Salarios de subsistencia en el mundo. Nueva metodología de cálculo y comparación

Date01 December 2006
Published date01 December 2006
AuthorRichard ANKER
DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-913X.2006.tb00300.x
Revista Internacional del Trabajo,
vol. 125 (2006), núm. 4
Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2006
Salarios de subsistencia en el mundo.
Nueva metodología de cálculo
y comparación
Richard ANKER
*
os trabajadores necesitan salarios decentes que les procuren, a ellos
L
mismos y a sus familias, un nivel de vida razonable. Hace ya mucho
tiempo que se reconoce esta necesidad de un salario mínimo o «salario
decente». El Papa León
XIII
afirmaba en 1891, en su encíclica
Rerum
Novarum
, que «el salario no debe ser en manera alguna insuficiente para
alimentar a un obrero frugal y morigerado. Por tanto, si el obrero, obli-
gado por la necesidad o acosado por el miedo de un mal mayor, acepta,
aun no queriéndola, una condición más dura, porque la imponen el
patrono o el empresario, esto es ciertamente soportar una violencia, con-
tra la cual reclama la justicia» (citado en Ryan, 1906). En la Constitución
de México, de 1917, se proclama que «los salarios mínimos generales
deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un
jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la
educación obligatoria de los hijos» (citado en Departamento de Trabajo,
2000). En los Estados Unidos, la declaración de intenciones de la Ley
de Normas Laborales Justas de 1938 decía que el salario mínimo era el
que permitiera «mantener el nivel de vida mínimo exigido por la salud, la
eficiencia y el bienestar general de los trabajadores» (citado en Com-
*
Ex funcionario de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra y profesor del
Instituto de Investigación en Economía Política (PERI) de la Universidad de Massachusetts
Amherst. El presente artículo se basa en un documento de trabajo de la OIT elaborado por el fir-
mante en el que expone sus nuevas metodologías para calcular unos umbrales de pobreza y unos
salarios de subsistencia nacionales que sean comparables internacionalmente; los pormenores,
que no reproducimos por razones de espacio, pueden consultarse en el citado estudio (Anker,
2005). El autor agradece a Peter Peek, experto de la OIT, su apoyo y aliento, así como las suge-
rencias recibidas de Joyce Jacobsen, David Kucera, Bill Myers, Janet Nelson-Arazi, Hamid Taba-
tabai, Rachael Giles y Hiep Nguyen; y expresa también su mayor gratitud a Martha Anker por sus
aportaciones.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos firmados incumbe exclusi-
vamente a sus autores, y su publicación no significa que la OIT las suscriba ni se pronuncie sobre
la condición jurídica de ninguno de los países, zonas o territorios mencionados.
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Revista Internacional del Trabajo
merce Clearing House, 1987). Por otra parte, «para que haya libertad, ha
de haber la posibilidad de ganarse la vida y de ganársela dignamente con-
forme a los criterios de la época, de modo que se tenga no sólo lo sufi-
ciente para vivir, sino también algo por lo que vivir» (Roosevelt, 1936,
citado en Harris, 2000).
En los Estados Unidos han proliferado recientemente las ordenan-
zas locales o regionales sobre el salario de subsistencia: hay ya 122 en vi-
gor en municipios o condados, y otras 75 están en estudio, según la Aso-
ciación de Organizaciones Comunitarias por la Reforma Inmediata
(ACORN, 2003). Lo más frecuente es que amparen a los empleados de la
propia administración local o regional y a los de las empresas subcontra-
tadas por el municipio o condado. Aunque en la práctica los trabajadores
cubiertos directamente por estas ordenanzas suelen ser menos del 1 por
ciento de la población activa local (Economic Policy Institute, 2003),
cuentan con ellas muchas de las ciudades principales del país, como
Nueva York, Los Ángeles y Baltimore. Hay asimismo salarios mínimos
vitales en varias universidades, y en las de Georgetown y Washington se
ha reclamado su adopción, mediante sentadas de estudiantes, para los
empleados de la propia universidad y de sus subcontratistas (Democracy
Now, 2005).
También la comunidad internacional ha reconocido la necesidad
de un salario de subsistencia. Así, en el preámbulo de la Constitución
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se afirma que la
paz y armonía universales precisan de la «garantía de un salario vital
adecuado», y en la Declaración relativa a los fines y objetivos de la pro-
pia OIT (de 1944) se subraya su «obligación solemne de [...] fomentar,
entre todas las naciones del mundo, programas que permitan [...] garan-
tizar [...] un salario mínimo vital para todos los que tengan empleo»
(OIT, 1985). Y en el artículo 23 de la Declaración Universal de Dere-
chos Humanos, de las Naciones Unidas, se afirma que «toda persona
que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria,
que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dig-
nidad humana» (Naciones Unidas, 1994, págs. 5 y 6).
Se están desplegando esfuerzos a escala internacional para conse-
guir que en los países de ingresos más bajos los trabajadores reciban un
salario mínimo digno. Por ejemplo, en algunos códigos de conducta vo-
luntariamente adoptados por determinadas empresas se fija la obliga-
ción de pagar en todo el mundo unos salarios que garanticen la subsis-
tencia. En los llamados «Principios de Sullivan», que cumplieron una
función importante en la lucha contra el
apartheid
en Sudáfrica, se afir-
ma que las empresas han de «remunerar a sus trabajadores de manera
que puedan pagarse al menos sus necesidades básicas» (Leon H. Sulli-
van Foundation, 2005). Y en las directrices prácticas Coffee and Farmer
Equity (CAFE) de la empresa Starbucks se mencionan los «salarios de
subsistencia» y se señala que deben pagarse «salarios justos para que
Salarios de subsistencia en el mundo. Nueva metodología
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los empleados puedan satisfacer sus necesidades primordiales» (Star-
bucks, 2004). Asimismo algunos países de ingresos altos presionan para
que en los tratados comerciales internacionales se traten las condicio-
nes de trabajo, entre ellas un salario mínimo aceptable (Departamento
de Trabajo, 2000). Al mismo tiempo, es importante evitar que en estos
acuerdos comerciales internacionales se haga un mal uso del concepto
de salario de subsistencia que abra un camino al proteccionismo de los
países de ingresos altos en contra de las importaciones de los países me-
nos adelantados.
Ahora bien, pese a su importancia, no hay una definición de «sa-
lario de subsistencia» que sea generalmente aceptada, ni tampoco se
coincide en cómo ha de variar según la situación de cada país
1
. Ignora-
mos también, en el caso de muchos países, qué proporción de sus traba-
jadores gana ese salario mínimo vital. Para algunos estudiosos, la pro-
pia complejidad que encierran la definición del salario de subsistencia
y su medición en diferentes países es un escollo insuperable (véase por
ejemplo Brown, Deardorff y Stern, 2002).
En el presente trabajo se expone una nueva metodología para es-
timar los salarios de subsistencia nacionales de manera que sean inter-
nacionalmente comparables, y se pone en práctica con datos de doce
países que representan todos los niveles de desarrollo y todas las regio-
nes del mundo. Este nuevo modelo se funda en un planteamiento claro
y flexible, y sus supuestos de partida se indican claramente para que
puedan modificarse con facilidad. Pueden valerse de él tanto países
como ciudades y empresas para definir y estimar sus salarios de subsis-
tencia respectivos: sólo tendrán que escribir en una hoja de cálculo in-
formática sus propios supuestos, basados a ser posible en un análisis pú-
blico de carácter bipartito o tripartito.
Conocer el salario de subsistencia en todo el mundo puede ser pro-
vechoso para los gobernantes, investigadores y, en general, para todos los
interesados en las políticas en favor de la población pobre o cercana a la
pobreza, pues les proporciona una base objetiva para establecer el sala-
rio mínimo obligatorio a escala nacional, o el mínimo vital vigente en una
ciudad, una empresa o una universidad; también les puede ayudar a de-
cidir la síntesis de medidas sociales, fiscales y laborales más idónea para
afrontar los problemas de pobreza y necesidad. Los investigadores
podrán determinar el número y tipos de trabajadores que perciben una
1
Hasta la expresión «salario de subsistencia» es en cierto modo engañosa, pues incluso los
trabajadores que ganan menos logran subsistir haciendo horas extraordinarias, teniendo varios
empleos o gracias a la ayuda de otro miembro de la familia. Y, evidentemente, muchos trabajado-
res mal remunerados y sus familias viven en la pobreza, en infraviviendas y con dietas nutricional-
mente insuficientes.

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