Subcontratación y medición de la productividad en la industria estadounidense

Published date01 March 2007
DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-9148.2007.00005.x
AuthorSusan HOUSEMAN
Date01 March 2007
Revista Internacional del Trabajo,
vol. 126 (2007), núm. 1-2
Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2007
Subcontratación y medición
de la productividad
en la industria estadounidense
Susan HOUSEMAN
*
Resumen.
El aumento de la productividad en un sector o una economía es la base
económica de los aumentos salariales. El auge de la subcontratación nacional e
internacional que acaece en los países desarrollados siembra de obstáculos la
medición e interpretación de este indicador económico esencial. Es probable que
ello esté dando unas estadísticas engañosas que exageran la productividad de la
industria estadounidense. La autora expone varios indicios de que la subcontrata-
ción está distorsionando de manera significativa las mediciones de la productivi-
dad. Este factor tal vez sea una de las causas de que el índice de productividad
arroje subidas muy pronunciadas que no se han traducido en aumentos salariales
equivalentes para la mayoría de los trabajadores de los Estados Unidos.
a tendencia reciente y pujante de las empresas de los países desarrollados a
L
subcontratar, tanto dentro de las fronteras nacionales como en suelo
extranjero, constituye un cambio fundamental en la organización de la produc-
ción que tiene consecuencias potencialmente importantes para los trabajadores.
Nos referimos al fenómeno de la intensificación de la subcontratación y el apro-
visionamiento fuera de la empresa, sea dentro del mismo país o en el exterior,
que en inglés se suelen denominar, respectivamente,
outsourcing
y
offshoring
,
y que en este trabajo llamaremos «externización» nacional e internacional. Por
*
Instituto W.E. Upjohn de Investigación en Empleo (Kalamazoo, Michigan). El presente
artículo se basa en un documento de trabajo disponible en
wp/06-130.pdf>. Agradecemos a Mike Harper, Peter Meyer, Anne Polivka, Ken Ryder, Lisa Usher
y Robert Yuskavage, así como a los participantes en un seminario organizado por el Banco de la
Reserva Federal de Chicago, sus comentarios a un borrador anterior y a Mary Streitweisser y James
Franklin que nos facilitaran información pormenorizada sobre el método que emplea la Oficina de
Análisis Económico de los Estados Unidos (BEA) para estimar los insumos y el producto y sobre la
utilización de esos datos para calcular la productividad. Lillian Vesic-Petroic fue una excelente ayu-
dante de investigación. Los errores que hayan quedado en el artículo y las opiniones vertidas corres-
ponden exclusivamente a la autora.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos firmados sólo incumbe a sus
autores, y su publicación no significa en modo alguno que la OIT las suscriba.
70
Revista Internacional del Trabajo
ejemplo, cuando una empresa encomienda el transporte por carretera a un sub-
contratista de su mismo país, ciertas tareas a una empresa de trabajo temporal,
los servicios de tecnologías de la información a una filial extranjera y la produc-
ción de un insumo material igualmente a una empresa del exterior, el sector o el
país en que se llevan a cabo estas actividades experimenta una determinada
transformación, que afecta también, por lo general a las personas que las reali-
zan. Aunque las firmas siempre han utilizado a terceros, nacionales o extranje-
ros, para abastecerse de productos y servicios, los datos de que disponemos
indican que ahora lo hacen con muchísima más frecuencia.
El efecto más preocupante de la «externización» sobre los trabajadores
es que suele conllevar la supresión de empleos y, en el caso de la subcontrata-
ción o «deslocalización» en el extranjero, un descenso del nivel general de ocu-
pación. Esta inquietud se agrava por el hecho de que, en los Estados Unidos y
en Europa, el cese de los trabajadores «sobrantes» tiene unos costos particu-
larmente altos en los sectores que afrontan una competencia internacional
aguda (OCDE, 2005). Aun reconociendo que hay en este proceso ganadores y
perdedores, los defensores de las virtudes de la «externización» sostienen que
ésta eleva la productividad y, por tanto, también la competitividad del sector o
el país. Y como ser más productivos es la base de la mejora de los salarios y del
nivel de vida de un país, los trabajadores en su conjunto deberán salir benefi-
ciados de todo proceso que tenga como resultado una mayor productividad.
Suele pensarse que la «externización» es buena para la productividad
porque los insumos se utilizan de una manera más eficiente (Olsen, 2006). Por
ejemplo, las empresas pueden acudir a agencias de personal para ajustar mejor
su plantilla a sus necesidades de producción reales (Abraham, 1990, y Ono y
Sullivan, 2006), o subcontratar algunas operaciones secundarias a otras empre-
sas nacionales o extranjeras que están más especializadas en ellas (Erickcek,
Houseman y Kalleberg, 2003). Mann (2003) señala que, en el sector de las tec-
nologías de la información, la «externización» internacional de gran parte de
la producción se tradujo en un abaratamiento de los equipos de alta tecnología.
Ello, según esta autora, estimuló la difusión de esos productos y la productivi-
dad de la economía estadounidense. En varios estudios recientes se confirma
que hay una correlación firme entre la «externización» internacional y el alza
de la productividad en los Estados Unidos y en Europa (Amiti y Wei, 2004 y
2006; Egger y Egger, 2006, y Slaughter, 2002)
1
.
En el presente artículo estudiaremos críticamente los nexos que hay en-
tre la «externización» nacional e internacional y la productividad, para lo cual
exploraremos, sobre todo, los problemas que rodean la medición de esta últi-
ma en la industria manufacturera de los Estados Unidos. El crecimiento de la
productividad en este sector se aceleró en los años centrales del decenio de
1990, en los que superó ampliamente al logrado por los servicios, y fue la causa
principal del avance conseguido por la economía del país en este aspecto. En una
1
Véase en Olsen (2006) un repaso de la bibliografía internacional sobre los nexos entre
productividad y «externización».
Subcontratación y productividad en la industria estadounidense
71
comparación con otros catorce países industrializados o de reciente industria-
lización, se comprobó que sólo en dos de ellos la productividad había subido
más que en los Estados Unidos durante dicho decenio (BLS, 2006, cuadro B).
Tras esos datos de productividad se esconde un fuerte descenso del empleo
manufacturero en el país, que se consolidó durante los últimos años noventa y
que se intensificó considerablemente a partir de 2000. En 2005 el empleo en la
industria manufacturera era un 19 por ciento menor que en 1998, y ello a pesar
de que el producto registrado era un 10 por ciento mayor. Ahora bien, la re-
ducción del empleo en este sector coincidió con una mayor «externización» a
empresas nacionales (por ejemplo, de servicios de subcontratación de perso-
nal) y extranjeras (de insumos materiales y de servicios), lo que ha hecho pen-
sar que, en parte, la mejora de la productividad se está impulsando de una ma-
nera mecánica y engañosa.
Aunque parece plausible que la «externización» mejore la productividad
sectorial y nacional, nuestra tesis es que la rápida intensificación de este fenó-
meno complica extraordinariamente la medición de la productividad y la inter-
pretación de los datos acopiados al respecto, por lo que las estadísticas han de
estudiarse con cautela. En cierta medida, es muy posible que el auge de la «ex-
ternización» falsee al alza los índices de productividad o desvirtúe la correla-
ción entre ambas cosas. Conviene ahora que destaquemos dos aspectos gene-
rales de esta cuestión.
El primero se refiere estrictamente al método de medición. Cuando una
empresa da trabajo al exterior, sustituye mano de obra u otros insumos propios
por insumos que compra a terceros, ya sean productos materiales o servicios.
A menos que los precios y las magnitudes de esos insumos comprados se cuen-
ten y depuren cuidadosamente, estarán probablemente infladas las cifras de
productividad sectorial o nacional (en el caso de la subcontratación internacio-
nal). En la práctica, la «externización» no suele medirse bien, lo que nos hace
preguntarnos si ello no estará distorsionando los datos de productividad por
cuanto que una y otra desempeñan un papel cada vez más importante en el
ajuste dinámico de la utilización de los insumos por una economía
2
.
Además de la dificultad de medir los insumos subcontratados, lo que se
computa como incremento de la productividad puede modificarse de manera
significativa cuando la «externización» se acelera considerablemente. Lo que
suele impulsar a las empresas a subcontratar a terceros, ya sea en el país o en
el extranjero, es la posibilidad de aprovechar una fuerza de trabajo barata
(en relación con el producto que genera). Esta forma de ahorrar gastos no con-
cuerda con lo que habitualmente se define o percibe como mejora de la pro-
ductividad, pese a lo cual se registra como tal mejora al calcular la productivi-
dad multifactorial. Ello influye de un modo potencialmente importante en la
2
Por ejemplo, en OCDE (2006, pág. 4) se indica que, pese a la evidente y creciente «exter-
nización» internacional de los servicios, «es poco lo que se sabe del alcance de este fenómeno y de
en qué medida está relacionado con los demás cambios que ocurren en materia económica y
estructural». Más adelante demostraremos que las estadísticas sobre la «externización» nacional e
internacional de los Estados Unidos presentan problemas de medición.
72
Revista Internacional del Trabajo
cuestión de quién se beneficia del aumento de la productividad que arrojan las
mediciones. Aunque resulta imposible determinar hasta qué punto la medi-
ción errónea de los insumos «externizados» y ese ahorro de costos del trabajo
han coadyuvado a la reciente mejora de la productividad industrial registrada
en los Estados Unidos, expondremos algunos datos que demuestran que estas
desviaciones son significativas, por lo que debe prestarse más atención a este
problema.
Pese a que el crecimiento de la productividad es la base que sustenta la
mejora del nivel de vida de los trabajadores, el veloz aumento de la producti-
vidad no se ha visto acompañado en los Estados Unidos de una subida general
de los salarios (Dew-Becker y Gordon, 2005; Greenhouse y Leonhardt, 2006,
y Yellen, 2006). La «externización» nos ayuda un poco a entender esta parado-
ja. En primer lugar, porque produce una sobrestimación de la productividad en
la industria manufacturera y, en el caso de la subcontratación a empresas de
otros países, distorsiona también las estadísticas agregadas. Y, en segundo lu-
gar, porque ejerce una presión a la baja sobre los salarios de muchos trabaja-
dores estadounidenses. Así, el mismo fenómeno que lleva a que se sobrestimen
los índices de productividad favorece en muchos casos que se reduzcan los sa-
larios y, por tanto, que aumente la desigualdad.
Aunque los pormenores del presente artículo se refieren a la medición de
la productividad en la industria manufacturera de los Estados Unidos, los pro-
blemas que planteamos afectan también al cálculo de la productividad de toda
la economía estadounidense y, por lo general, a otras economías industrializa-
das. El desarrollo de la «externización» en los países industrializados complica
considerablemente la medición de las variaciones que acusan los flujos y pre-
cios de los insumos que entran en el proceso productivo, cambios que han de
registrarse con precisión para poder calibrar exactamente el crecimiento de la
productividad. Además, el auge de la «externización» plantea otras dudas de
orden conceptual sobre lo que miden y lo que deberían medir las estadísticas
de la productividad, con sus implicaciones sobre cómo han de interpretarse és-
tas y a quién benefician los avances registrados.
El concepto de productividad y su medición
Un medio de elevar la productividad es que el trabajo sea más eficiente, pues
así los trabajadores generarán más producto con la misma cantidad de los
demás insumos. Reducir el tiempo de inactividad relativa mejorando la asigna-
ción de los trabajadores a las tareas es sólo uno de los posibles ejemplos de
cómo incrementar de este modo la productividad. Ésta puede elevarse, asi-
mismo, mediante mejoras tecnológicas, que suelen consistir en la adquisición
de bienes de capital más avanzados con los cuales puede acrecentarse la pro-
ducción sin aumentar la mano de obra ni los demás insumos. Se suele estimar,
por ejemplo, que la rápida implantación de la tecnología de las computadoras,
con la automatización de procesos que lleva consigo, ha fomentado en los últi-
mos años el incremento de la productividad en los países desarrollados. Ambos
Subcontratación y productividad en la industria estadounidense
73
métodos se corresponden con lo que la gente piensa que es «mejorar la produc-
tividad». La idea de productividad en un sentido general es fácil de entender,
pero medirla en un determinado sector o en el conjunto de la economía es una
tarea ardua. Los países suelen ofrecer a este respecto dos tipos de estadísticas:
la productividad del trabajo y la productividad multifactorial. Veamos a conti-
nuación cómo se calculan esos dos valores en la industria manufacturera esta-
dounidense.
Medición de la productividad de la mano
de obra industrial
Lo más habitual es medir la productividad del trabajo, operación que en la
industria manufacturera estadounidense se realiza de la siguiente manera:
donde
Q
t
/
Q
o
es el coeficiente de producto en el período actual (es decir, el pro-
ducto del período actual dividido por el producto del período de referencia) y
L
t
/
L
0
es el coeficiente de mano de obra en el período actual (es decir, el
insumo de mano de obra del período actual dividido por el insumo de mano de
obra del período de referencia). En la industria manufacturera, el producto es
el valor, en dólares constantes, de las mercancías que salen de las instalaciones
industriales, cifra que se ajusta con arreglo a las existencias almacenadas y al
saldo neto de los intercambios dentro del sector, es decir, las mercancías que
van de un establecimiento a otro
3
. El insumo de mano de obra se calcula
sumando directamente las horas que trabajan los asalariados de esas instala-
ciones. El crecimiento de la productividad del trabajo a lo largo del tiempo se
calcula así:
Por tanto, la variación porcentual de la productividad a lo largo del tiempo es
igual al cambio porcentual del producto menos el cambio porcentual de la
mano de obra, medido en horas trabajadas
4
.
3
En la cifra de producto que se utiliza en las estadísticas de productividad de la industria
manufacturera de los Estados Unidos no se deducen los insumos materiales y de servicios que se
compran; por tanto, difiere del concepto de producto como valor añadido que se emplea para ela-
borar las cifras estadísticas de productividad de la mano de obra en el conjunto del sector empre-
sarial del país. Esa medida del producto como valor añadido suele utilizarse en las estadísticas
sobre la productividad de la industria manufacturera en otros países, y ha sido empleada también
en las comparaciones internacionales publicadas en BLS (2006).
4
Tomando el logaritmo natural de un coeficiente se reduce la diferencia porcentual entre
el numerador y el denominador.
1) Qt
Q0
÷Lt
L0
,
2) Pt
Pt –1
ln (=
)Qt
Qt –1
ln ()
Lt
Lt –1
ln ()
.
74
Revista Internacional del Trabajo
Este método sencillo de medir la productividad del trabajo tiene limita-
ciones, bien conocidas y aceptadas, que dificultan la interpretación de los re-
sultados. Unas cifras mejores pueden significar que los trabajadores son capa-
ces de producir más con la misma cantidad de los demás insumos o que se han
hecho mejoras tecnológicas, factores ambos que encajan bien en la opinión ge-
neral sobre cómo se consigue incrementar la productividad. También es posi-
ble que un crecimiento de la productividad del trabajo obedezca simplemente
a la sustitución de mano de obra por otros insumos. Especialmente pertinente
para el objeto del presente artículo es que el resultado de «externizar» deter-
minadas operaciones a subcontratistas nacionales como las agencias y empre-
sas de trabajo temporal o a firmas o filiales extranjeras se suele computar como
una ganancia de productividad de la mano de obra, no como sustitución de tra-
bajadores industriales del país por trabajadores pertenecientes a otro sector o
a otro país.
Medición de la productividad multifactorial
Para tratar de salvar estos escollos del cálculo de la productividad del trabajo se
mide la productividad multifactorial. Se denomina KLEMS —por capital (K),
mano de obra (L), energía (E), materiales (M) y servicios a empresas adquiri-
dos (S)— a un conjunto de factores por los que se mide también la productividad
de la industria manufacturera estadounidense
5
. Ya se han hecho cálculos anua-
les con este método desde 1987 hasta 2004. Desde el punto de vista conceptual,
no se mide la variación de la productividad de la mano de obra
per se
, sino la de
la productividad en general, es decir, teniendo en cuenta el conjunto de todos los
insumos que intervienen en el proceso de producción. La productividad KLEMS
se calcula de la siguiente manera:
donde
A
t
/
A
t
–1 representa la variación de la productividad multifactorial. Al
igual que cuando se mide la productividad de la mano de obra, aquí el pro-
ducto
Q
son las mercancías en dólares constantes que salen de los centros de
producción una vez ajustadas según las existencias y las transferencias intrasec-
toriales, y
L
es el total de horas trabajadas. El valor del insumo de capital se basa
en el flujo de los servicios que proceden de los bienes de capital, las estructuras,
el suelo y las existencias. Las adquisiciones intermedias
(IP)
, que incluyen los
5
La metodología que se emplea para calcular la productividad multifactorial en todo el
sector privado de la economía es algo distinta de la utilizada en la industria manufacturera. Véase
en BLS (1997, capítulos 10 y 11) un análisis de los métodos y fuentes de datos que se utilizan para
calcular los índices de productividad multifactorial.
3) At
At –1
ln (=
)Qt
Qt –1
ln ()
Kt
Kt –1
wk()
[ln +Lt
Lt –1
wl()
ln
+IPt
IPt –1
wip ()
ln ],
Subcontratación y productividad en la industria estadounidense
75
insumos materiales y de energía y los servicios comprados a empresas, se suelen
medir en dólares corrientes una vez deflacionados con los precios correspon-
dientes. Para calcular la productividad multifactorial es necesario agregar de
alguna manera los diversos insumos que intervienen —o, en este caso, sus fluc-
tuaciones logarítmicas—. Así, a las horas trabajadas se agregan los insumos
materiales comprados: los kilovatios/hora que se han consumido, los servicios a
empresas por los que se ha pagado, etcétera. Como factores de ponderación (
w
k
,
w
l
y
w
ip
) se utilizan los porcentajes medios de cada insumo dentro de los costos
totales de producción en dos períodos sucesivos,
t
y
t
–1. Así, la variación porcen-
tual de la productividad multifactorial equivale simplemente a la variación por-
centual del producto menos un promedio ponderado del cambio porcentual del
conjunto de todos los insumos, donde el factor de ponderación es la proporción
media de cada insumo en los dos períodos.
Si bien el emplear como factor de ponderación los porcentajes que les co-
rresponden en el costo total es una forma intuitivamente digna de confianza
para ponderar las variaciones porcentuales de las distintas categorías de insu-
mos, esta agregación está también justificada teóricamente en determinados
supuestos muy estrictos. Estos supuestos, tomados de un modelo sencillo de
equilibrio general, consisten sobre todo, para los fines del presente artículo, en
que todos los factores son retribuidos por el valor de su producto marginal, es
decir, que el salario o el precio que se paga por un insumo refleja el valor del
producto que generaría otra unidad más de ese mismo insumo. Como explica-
remos más adelante, sin embargo, los índices de productividad tratan de hacer
un diagnóstico de un proceso de ajuste dinámico al que es especialmente difícil
aplicar un modelo sencillo de equilibrio general; además, al haber diferentes
categorías de insumos que se sustituyen ampliamente entre sí, la interpretación
de esos índices se complica aún más.
La «externización» y la medición de la productividad
multifactorial
Del notable crecimiento de la subcontratación nacional e internacional de
determinadas operaciones productivas se derivan al menos dos problemas
para las cifras de productividad multifactorial en la industria manufacturera.
Uno es estrictamente un problema de medición. El otro, de carácter metodo-
lógico, es más importante, pues atañe a los supuestos con los que se establece
el índice de productividad y lo que ese índice debe medir.
Problemas de medición
Los fabricantes que subcontratan determinadas actividades reducen sus insumos
propios de mano de obra y de capital e incrementan los insumos que compran a
terceros. Para que sean exactas, las cifras de productividad multifactorial han de
recoger plenamente la variación que se produzca en los insumos adquiridos. En
el caso de la «externización» nacional e internacional, sin embargo, esos insumos
76
Revista Internacional del Trabajo
comprados no suelen medirse bien. Acopiar con detalle datos sobre los insumos
de los sectores es una tarea difícil y costosa, por lo que los institutos de estadística
han concentrado tradicionalmente sus recursos en medir con precisión los insu-
mos que, a su juicio, son más importantes, como, por ejemplo, la energía. Aun-
que la Oficina de Análisis Económico estadounidense (BEA) elabora unas
tablas de insumo-producto que dan una estimación general de las mercancías
que utilizan todos los sectores, estas estadísticas no son ni mejores ni peores que
los datos en los que se sustentan, los cuales son muchas veces insuficientes. La
escasa precisión de algunas estimaciones de insumos no sería un escollo para los
cálculos de productividad si no hubiera mucha sustitución entre unos insumos y
otros. Sin embargo, dada la pujanza actual de la «externización» nacional e inter-
nacional, es de temer que la medición inexacta de esos insumos esté arrojando
unos datos cada vez más inexactos del incremento de la productividad en varios
sectores; y la subcontratación con empresas extranjeras falsea también las cifras
de productividad del conjunto de la economía.
Los datos de que disponemos indican que, en la industria manufacturera
estadounidense, elementos importantes de la «externización» nacional e inter-
nacional están infravalorados, lo cual implica, a igualdad de los demás factores,
que hay una sobrestimación de la productividad multifactorial. Las agencias de
subcontratación de personal y empresas afines, que acumularon el 10 por cien-
to del crecimiento neto del empleo asalariado en los Estados Unidos en los
años noventa, son un ejemplo manifiesto e importante de «externización» na-
cional como la que ocurre en otros países. Aunque a los trabajadores contra-
tados por una agencia de personal se les destina a una empresa cliente en la que
suelen trabajar codo con codo con los empleados de ésta, figuran como asala-
riados de la primera. Se han hecho estudios rigurosos, tanto generales como
monográficos, según los cuales aumentó espectacularmente el número de tra-
bajadores cedidos de este modo a la industria manufacturera de los Estados
Unidos, tanto en cifras absolutas como relativas, sobre todo en los años noven-
ta (Segal y Sullivan, 1997; Estevão y Lach, 1999, y Dey, Houseman y Polivka,
2006). Sin embargo, las estimaciones de la Oficina de Análisis Económico con
las que se elaboran las estadísticas de la productividad indican que durante ese
período el porcentaje de trabajadores cedidos por agencias de subcontratación
de personal era bajo y tendía al descenso. Parece que esta discrepancia se debe
a que las estimaciones de la Oficina de Análisis Económico se obtuvieron de
datos poco depurados sobre el trabajo subcontratado en otros sectores distin-
tos de la industria manufacturera, que era, precisamente, el más afectado. Éste
es un buen ejemplo de cómo algunas estadísticas oficiales —y las encuestas en
que se basan— no consiguen captar a veces los rápidos cambios que ocurren
en el uso de la mano de obra y de otros insumos, aun cuando se produzcan en el
propio país.
El veloz crecimiento de la «externización» internacional de insumos ma-
teriales y de servicios por parte de las empresas industriales de los Estados
Unidos plantea una duda de calado aún mayor: si las encuestas actuales son ca-
paces o no de calibrar con exactitud los insumos de que se vale la producción
Subcontratación y productividad en la industria estadounidense
77
de este sector. Los datos que manejan los organismos oficiales para estimar las
actividades «externizadas» en el extranjero proceden de diversas fuentes. Las
estadísticas sobre comercio ofrecen información detallada acerca de la impor-
tación de bienes materiales, importación que la Oficina de Análisis Económico
imputa a los usuarios finales en sus tablas de insumo-producto. Este organismo
realiza encuestas de referencia y encuestas anuales sobre el comercio trans-
fronterizo de servicios con empresas extranjeras que no son filiales; y, en otra
encuesta, recopila información sobre el comercio transfronterizo con empresas
filiales. Las transacciones con no filiales sólo han de notificarse obligatoria-
mente cuando superan el límite de 1 millón de dólares estadounidenses, y las
que se realizan con filiales si los activos de ésta, o sus ventas o sus ingresos ne-
tos, superan los 30 millones de dólares, lo que hace pensar que la «externiza-
ción» internacional de servicios es un fenómeno que está muy insuficientemen-
te registrado (Oficina General de Contabilidad, 2004). Más información sobre
posibles actividades de este tipo puede espigarse de los datos que acopia la Ofi-
cina de Análisis Económico sobre las empresas multinacionales estadouniden-
ses, que notifican sus inversiones extranjeras directas e informan también so-
bre los bienes y servicios intermedios que reciben de proveedores tanto
nacionales como extranjeros, pero sin distinguir unos de otros. En informes re-
cientes de la Oficina General de Contabilidad
(ibíd.)
y de la Academia Nacio-
nal de Administración Pública (2006) se señala con detalle que el acopio de da-
tos presenta lagunas, que las revisiones comparativas no se hacen con la
frecuencia necesaria y que faltan buenos datos de precios con los que estimar
la magnitud de los servicios importados, así como otros problemas que pueden
contribuir a que las cifras de bienes y servicios subcontratados en otros países
sean poco fiables y estén por debajo de sus magnitudes reales
6
.
Aspectos metodológicos
[En la India se puede conseguir] trabajo de calidad un 40 o 50 por ciento más
barato. Es decir, dos cabezas por el precio de una [...] Piense en algo para subcon-
tratar en el extranjero hoy mismo (Brian Valentine, vicepresidente senior de
Microsoft)
7
.
El segundo problema que plantean las estimaciones de la productividad es
más profundo, pues se refiere a la elaboración de las cifras y al marco teórico en
que se basa. Como ya hemos señalado, el cálculo de la productividad multifac-
torial que se efectúa con la ecuación 3 puede derivarse de un sencillo modelo
6
En cuanto a la fiabilidad de los datos sobre precios, muchas transacciones internacionales
se producen en el seno de empresas multinacionales. Algunos investigadores han señalado que los
precios que una empresa paga por los bienes y servicios que le suministran sus filiales en el extran-
jero pueden estar muy influidos por la estructura de la fiscalidad empresarial en el país de que se
trate y, en consecuencia, por el país en el que sea más fácil conseguir beneficios. Por esa razón, es
posible que los llamados precios de transferencia de las empresas multinacionales no coincidan
con los costos reales.
7
Véase la página .
78
Revista Internacional del Trabajo
de equilibrio general. Para que las cifras así obtenidas tengan una interpretación
teórica correcta, los supuestos del modelo han de ser válidos, entre ellos el de
que todos los factores sean retribuidos por el valor de su producto respectivo
marginal y, así, que las diferencias en los precios de los factores reflejen única-
mente las diferencias de productividad de los mismos
8
. Aunque tal vez sea nece-
sario simplificar algunos supuestos para elaborar un modelo viable con el que es-
timar la productividad agregada, hay motivos para pensar que este modelo de
equilibrio general no es el más adecuado para captar el proceso de ajuste diná-
mico que subyace intrínsecamente a los cambios de la productividad. Los su-
puestos de los que parte el modelo no son banales.
Como pone de manifiesto la cita con que encabezamos esta parte, una de
las razones principales por las que las empresas manufactureras recurren a la
«externización» nacional o internacional es el ahorro de costos de mano de
obra. Debido a las innovaciones técnicas, a la supresión de barreras al comer-
cio o a otros cambios que se producen en el mercado, a las empresas les puede
resultar rentable el arbitraje de precios de los factores, aprovechando las dife-
rencias de costos salariales que hay entre su sector y otro de su mismo país, o
entre su país y otro. Una empresa en la que actúa un sindicato y que tiene tra-
dicionalmente unos costos laborales altos puede utilizar los servicios de una
agencia que le subcontrate trabajadores con el fin de reducir los salarios, las
prestaciones, las indemnizaciones (seguro de incapacidad) y otros costos labo-
rales no salariales. Tenemos un ejemplo de esta estrategia en los acuerdos a
que han llegado recientemente la Ford Motor Company y el Sindicato de Tra-
bajadores del Automóvil para emplear, en tareas poco calificadas y en sus pro-
pias instalaciones, a personal cedido por agencias de subcontratación cuyos
salarios y prestaciones son inferiores a los de los trabajadores sindicados per-
tenecientes a la plantilla de la empresa (McCracken, 2007). El crecimiento
—bien documentado— de la importación de insumos materiales y de la «exter-
nización» internacional de servicios suele atribuirse a que la mano de obra ca-
lificada y no calificada es menos costosa en otros países, a los cambios tecnoló-
gicos y a la supresión de barreras comerciales que permite a las empresas
aprovechar las diferencias del costo del trabajo. Si, por ejemplo, una empresa
sustituye a trabajadores propios por mano de obra con contratos atípicos (en
el país o en el exterior), que es más barata pero igualmente productiva, el pro-
ducto por trabajador y hora seguirá siendo el mismo desde su propia perspec-
tiva, pero lo que ahorra al reducir su plantilla se contará en la ecuación 3 como
una reducción neta de los insumos que utiliza y, por lo tanto, como una ganan-
cia de productividad. Y esto es así porque el trabajador subcontratado es con-
siderado como un insumo distinto
(IP)
que el de los trabajadores contratados
8
El supuesto de que los factores sean retribuidos por el valor de su producto marginal res-
pectivo se deriva, a su vez, de los supuestos de que los mercados de productos, de trabajo y de otros
insumos sean perfectamente competitivos, de que los insumos sean sustituibles en el proceso de
producción y, por ello, de que esos valores marginales sean observables. En este modelo se parte
también de que el proceso de producción se caracterice por rendimientos de escala constantes.
Subcontratación y productividad en la industria estadounidense
79
directamente por la empresa
(L)
, y cuando ésta sustituye personal propio por
mano de obra subcontratada el incremento de la proporción del trabajo sub-
contratado dentro de los costos totales
(w
ip
)
es menor que la reducción de la
proporción de los costos totales correspondiente a los trabajadores contrata-
dos directamente
(w
l
)
. Ocurre lo mismo cuando se elaboran las estadísticas de
la productividad agregada del conjunto de la economía.
En la práctica, una empresa puede reducir sus costos subcontratando
mano de obra menos productiva pero notablemente más barata; desde la pers-
pectiva empresarial, el producto por trabajador y hora descenderá, pero se ele-
vará la productividad en la ecuación 3. Tenemos un buen ejemplo de ello en un
informe reciente de McKinsey & Company (2006) en donde se comparan los
costos de I+D que le supone a Cisco Systems (primer productor mundial de
equipos de red) desarrollar
switching routers
con sus propios ingenieros, radi-
cados en los Estados Unidos, con los que tendría si «externizara» esta tarea a
una empresa china, Huawei Net Engine. Según las estimaciones de McKinsey,
los ingenieros de Huawei emplean en el desarrollo de este producto aproxima-
damente el doble de horas que los de Cisco, pero, como los sueldos de los in-
genieros chinos son varias veces más bajos que los de sus homólogos estado-
unidenses, el costo de I+D en China es alrededor de una quinta parte del de los
Estados Unidos. Si Cisco «externizara» su I+D a China y las horas de trabajo
reales se midieran como insumo de mano de obra, descenderían tanto la pro-
ductividad del trabajo como la multifactorial. Sin embargo, dado que el trabajo
subcontratado en China se trata como otro insumo distinto y se pondera con
arreglo a su porcentaje dentro de los costos totales, la productividad multifac-
torial subiría.
Las barreras institucionales y otros tipos de costos de ajuste suelen impe-
dir que las empresas que desean maximizar su beneficio subcontraten de una
sola vez, a agencias con salarios más bajos, la totalidad de un determinado tipo
de insumo de mano de obra, aun cuando les depare al final una ganancia de
rentabilidad. Lo que observamos en la práctica es que esta «externización»,
esta sustitución de plantilla por mano de obra subcontratada, se produce gra-
dualmente a lo largo de un período. Adviértase que si, según la teoría econó-
mica neoclásica, partimos de que el costo de utilizar mano de obra subcontra-
tada, incluido el costo de ajuste, es igual al valor del producto marginal del
último trabajador contratado en cada momento del período, esa sustitución re-
dundará probablemente en un determinado ahorro para la empresa; formal-
mente, ésta realizará este ahorro de costes laborales en el trabajo «inframargi-
nal» que subcontrata. Y, en la ecuación 3, este ahorro se computará como
ganancia de productividad porque, al agregarse todos los insumos, el trabajo
de la plantilla propia y el subcontratado se ponderan por su proporción respec-
tiva dentro de los costos totales, y el descenso de la proporción del primero es
superior al aumento de la del segundo.
Este ahorro de costos ¿debe considerarse como una ganancia de produc-
tividad? Si nos ceñimos a su definición tradicional en las estadísticas de pro-
ductividad de la industria manufacturera, probablemente hemos de responder
80
Revista Internacional del Trabajo
que no. En la actualidad, la medición del insumo de mano de obra de estas es-
tadísticas depende, en cierto modo artificialmente, de la condición jurídica que
tenga la relación de trabajo. Como ya hemos señalado, una empresa puede
ahorrar dinero «externizando» mano de obra a pesar de que le cueste más ho-
ras de labor fabricar el mismo producto. Este ahorro de costos supone una ga-
nancia neta de recursos para la empresa, el sector y el conjunto de la economía,
pero no constituye un aumento de la productividad de los insumos nacionales,
que es, precisamente, lo que debe medir la estadística
9
. La liberalización co-
mercial y los avances técnicos han puesto a las empresas en condiciones de
aprovechar una mano de obra extranjera que es barata desde el punto de vista
de la cantidad de producto que se obtiene por hora, y ello puede conducir a una
redistribución más eficaz de los trabajadores estadounidenses entre unos sec-
tores y otros. Pero, como hemos dicho, los índices de productividad actuales
mezclan las eventuales ganancias efectivas de productividad de los insumos
con los ahorros de costos
10
.
Aun cuando sea preferible depurar estos ahorros de las estadísticas de
productividad, en la práctica es una tarea difícil. Por ejemplo, si se subcontrata
trabajo en el extranjero, sólo se contabilizan los desembolsos que hacen las
empresas para pagarlo, y no las horas de trabajo realizadas por los trabajado-
res foráneos. Si ello se materializa en la importación de insumos materiales, los
precios de éstos pueden compararse con los de otros bienes nacionales seme-
jantes
11
. Pero esta labor tropieza con escollos como la calidad de los artículos
que se vayan a comparar (que puede ser heterogénea) y la imprecisión que
conllevará hacer comparaciones de todos los productos importados con otros
nacionales. Hay que reconocer que las cifras de productividad actuales inclu-
yen el ahorro que se deriva simplemente del precio por hora inferior que tiene
el trabajo subcontratado, y ello afecta de manera potencialmente importante a
9
Una salvedad a esta afirmación es que la reducción de costos lograda con la importación
de bienes y servicios intermedios puede considerarse una ganancia de productividad derivada de
los tratados comerciales y los avances técnicos (que dan a las empresas la posibilidad de conseguir
bienes y servicios más baratos).
10
Se ha debatido intensamente en los últimos años acerca de si la subcontratación y la
libertad comercial deparan beneficios económicos netos a los países desarrollados. Si los trabaja-
dores afectados por la «externización» internacional sufren períodos considerables de desempleo
u otros costos de recolocación, y si esos costos no los tienen en cuenta las empresas cuando deciden
subcontratar determinadas operaciones, la posible ganancia neta que logre la economía estadouni-
dense con esta «externización» será inferior a la obtenida por las empresas mismas. Samuelson
(2004) sostiene que el libre comercio puede producir a la larga un deterioro de la relación de inter-
cambio de un país y, por consiguiente, menoscabar su bienestar si los intercambios comerciales
promueven las ganancias tecnológicas y de productividad en los países con los que se comercia.
Suele emplearse este tipo de argumentos para sostener que los países desarrollados no se van a
beneficiar necesariamente de la globalización de la producción si el comercio fomenta el progreso
tecnológico y eleva la cualificación profesional del capital humano de países como la India y China.
Véanse en OCDE (2006) un análisis de los costos de expulsión de trabajadores y una refutación
de la tesis de Samuelson.
11
Debemos esta idea reveladora a Michael Mandel.
Subcontratación y productividad en la industria estadounidense
81
la interpretación de las ganancias de productividad y a la distribución de éstas
entre los trabajadores y el capital.
Efectos de la «externización» en la medición
de la productividad
En respuesta a las dudas sobre si la rápida aceleración del crecimiento de la pro-
ductividad de la industria manufacturera estadounidense que comenzó en la
segunda mitad de los años noventa no se debió en gran medida al avance de
la «externización» nacional e internacional, la Oficina de Estadísticas Laborales
llegó a la conclusión, en un estudio sobre la medición de la productividad multi-
factorial con el método KLEMS, de que este fenómeno sólo afectaba en escasa
medida al incremento de la productividad y no desempeñó papel alguno en
dicha aceleración (BLS, 2004). Según nuestro análisis anterior, sin embargo, la
medición deficiente de la «externización» nacional e internacional puede llevar-
nos a infravalorar sistemáticamente su magnitud —y, por lo tanto, arrojar un cre-
cimiento de la productividad superior al real— tanto en este sector como en el
conjunto de la economía. Además, al emplear la proporción respectiva de cada
factor en el costo total para ponderar el crecimiento de los insumos, se parte del
supuesto de que las diferencias en la retribución de los factores plasman las dife-
rencias en cuanto al valor añadido por esos factores, supuesto que es particular-
mente poco realista en el caso de la «externización» nacional e internacional. En
consecuencia, el ahorro que se deriva exclusivamente de utilizar mano de obra
subcontratada más barata se considera una ganancia de productividad. Estos
efectos en las cifras de productividad no serían muy preocupantes si fueran
pequeños en la práctica. Aunque no disponemos de información definitiva al
respecto, en la parte siguiente presentamos algunos datos que parecen indi-
car que pueden ser de notable magnitud y, por tanto, deben estudiarse con más
atención.
Influencia de la subcontratación de personal
en la productividad
Aunque no es la única vía por la que está creciendo la «externización» nacio-
nal, es muy importante tener en cuenta esta modalidad de subcontratación en
las estadísticas de productividad de las empresas manufactureras. La actividad
de subcontratación de personal tuvo un auge espectacular en los Estados
Unidos durante los años noventa, en los que llegó a representar el 10 por
ciento del crecimiento neto del empleo en el país. Además, gran parte de este
crecimiento tuvo lugar en la producción industrial y en otras ocupaciones
manuales muy frecuentes en las empresas manufactureras, lo que indica que
fueron éstas las impulsoras principales de la subcontratación de personal en la
economía estadounidense (Segal y Sullivan, 1997, y Dey, Houseman y Polivka,
2006).
82
Revista Internacional del Trabajo
Matthew Dey, Anne Polivka y la arriba firmante hemos elaborado estima-
ciones anuales del número de trabajadores pertenecientes a agencias de subcon-
tratación y empresas de trabajo temporal que fueron destinados a firmas indus-
triales entre 1989 y 2004, para lo cual nos servimos de datos de las Estadísticas
de Empleo por Ocupaciones (OES), de las Estadísticas de Empleo Actual (CES)
y de los Suplementos de Trabajadores Temporales de la Encuesta de Población
Actual (Dey, Houseman y Polivka, 2006). En términos relativos, los trabajado-
res subcontratados por dichas agencias de personal incrementaron el empleo
manufacturero en un 2,3 por ciento en 1989, un 8,2 por ciento en 2000 y un
8,7 por ciento en 2004. Así pues, según nuestras estimaciones, estos trabajadores
constituyen una parte notable y creciente de la población ocupada en la industria
de los Estados Unidos (que, por otra parte, está descendiendo).
Partiendo del empleo manufacturero, ajustado y no ajustado con las ci-
fras de trabajadores subcontratados, estimamos que a esta modalidad de «ex-
ternización» por sí sola le correspondió más o menos un punto porcentual de
la tasa anual de crecimiento de la productividad en este sector de 1989 a 2000
y de 2001 a 2004. Comprobamos, además, que su aportación fue más importan-
te en la segunda mitad de los años noventa que en la primera, lo que puede ex-
plicar, en parte, que el progreso de la productividad del trabajo se acelerara en
los Estados Unidos a partir de 1995.
Nuestras averiguaciones no coinciden con las conclusiones a que llegó la
Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, 2004), si bien los dos estudios no se rea-
lizaron con una base totalmente comparable. Es probable que, al menos en par-
te, la discrepancia tenga que ver con la forma de medir la utilización de servicios
de subcontratación de personal por las empresas manufactureras. Como ya he-
mos señalado, en las tablas de insumo-producto usadas para generar los índices
de productividad multifactorial de la Oficina de Estadísticas Laborales se imputa
a estos servicios una proporción de sólo el 15 por ciento en la tabla de 1992, y aún
más baja, del 5 por ciento, en la de 1997. Esta estimación extraordinariamente
baja de la subcontratación de personal en la tabla de 1997 —en un momento en
el que todos los demás datos apuntaban a un fuerte crecimiento de la misma—
es quizá una de las causas de que la Oficina de Estadísticas Laborales
(ibíd.)
llegara a la conclusión de que la «externización» no tuvo nada que ver en la ace-
leración del crecimiento de la productividad de la industria manufacturera. Parte
de esta discrepancia puede atribuirse también a diferencias de costos laborales
en los casos en que la mano de obra subcontratada es más barata, pero no es me-
nos productiva en la misma proporción.
En el gráfico 1 figuran los índices de empleo y producto de la industria ma-
nufacturera estadounidense entre 1989 y 2004. La distancia creciente que separa
uno y otro refleja el incremento de la productividad simple de la mano de obra,
esto es, la cantidad de producto por trabajador. Una tercera línea representa el
empleo industrial una vez ajustado para incorporar la «externización» a cargo de
agencias de subcontratación de personal, según datos de Dey, Houseman y Po-
livka (2006). Como es evidente, este tipo de «externización» puede explicar en
parte el espectacular crecimiento de la productividad del trabajo en la industria
Subcontratación y productividad en la industria estadounidense
83
manufacturera de los Estados Unidos, pero en modo alguno lo explica en su to-
talidad. Otros factores a los que cabe atribuirlo son avances tecnológicos como
la automatización, la «externización» a otros subcontratistas nacionales y la «ex-
ternización» internacional de servicios y de procesos productivos intermedios. A
continuación estudiaremos el posible efecto de la subcontratación internacional,
y demostraremos que no se mide acertadamente en las estadísticas de producti-
vidad actuales.
«Externización» y aumento de la productividad multifactorial:
¿realidad o medición errónea?
Según un estudio reciente de Amiti y Wei (2006), hay una correlación firme en-
tre la «externización» internacional de servicios y el crecimiento de la producti-
vidad. Estos autores atribuyen a la «externización» internacional de servicios del
11 al 13 por ciento del aumento de la productividad del trabajo registrado por la
industria manufacturera estadounidense de 1992 a 2000. Parten de un concepto
de productividad del trabajo basado en el valor añadido, que procura deducir de
la productividad de la mano de obra el incremento de insumos materiales y
de servicios logrado con la subcontratación internacional.
Aunque este estudio se basa en datos incompletos, según reconocen los
propios autores, aporta una averiguación importante: aun cuando el nivel de
«externización» de servicios al extranjero es relativamente bajo, los servicios im-
portados por la industria guardan una relación estrecha con el crecimiento de la
productividad. La subcontratación en otros países puede fomentar la producti-
vidad de los trabajadores estadounidenses por las vías indicadas por los autores.
Gráfico 1. Tendencias del empleo y el producto en la industria manufacturera
de los Estados Unidos de 1989 a 2004 (índices, 1992=100)
80
90
100
110
120
130
140
150
1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004
Índice, 1992=100
Producto
Empleo
Empleo ajustado con la subcontratación del personal
Fuentes: Dey, Houseman y Polivka (2006) y Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) de los Estados Unidos.
84
Revista Internacional del Trabajo
Una de ellas es la redistribución de actividades: la producción que permanece en
los Estados Unidos se concentra en las labores en las que es más eficiente la fuer-
za de trabajo nacional. Otra es la importación de servicios que fomentan la
eficacia de ésta. Ahora bien, los efectos en la productividad estimados por estos
autores son tan grandes que resultan sorprendentes, lo cual hace dudar de la
exactitud de sus datos y sus cálculos. En realidad, las cifras infravaloran los ser-
vicios subcontratados en el extranjero por las empresas estadounidenses, fenó-
meno que está en auge debido en gran parte a la diferencia de salarios de la fuer-
za de trabajo extranjera; por tanto, es probable que el alza de la productividad
de la industria que Amiti y Wei atribuyen a la subcontratación internacional
acuse errores de sobrevaloración e incluya simples ahorros de costos laborales
que no deben confundirse con un alza de la productividad de los trabajadores
estadounidenses.
Auge de la productividad y la «externización»
en el ramo de la alta tecnología
Es posible que la computadora personal que tenemos hoy en el escritorio esté
diseñada en Taiwán y montada en México, y que los chips de su memoria estén
fabricados en Corea del Sur, la placa matriz en China y el disco duro en Tailandia
(Agrawal, Farrell y Remes, 2003, pág. 6).
Es muy notable el que el crecimiento de la productividad en los años no-
venta se concentrara en el ramo de la alta tecnología, que es donde empezó a
practicarse la «externización» nacional e internacional. Entre 1990 y 2000, el
producto por hora trabajada se incrementó en un 45 por ciento en el conjunto
de la industria manufacturera, mientras que este indicador simple de la pro-
ductividad del trabajo aumentó en un 426 por ciento en las empresas de com-
putadoras y productos electrónicos. Dentro de ellas destacaron mucho sobre
los demás los fabricantes de semiconductores y computadoras, que lograron un
alza de la productividad del 961 por ciento en los semiconductores y de nada
menos que un 1.495 por ciento en las computadoras durante el decenio men-
cionado. Desde el año 2000, la productividad ha seguido subiendo espectacu-
larmente en estos dos subsectores (gráfico 2).
La medición de la productividad multifactorial, en la que se debe restar del
incremento de los insumos la «externización» nacional e internacional, presenta
un panorama parecido: el alza de la productividad multifactorial en la fabrica-
ción de computadoras y productos electrónicos deja muy pequeño al conseguido
por la industria manufacturera en su conjunto (gráfico 3). Recogiendo estos he-
chos, Oliner y Sichel (2000) sostienen que gran parte del crecimiento de la
productividad agregada del trabajo se debe a la incorporación de capital de alta
tecnología, gracias a los avances tecnológicos de las computadoras y los semicon-
ductores, así como al salto de la productividad en las empresas que fabrican esos
productos. Según estos autores, a la producción de computadoras y semicon-
ductores le correspondieron el 58 por ciento del crecimiento de la producti-
vidad multifactorial en 1991-1995 y el 56 por ciento en 1996-1999, así como al-
Subcontratación y productividad en la industria estadounidense
85
rededor del 36 por ciento de la aceleración de la productividad durante todo el
decenio de los años noventa
12
. Oliner y Sichel señalan, igualmente, que estos
porcentajes son extraordinarios habida cuenta de que la cuota de las computa-
doras y los semiconductores en el conjunto de la economía es, en dólares corrien-
tes, muy reducida.
Justificando la concentración del crecimiento de la productividad en esos
dos subsectores, Schweitzer y Zaman (2006, pág. 2) sostienen que «está am-
pliamente aceptado que los avances en la tecnología de los chips han sido el
motor del espectacular incremento de la productividad en el sector de los se-
miconductores y, a su vez, en el de las computadoras». Otros se han pregunta-
do, en cambio, si quizás no se están exagerando las ganancias de productividad
en la producción de equipos de alta tecnología —como fenómeno en sí mismo,
al margen de los avances de productividad que depara el empleo de compu-
tadoras y equipos de alta tecnología en otros sectores—. Son tal vez varios
los factores que fomentan las altas cifras de productividad de este ramo. Se ha
12
Análogamente, según estimaciones de la Oficina de Estadísticas Laborales, dos sectores
industriales, el de la maquinaria industrial y comercial (SIC 35) y el de la maquinaria electrónica
(SIC 36), aportaron el 71 y 69 por ciento, respectivamente, al crecimiento de la productividad mul-
tifactorial en los períodos de 1990-1995 y 1995-2000, y casi la mitad de la aceleración del creci-
miento de la productividad entre el primer período y el segundo. Estas estimaciones se hallan en
un documento inédito de la Oficina de Estadísticas Laborales fechado el 21 de octubre de 2004.
En la antigua clasificación nacional de actividades industriales (SIC), los fabricantes de computa-
doras estaban agrupados en el código SIC 35, y los de semiconductores en el SIC 36; en el sistema
actual, NAICS, ambos figuran en el código 334.
Gráfico 2. Productividad del trabajo: toda la industria manufacturera y el ramo
de computadoras y productos electrónicos de 1987 a 2004
(índices, 1990=100)
0
500
1.000
1.500
2.000
2.500
3.000
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
Índice de productividad, 1990=100
Toda la industria manufacturera
Computadoras y productos electrónicos
Semiconductores y otros componentes electrónicos
Computadoras y equipos periféricos
Fuente: Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) de los Estados Unidos.
86
Revista Internacional del Trabajo
hablado mucho, por ejemplo, de la dificultad de medir exactamente el producto
y los precios en industrias como éstas, que se caracterizan por un avance tec-
nológico muy rápido, lo cual puede arrojar unas cifras muy erróneas
13
. Aquí
nos centraremos en la posible influencia de la «externización» nacional e inter-
nacional en las estimaciones de la productividad tan elevadas que aparecen en
el ramo de las tecnologías de la información.
En varios estudios monográficos se han documentado las innovaciones de
estrategia empresarial que surgieron en el ramo mencionado, entre ellas la «ex-
ternización» internacional de algunas operaciones y servicios, y la utilización fre-
cuente de empresas de trabajo temporal y agencias de subcontratación de perso-
nal para gran parte de las actividades que seguían haciéndose en los Estados
Unidos (Ernst y O’Connor, 1992; Hyde, 2003, y Lazonick, 2007). A principios de
los años noventa ya se había trasladado a países en desarrollo, en busca de una
mano de obra más barata, una parte importante de la fabricación de computa-
doras (Ernst y O’Connor, 1992). Desde una perspectiva más general, Slaughter
(2002) analiza el desarrollo de las redes de producción mundiales en las empre-
sas de alta tecnología, y expone datos sobre el incremento del porcentaje de in-
sumos importados por estas empresas hasta el año 1997. Varios acuerdos de la
Organización Mundial del Comercio (OMC) que redujeron las barreras comer-
ciales en la esfera de la alta tecnología y que coincidieron con la aceleración del
13
Véanse, por ejemplo, Aizcorbe, Oliner y Sichel (2006); Basu y otros (2005); Feenstra y
otros (2005), y Aizcorbe (2005).
Gráfico 3. Productividad multifactorial: toda la industria manufacturera y el ramo
de computadoras y productos electrónicos de 1987 a 2004
(índices, 1990=100)
0
50
100
150
200
250
300
350
400
450
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
Índice de productividad, 1990=100
Toda la industria manufacturera
Computadoras y productos electrónicos
Fuente: Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) de los Estados Unidos.
Subcontratación y productividad en la industria estadounidense
87
crecimiento de la productividad en este ramo durante la segunda mitad de los
años noventa coadyuvaron seguramente a estimular aún más el nacimiento de
redes de producción mundiales
14
. Además, los puestos de trabajo que no salie-
ron de los Estados Unidos pasaron en gran medida a agencias de personal, a
otros trabajadores subcontratados y a subcontratistas independientes (Hyde,
2003). Más recientemente, este sector ha tomado la delantera en la «externiza-
ción» internacional de tareas muy cualificadas para aprovechar la fuerza de tra-
bajo especializada y barata que hay en los países en desarrollo, fenómeno que se
ha visto facilitado por los avances de las comunicaciones, en especial la red In-
ternet (Lazonick, 2007).
En el ramo de las computadoras y los artículos de electrónica, el produc-
to creció extraordinariamente durante los años noventa, mientras que se que-
daba estancado el número de horas trabajadas. Desde 2000 el producto se vie-
ne manteniendo estable, y las horas trabajadas han bajado mucho. Pero es
poco lo que podemos deducir de esas cifras sobre el crecimiento real de la pro-
ductividad, pues gran parte del insumo de trabajo no aparece en este ramo sino
en otras industrias nacionales o en empresas o filiales extranjeras. Para deter-
minar con precisión la productividad es crucial calcular con exactitud el valor
de estos insumos de trabajo y de los materiales adquiridos. Sin embargo, como
ya hemos visto con detalle, debido a que en las estadísticas estadounidenses la
«externización» nacional e internacional no se mide bien, es posible que las ci-
fras de crecimiento de la productividad multifactorial en las industrias de alta
tecnología estén considerablemente sobrestimadas. Además, en la medida en
que el auge de la producción de equipos de tecnologías de la información se ha
concentrado desproporcionadamente en países de salarios bajos, el ahorro de
costos (o «beneficio por comercio») derivado de la «externización» internacio-
nal se suele computar como incremento de la productividad
15
. Aunque las po-
sibles distorsiones de la medición de ésta en las empresas de alta tecnología de-
bido a la «externización» nacional e internacional hayan afectado poco al
cálculo del crecimiento de la productividad en el conjunto de la economía,
debe investigarse expresamente este asunto, sobre todo porque este ramo es el
14
En Slaughter (2002) se hace un buen análisis de tres acuerdos de la OMC: el Acuerdo
sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio, el
Acuerdo sobre Tecnología de la Información y el Acuerdo sobre Telecomunicaciones Básicas.
Este autor cree firmemente que la «externización» internacional es una de las causas principales
de las ganancias de productividad logradas por el sector de las tecnologías de la información en los
Estados Unidos. El autor también alude al papel que puede haber desempeñado en el incremento
de la productividad registrada el hecho de que los costos del trabajo sean más bajos en otros países,
aunque no entra a analizar las consecuencias de ello.
15
En Feenstra y otros (2006) se señala también que la amplia «externización» internacional
de la producción de equipos de tecnologías de la información es posiblemente responsable de los
grandes y sorprendentes incrementos de la productividad en este ramo. Según estos autores, los
índices de precios de los productos que figuran en las estadísticas de productividad no se ajustan
con la rapidez necesaria con arreglo a las variaciones de los tipos de cambio, por lo cual las ganan-
cias comerciales derivadas de estas variaciones se cuentan a veces como ganancias de productivi-
dad. No obstante, reconocen que hay pocos datos empíricos en apoyo de su hipótesis.
88
Revista Internacional del Trabajo
motor del progreso de la productividad logrado por la economía de los Estados
Unidos desde hace más de una década.
¿Por qué es importante comprender los efectos
de la «externización» en la productividad?
Gran parte del vigoroso crecimiento de la productividad logrado por la econo-
mía estadounidense durante el pasado decenio tiene su origen en la industria
manufacturera. A ello hay que añadir que este sector está sujeto, en mayor
medida que cualquier otro, a las presiones de la competencia internacional, y
que el alza de la productividad es un indicador importante de su competitivi-
dad en el exterior. Medir e interpretar correctamente la variación de la produc-
tividad de este sector clave es, lógicamente, una necesidad importante en sí
misma.
Sin embargo, es probable que los sesgos que la «externización» nacional
introduzca en las estadísticas de la productividad manufacturera se subsanen
en los datos agregados: las horas trabajadas que no se cuentan en la industria
se contarán en los servicios, con lo cual se contrarrestarán entre sí (BLS,
2004)
16
. Por tanto, en la medida en que los economistas y gobernantes dan más
importancia a las cifras agregadas que a las sectoriales, la «externización» den-
tro de las fronteras nacionales no debe preocuparnos mucho.
Por el contrario, si a causa de la «externización» internacional las cifras
de crecimiento de la productividad en la industria manufacturera están sobres-
timadas, está claro que esta desviación no va a desaparecer en las estadísticas
agregadas. Y como las empresas están trasladando al extranjero determinadas
operaciones productivas y servicios, en gran parte para aprovechar una mano
de obra cualificada y no cualificada que es barata (con respecto al producto
que de ella se obtiene), para solucionar este problema no basta con mejorar el
acopio de datos al respecto. Como la «externización» internacional es un factor
importante del crecimiento de la productividad agregada, las estadísticas reco-
gen, en parte, los ahorros de costos, pero no los incrementos del producto de
la mano de obra estadounidense, por lo que han de interpretarse con cautela.
Aun cuando la teoría económica sostiene que la mejora del nivel de vida
de una población depende directamente del crecimiento de su productividad,
una de las grandes paradojas de la economía de los Estados Unidos durante los
últimos años es que el crecimiento ha sido considerable pero no ha beneficiado
de manera general a los trabajadores en forma de subidas salariales (Dew-
Becker y Gordon, 2005, y Yellen, 2006). Si sabemos mejor qué miden en realidad
las estadísticas de productividad podremos empezar a entender esta paradoja.
Algunos economistas dicen que la «externización» internacional puede explicar
16
Dando un giro distinto a la cuestión, Ten Raa y Wolff (2001) sostienen que el crecimiento
de la productividad manufacturera puede obedecer a la «externización» de servicios (en los que el
crecimiento de la productividad es más lento), por lo que el auge que ha registrado en la industria
manufacturera estadounidense es simplemente un espejismo contable.
Subcontratación y productividad en la industria estadounidense
89
en parte por qué no ha mejorado realmente la situación salarial de muchos esta-
dounidenses durante este período de rápido crecimiento de la productividad.
En el presente artículo apuntamos que existe una relación directa entre
la medición de la productividad, la «externización» internacional y la desigual-
dad. Es posible que, por una deficiente medición de los insumos intermedios
importados —sobre todo, servicios—, los índices de productividad estén sobre-
valorados. Además, las alzas del índice de productividad logradas gracias a la
«externización» internacional pueden ser en realidad, sobre todo, ahorros de
costos, no incrementos de la cantidad de producto por hora trabajada de la po-
blación activa estadounidense. Así, las cifras de productividad pueden consi-
derarse un indicador no de cómo son de productivos los trabajadores estado-
unidenses en comparación con los extranjeros, sino de lo poco competitivos (o
costosos) que son respecto de los de otros países. Aunque los índices de pro-
ductividad recojan algunas ganancias netas del comercio para la economía na-
cional, no hay motivos para pensar que vayan a disfrutar de estos beneficios un
gran número de trabajadores. El hecho mismo de «externizar» operaciones y
servicios a otros países en los que la fuerza de trabajo es más barata ejerce ya
una presión a la baja sobre los salarios de muchos trabajadores nacionales y, al
mismo tiempo, eleva los índices de productividad por el ahorro de costos que
se logra de este modo.
Las posibles consecuencias de esta ganancia de productividad estimada
no son, sin embargo, puramente distributivas. Con la vista puesta en la renta-
bilidad a largo plazo de la economía estadounidense, no cabe duda de que es
importante saber si los aumentos de productividad se deben a un progreso en
calidad y eficacia de los trabajadores del país, a las inversiones de las empresas
en bienes de capital o a la aportación de una fuerza de trabajo extranjera más
barata. Sería conveniente perfeccionar la medición de los insumos de bienes y
servicios importados con el fin de elaborar unas estadísticas más exactas. Y se-
ría también de desear que se hagan investigaciones sobre la importancia rela-
tiva de cada uno de los factores que intervienen en el avance de la productivi-
dad —incluidos los ahorros debidos exclusivamente a la subcontratación en el
extranjero— con el fin de esclarecer la relación entre el crecimiento de la pro-
ductividad y los resultados económicos en los planos sectorial y nacional.
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