El sindicalismo israelí ante el empleo atípico. El fenómeno de la liminalidad permanente

AuthorGadi NISSIM,David DE VRIES
DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-9148.2014.00216.x
Published date01 September 2014
Date01 September 2014
Revista Internacional del Trabajo, vol. 133 (2014), núm. 3
Derechos reservados © Los autores, 2014
Compilación de la revista y traducción del artículo al español © Organización Internacional del Trabajo, 2014
El sindicalismo israelí
ante el empleo atípico. El fenómeno
de la liminalidad permanente
Gadi NISSIM* y David DE VRIES**
Resumen. Los comités de empresa israelíes se están adaptando a la economía
neoliberal y a las transformaciones laborales concomitantes con una doble pos-
tura: por un lado tratan de hacer frente a esta reformulación del capitalismo para
salvaguardar los derechos de los trabajadores, y por otro aceptan cada vez más
las formas atípicas de empleo. Esta contradicción los sitúa en un estadio de «limi-
nalidad» permanente, en el que sus funciones se reducen a una mera búsqueda de
compromisos y soluciones ad hoc. Como consecuencia, su lucha contra los efectos
adversos del empleo atípico sigue siendo puntual y fragmentada, lo que contribuye
a consolidar estas modalidades de empleo.
En este artículo se describe cómo, ante la hegemonía mundial del
capitalismo neoliberal, los comités de empresa israelíes, que constituyen
una de las instituciones más representativas del sindicalismo en este país, han
entrado en un estadio de «liminalidad» permanente1. En los últimos treinta
años, la economía capitalista ha experimentado cambios vertiginosos. El ca-
pitalismo organizado se ha vuelto caótico, el fordismo ha sido reemplazado
por «el exibilismo» y, en lugar de capitalismo de Estado, ahora predomina el
capitalismo global (Jessop, 1994; Lash y Urry, 1987; Sklair, 1997, 2000 y 2002).
El capitalismo de Estado tradicional se basaba en la producción industrial, y
el equilibrio óptimo entre los representantes de los empleadores y de los tra-
bajadores se alcanzaba mediante un acuerdo corporativo respaldado por el
Estado. Con arreglo a este sistema de relaciones laborales, los empleadores
pagaban un salario justo a los trabajadores, y estos, a cambio, se abstenían de
*
Centro Académico Ruppin; dirección electrónica: gadin@ruppin.ac.il. **
Universidad de
Tel Aviv; dirección electrónica: devries@post.tau.ac.il.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos solo incumbe a sus autores,
y su publicación en la Revista Internacional del Trabajo no signica que la OIT las suscriba.
1 El concepto de «liminalidad», según la descripción de Victor Turner, alude a una fase de
transición donde permanecen pocos de los atributos que caracterizaban el espacio cultural que los
sujetos conocían previamente, pero este aún no ha sido reemplazado por ningún otro. Es un esta-
dio difuso entre un espacio y otro (Turner, 1969).
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plantear reivindicaciones excesivas a pesar de su poder negociador. Es evi-
dente que este equilibrio solo era posible en condiciones de pleno empleo y
de escasez relativa de trabajadores potenciales de reemplazo «más baratos».
El capitalismo globalizado, al imponerse sobre el capitalismo de Estado
y en consonancia con su propia naturaleza «líquida», está debilitando pro-
gresivamente las fronteras del Estado-nación (Bauman, 200 4). Cuanto más
libremente se mueven el capital y el trabajo en el espacio globalizado, a más
riesgos se ven expuestos los trabajadores locales. Como las gigantescas em-
presas multinacionales tienden a operar fuera de las fronteras de su propio
Estado-nación, la resistencia de los sindicatos y del propio Estado a este capi-
talismo globalizado es cada vez más difícil. Con el nal de la época del pleno
empleo, la economía mundial ha ido haciéndose cada vez más competitiva, el
sistema de producción industrial ha perdido la importancia relativa que tenía
en el pasado en benecio de una economía basada en el sector de los servi-
cios y las empresas se han deslocalizado a países con salarios más bajos. Como
consecuencia, la negociación colectiva y el estado de bienestar están desapa-
reciendo gradualmente y, en esta «competición a la baja», los Estados-nación
cortejan activamente al capital en vez de refrenarlo (Boyer y Drache, 1996;
Sassen, 1998; Weiss, 2003). Este proceso cobra aún mayor vigor por el auge de
las instituciones económicas internacionales y los nuevos conceptos que estas
han implantado para denir sus procedimientos de actuación. Desde un punto
de vista político, el cambio en la naturaleza del capitalismo facilitó también el
declive de los partidos políticos socialdemócratas y el auge de grupos con múl-
tiples intereses. Esta fragmentación social y política propició una pluralización
y mercantilización generalizada de la cultura (Lash y Urry, 1987).
Así pues, la globalización incide en la estructura de clases dentro de los
Estados-nación y entre unos Estados y otros. Al reforzar la hegemonía neoli-
beral, agrava las desigualdades, tal como se ha puesto de maniesto con la pér-
dida de todas las conquistas logradas anteriormente en la lucha por la igualdad
(Ram, 2004). La competencia feroz a nivel mundial crea un entorno de crispa-
ción empresarial que empuja a los empleadores a buscar la exibilidad tanto
en lo que respecta al empleo y al trabajo como a las relaciones laborales. En
nombre de dicha exibilidad y de la eciencia, el capital congura un sistema
en el cual los acuerdos individuales reemplazan a la negociación colectiva y
el empleo se reubica en áreas en las que la contratación es más barata y los
trabajadores están menos protegidos. El debilitamiento de las exigencias que
imponía el Estado-nación ha fortalecido el poder de los empleadores inter-
nacionales con respecto a los trabajadores locales. Esta reestructuración ha
venido acompañada de un aumento del empleo indirecto (a través de contra-
tistas o agencias de empleo) y de trabajadores inmigrantes y no ciudadanos,
así como de estrategias de contratación parcial que estratican las plantillas en
función de condiciones de trabajo diversicadas (contratación de varios nive-
les). Estas nuevas modalidades de empleo, atípicas y precarias, tienen conse-
cuencias de gran calado en términos de relaciones laborales y de desigualdad
social, en particular en el ámbito nacional y regional (Goldthorpe y Mcknight,

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