Los salarios de la economía del cuidado en comparación internacional

Date01 December 2010
Published date01 December 2010
DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-9148.2010.00097.x
AuthorJoya MISRA,Michelle J. BUDIG
Revista Internacional del Trabajo, vol. 129 (2010), núm. 4
Derechos reservados © Instituto de Investigaciones de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD), 2010
Compilación de la revista y traducción del artículo al español © Organización Internacional del Trabajo, 2010
Los salarios de la economía del cuidado
en comparación internacional
Michelle J. BUDIG* y Joya MISRA**
Resumen.El presente artículo versa sobre los salarios de los trabajadores del cuida-
do, es decir, las personas que prestan, en una relación personal, servicios que mejo-
ran la salud, las capacidades o la seguridad de quienes los reciben. Las autoras
comparan la situación reinante en doce países que presentan condiciones económi-
cas y políticas muy distintas. Estos salarios no siempre están infravalorados, pues
hay grandes variaciones internacionales que se deben, ante todo, a las características
de los trabajadores y de los propios puestos de trabajo. Otros factores nacionales que
influyen son las desigualdades salariales, el tamaño del sector público y la fuerza de
los sindicatos.
a incorporación sostenida de mujeres al mercado de trabajo acaecida du-
Lrante las últimas décadas en todo el mundo ha fomentado un crecimiento
colosal de la economía del cuidado en el mundo. En los Estados Unidos, por
ejemplo, la proporción de trabajadores del cuidado remunerados se duplicó
entre 1900 y 1998 (Folbre y Nelson, 2000). A pesar de que merecen sin duda, «el
reconocimiento y la recompensa de la opinión pública» (Folbre 2001, pág. 232),
estas ocupaciones están con harta frecuencia infravaloradas y mal remuneradas
(Cancian, 2000, y Abel y Nelson, 1990). Según estudios basados en datos esta-
dounidenses, el trabajo de cuidado (también denominado «trabajo asistencial»)
está peor remunerado de lo que cabría esperar de las cualificaciones y aptitu-
des que deben poseer los cuidadores y de otras características de los puestos
(England, 1992, y England, Budig y Folbre, 2002). La pregunta que nos plantea-
mos es si el perjuicio salarial es común a todos los países, incluso a los que tienen
distintas políticas económicas y sociales. Si no lo es, ¿a qué características de los
trabajadores y de las políticas nacionales se debe la disparidad de efectos salaria-
les de la pertenencia a la economía del cuidado?
*Departamento de Sociología de la Universidad de Massachusetts, Amherst (Massachu-
setts); dirección electrónica: budig@soc.umass.edu.**Universidad de Massachusetts. Las auto-
ras agradecen sus comentarios a Debbie Budlender, Nancy Folbre, Naomi Gerstel, Janet Gornick,
Miliann Kang, Jennifer Lundquist y Shahra Razavi, y su labor de edición a Karen Mason.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos sólo incumbe a sus autores, y
su publicación en la Revista Internacional del Trabajo no significa que la OIT las suscriba.
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Para averiguar el grado de reconocimiento y remuneración del cuidado en
las distintas circunstancias nacionales, examinaremos las repercusiones salaria-
les de realizar un trabajo de este género. Entendemos por trabajo de cuidado el
que consiste en prestar, en una relación personal, servicios que mejoran la salud
y seguridad de sus beneficiarios o sus capacidades físicas, cognitivas o emocio-
nales (England, Budig y Folbre, 2002). Ello nos permitirá también plantear
otras cuestiones más generales, referidas al género, las desigualdades y el valor
del cuidado en la sociedad (Daly, 2003a, y Razavi, 2007). Compararemos así la
situación en doce países para comprobar si las disparidades salariales entre las
ocupaciones del cuidado y otras ocupaciones obedecen a determinadas caracte-
rísticas de los propios trabajadores y de los puestos de trabajo como, entre otras,
la segregación por sexo —en el plano de la profesión o el sector— o la pertenen-
cia al sector público. Los resultados de la investigación los situaremos en un ám-
bito más amplio, el de las diferencias internacionales en materia de desigualdad
de ingresos, densidad sindical y socialización del trabajo de cuidado. Estudiare-
mos países de muy distintas características, desde naciones ricas que poseen un
buen sistema de protección social, a países que tuvieron hasta hace poco un ré-
gimen socialista y países en desarrollo.
Efectos salariales de la pertenencia a la economía
del cuidado
En investigaciones anteriores se han documentado las desventajas salariales del
trabajo de cuidado en los Estados Unidos. En un estudio longitudinal, England,
Budig y Folbre (2002) comprobaron que en ese país quienes entraban en esta
actividad sufrían por lo general una pérdida de ingresos, y que lograban un in-
cremento cuando se pasaban a otros sectores. Teniendo en cuenta el nivel de
instrucción, la experiencia y las características de los distintos puestos, estas au-
toras estimaron en un 5-6 por ciento el perjuicio salarial que sufrían los trabaja-
dores del cuidado1. Pero lo que no sabemos es si esa desventaja se da también
en otros casos según las peculiaridades del mercado de trabajo y de la política
sociolaboral.
Es posible que los trabajadores del cuidado sufran desventajas salariales
debido a sus propias características personales o a las de sus ocupaciones o a que
los servicios que prestan no son muy rentables. En primer lugar, pueden sufrir
una selección negativa desde el punto de vista de su capital humano (por ejem-
plo, los estudios que poseen) que les conduce al trabajo de cuidado. En segundo
lugar, tal vez presenten otras características que estén infravaloradas en su mer-
cado laboral, entre ellas dos muy frecuentes: ser mujer o ser inmigrante, dos ca-
tegorías que suelen estar peor remuneradas que otras. Y, por último, algunos
rasgos intrínsecos del trabajo de cuidado redundan en un nivel salarial más bajo,
al tratarse de puestos que son a menudo sin cualificar, de dedicación parcial, con
predominio de mujeres o pertenecientes al sector privado no subvencionado. La
1La excepción eran las enfermeras, que presentaban una ventaja salarial del 8 por ciento.

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