La reconstrucción después de la guerra. Kosovo, un pueblo que necesita empleos en un mercado laboral

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GLLOGOVC, Kosovo - Es un frío y lluvioso día de noviembre. Una mirada a la planta metalúrgica bombardeada de Ferronikeli revela el sombrío panorama del futuro de Kosovo, tal como se conoce esta zona en casi todo el resto del mundo. Esta fundición de ferroníquel, en una ciudad industrial situada a 32 kilómetros al sudoeste de la capital, Prístina, empleó en tiempos a 2.000 trabajadores.

Ahora no es más que una carcasa vacía, las vigas de los tejados están retorcidas y ennegrecidas y las cubiertas metálicas cuelgan desde el exterior. Dentro, las naves de trabajo, que en otras épocas relucían a la luz de los hornos, son ahora una masa de maquinaria carbonizada. El único sonido que se oye es el rugido de un tractor solitario que arrastra desechos de chatarra.

"Ya sé lo sagrada que es esta fábrica para nuestro pueblo", afirma Halit Kurumeli, de 48 años, mientras conduce un tractor salpicado de fango que va recogiendo todos los escombros. "Cuando estaba en servicio cobrábamos buenos salarios y llevábamos una buena vida."

El estado en que se halla la planta de Ferrokineli es un símbolo de la situación por la que atraviesa Kosovo en la actualidad. La zona está plagada de decenas de edificios incendiados, antes viviendas, empresas e instituciones, infestada de minas terrestres y profanada por las fosas comunes.

Situación "catastrófica" del mercado laboral.

Para muchos trabajadores, la situación es igualmente desoladora. Un estudio reciente de la Oficina Internacional del Trabajo expone con detalle la situación por la que atraviesan una economía y una sociedad en las que las principales instituciones del mercado laboral han sufrido un hundimiento "catastrófico" en el transcurso de una década que ha presenciado el enfrentamiento civil y la guerra combinados con un brusco descenso del PIB del orden del 50%.

El informe señala que resulta extremadamente difícil obtener datos fiables, debido a los muchos registros oficiales que no han resultado ser fiables o que han desaparecido. No obstante, de la población actual cifrada aproximadamente entre 1,8 y 1,9 millones de personas -en comparación con los 2,3 millones de 1997- sólo unas 469.000 personas (el 35%) de la población de Kosovo en edad de trabajar -cerca de 1.330.000 habitantes- pueden considerarse económicamente activas, mientras que las restantes 861.000 (65%) están económicamente inactivas o carecen de empleo.

Las actividades agrícolas dan empleo a 106.300 personas, aproximadamente el 23% de la población activa. Las mujeres parecen afectadas con especial dureza por el desempleo ya que, según indica el informe, "un gran porcentaje de la población económicamente activa lo constituyen hombres".

"Junto con su sistema de empleo", señala el informe, "se hundió también el sistema salarial de Kosovo". Si bien es cierto que muchas empresas continuaron pagando salarios, durante de la campaña militar de la OTAN y después de ella, los destrozos bélicos dieron lugar al cierre provisional de algunas de las principales empresas fuentes de empleo de la economía de Kosovo. En los servicios públicos, abandonados por los serbios, dejaron de pagarse salarios. Las empresas públicas totalizaban hasta un 80% del PNB de Kosovo, y gestionaban infraestructuras tan capitales como la producción de energía, el abastecimiento de agua, el transporte y las telecomunicaciones, esenciales para el resto de la economía.

Las maquinarias legal y administrativa también han sufrido un proceso de degradación similar. El informe afirma que los sistemas de protección social (encargados de gestionar las pensiones de vejez e incapacidad, así como los seguros de enfermedad y de paro), que ya funcionaban mal antes de la guerra, y el conjunto del sistema legal y judicial que regulaba el empleo y las relaciones laborales colectivas en general se hallan también en situación de colapso.

El resultado, según Lajos Hethy, autor del informe y ex Secretario de Estado del Ministerio de Trabajo de Hungría, es muy similar: "la pérdida simultánea de todas esas estructuras de apoyo significa que las personas empleadas están viendo cómo desaparecen sus salarios, sin perspectivas de trabajo viables, y que los pensionistas y los desempleados han visto cercenados sus ingresos".

"Hay que dar un giro radical a la situación actual del mercado del trabajo y de los sistemas sociales", insiste Lajos Hethy, "para proporcionar empleos, ingresos y protección social a una población que los necesita desesperadamente y que se encuentra en una situación sumamente inestable".

El informe subraya que el problema del empleo no se debe tan sólo al declive de la eficiencia económica y a la acción militar, sino que su origen se remonta a la interacción de varios factores entre los que se incluye la legislación discriminatoria y las prácticas de contratación discriminatorias de la República Federal de Yugoslavia durante la década de 1990. La adopción de la Ley Laboral para Circunstancias Extraordinarias de la República Federal de Yugoslavia condujo al despido de 145.000 albanokosovares de la administración civil, servicios públicos y empresas comerciales.

Estrategias de supervivencia.

La historia de la fábrica de Ferrokineli es un caso paradigmático. En 1991, las autoridades destituyeron a todo el equipo de gestores albaneses. Conservaron su empleo unos 1.250 trabajadores, porque trabajaban en las proximidades de hornos de 1.600 grados celsius.

El Sr. Kurumeli, que trabajaba como operario de carretillas elevadoras en aquella época, fue uno de los considerados "prescindibles" por su oficio. Después de ser despedido, afirma el Sr. Kurumeli, él y su mujer "vivían como perros", ganándose la vida a duras penas a base de tareas agrícolas ocasionales o dependiendo de la ayuda humanitaria para subsistir. El año pasado, cuando la situación empeoró durante una serie de ofensivas en Kosovo, según cuenta el Sr. Kurumeli, se unió a los miles de hombres pertenecientes al Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), refugiándose en las montañas con sus camaradas de armas.

Otros trabajadores despedidos por motivos étnicos encontraron modos alternativos de subsistencia, algunos de los cuales siguen en funcionamiento hoy en día. Muchos se convirtieron en empresarios a tiempo parcial en la economía sumergida, especialmente en la importación de mercancías. Cientos de miles emigraron al extranjero, enviando remesas de divisas a sus hogares de origen.

Muchos albanokosovares se encuentran ahora en Turquía, por ejemplo, para adquirir ropas y materiales baratos a fin de venderlos en un Kosovo devastado por la guerra. En las principales calles de Prístina se puede comprar prácticamente de todo, ya que hay muchos kosovares que se dedican a la venta callejera de mercancías desde sus automóviles. Muchos jóvenes ofrecen cigarrillos de contrabando en cafés, restaurantes y en la calle.

No todo el mundo tiene valor para aguantar este "comercio" rápido, a veces peligroso e ilegal, de las calles. Shukri, un kosovar de 26 años de edad que tenía su propia tienda de calzado pero tuvo que empezar a importar golosinas, afirma que está interesado en fabricar mobiliario o detergentes, pero que esperará antes decidirse.

"Hoy en día, la gente se dedica un día a vender zapatos, al día siguiente, leche, y al otro, plásticos" señala Shukri, que ha encontrado un medio de supervivencia como muchos otros que trabajan como camioneros, guardas, traductores o secretarios de agencias extranjeras de ayuda humanitaria. "Esperaré hasta que la situación se estabilice y a que la gente decida qué es lo que prefiere hacer."

Lo que está claro es que, en la práctica, el motor de la reconstrucción de Kosovo por el momento es la construcción. Queda muchísimo trabajo por hacer y los contratistas ya están cosechando los beneficios. Pero también en este sector hay abusos y distorsiones en relación con aspectos sociales, como los salarios.

En algunas ciudades, los trabajadores albaneses comienzan a hacer cola muy temprano -a las cinco de la madrugada- con la esperanza de conseguir una jornada completa de trabajo en la construcción, que les reportará cerca de 2 marcos alemanes (DM) por hora. Al mismo tiempo, puede haber ingenieros civiles, muy cualificados pero en el paro, que realizan tareas de carpintería o de techado por 80 marcos al día.

"Las cuestiones de urgencia podrían abordarse maximizando el impacto del empleo", señala Gianni Rosas, de la Oficina de la OIT para Europa. "La labor de reconstrucción representa un enorme potencial de empleo. Por eso es tan importante transmitir ciertos mensajes y principios. Aunque esta sea una situación de emergencia, puede aprovecharse para sentar algunas bases que redunden en la sostenibilidad del empleo."

¿Es "humanitaria" la ayuda humanitaria?

Un ejemplo de la ambivalencia de la ayuda humanitaria es la crisis que sufren los profesores y los trabajadores sociales albaneses. Durante la pasada década se pusieron en marcha sistemas "paralelos" escolares y hospitalarios en Kosovo, prácticamente sin salarios. Ahora, las Naciones Unidas han asumido la administración estatal y la responsabilidad de los salarios de 47.000 empleados en los servicios públicos. En octubre, cuando empezaron a abonarse con gran lentitud los sueldos de los profesores, éstos se pusieron en huelga. Recibieron pagos simbólicos (300 DM para los directores de las escuelas, 200 DM para los profesores y 100 DM para el personal auxiliar), pero todos afirman que con esto no basta.

"Ha llegado el momento de hacer algo por la gente a la que no se le ha pagado en diez años y cuyas casas han sido incendiadas," señala Lutfi Mani, presidente de la Unión de Profesores de Primaria. Aunque admite que al menos tienen trabajo, añade: "la huelga continúa, porque nuestras familias se hallan en una situación en la que no pueden sobrevivir."

La expulsión de albanokosovares de su trabajo durante años llevó a la fundación, en 1990, de la primera Asociación de Sindicatos Independientes de Kosovo, en Prístina. Esta organización aglutinante, dirigida por el catedrático de economía Hajrullah Gorani representa en la actualidad 24 sindicatos y 250.000 trabajadores.

"Ninguna transición es de color de rosa, pero desde luego será más fácil que vivir durante la ocupación", señala Gorani. "Nosotros apreciamos nuestra libertad por encima de todo."

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(*) Del "Empleo y Protección de los Trabajadores en Kosovo", Lajos Herthy, OIT, Ginebra, octubre de 1999.

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