cifras absolutas.

Las industrias están aplicando cada vez más, de forma voluntaria, códigos de conducta propios, como resultado de la presión ejercida por la sociedad civil y por los medios de comunicación, y también como medio para conseguir una valiosa imagen de marca: un avance que, según el informe de la OIT, demuestra "la aparición entre las empresas de un sentido de responsabilidad social en la economía tendente a la globalización". Pero, aun celebrando tales iniciativas, el mismo informe señala que "por ahora sólo las grandes empresas promueven esas prácticas" y que los resultados que consiguen distan de ser claros. Por eso añade la advertencia de que "todavía se sabe muy poco su impacto social, particularmente en los países en desarrollo".

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(1) Las prácticas laborales de las industrias del calzado, el cuero, los textiles y el vestido. Sectoral Activities Programme. Informe para debate, OIT.

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