La propagación del SIDA pone en peligro el 'capital humano'

Un nuevo estudio presenta un panorama sombrío de la repercusión económica y social del VIH/SIDA en el África subsahariana. No sólo se trata de una epidemia mucho más grave de lo que se pensaba, sino que, además, socavará notablemente las perspectivas de desarrollo de los países afectados. Está en peligro el 'capital humano' de África. El presente informe examina el alcance de la crisis y las acciones que pueden emprenderse al respecto.

GINEBRA - Si alguna vez se consigue la disponibilidad generalizada de una cura para el VIH/SIDA en el África subsahariana, ¿habrá alguien allí para administrarla?

La repercusión del SIDA en el 'capital humano' (la población activa que presta a los países servicios que van de la asistencia sanitaria y la educación a la administración y la seguridad) es el objeto de un nuevo estudio 1 preparado para el Programa Mundial de la OIT sobre el VIH/SIDA y Trabajo.

En el estudio, titulado Human capital and the HIV epidemic in sub-Saharan Africa (El capital humano y la epidemia del VIH en el África subsahariana), se señala que la epidemia, que inicia actualmente su tercer decenio, afectará a la vida económica y social de un modo sin precedentes.

A continuación se refieren algunas de las áreas en una situación de mayor riesgo:

Desarrollo: la epidemia erosiona la capacidad de desarrollo a causa de sus efectos sobre los trabajadores, las tasas de ahorro, la seguridad nacional y la cohesión social. El desarrollo económico y social se verá especialmente amenazado en países donde los niveles elevados de prevalencia del VIH provocarán pérdidas enormes en la población activa.

Asistencia sanitaria: el sector de la salud pública se verá afectado igualmente por la pérdida de la mano de obra encargada de prestar atención y tratamiento a los pacientes de VIH/SIDA.

La educación, incluidos los mensajes de prevención, se encuentra igualmente en peligro. Los sistemas de educación y formación del África subsahariana no adoptan las medidas necesarias para corregir la pérdida actual y probable de destrezas en la población activa.

Ahorro: la epidemia reducirá, y en ocasiones anulará, la capacidad de ahorro de las familias, las empresas de la economía estructurada y no estructurada y los gobiernos debido a sus efectos directos sobre los flujos de ingreso y los niveles de gasto. Con el tiempo, esta tendencia dará lugar a la caída de la demanda, la reducción de la inversión y el descenso de la renta por habitante 2.

El texto completo del estudio 'Human capital and the HIV epidemic in sub-Saharan Africa', puede consultarse en Internet en:

www.ilo.org/public/english/protection/trav/aids/publ/index.htm

Alcance de la epidemia

La epidemia se concentra fundamentalmente en la población en edad de trabajar (de 15 a 49 años), lo que supone una carga desproporcionada para un grupo de edad que desempeña funciones económicas y sociales esenciales. En África, la epidemia repercute con mayor intensidad en las mujeres, que sufren un mayor número de infecciones a una edad más temprana que los hombres, con el consiguiente agravamiento en la pérdida de años de vida saludables, y que deben asumir una cuota superior de asistencia.

De acuerdo con el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA, esta enfermedad acabó con la vida de unos 2,3 millones de africanos en 2001 y, desde el inicio de la epidemia, ha causado un total de 20 millones de fallecimientos. Según las estimaciones del ONUSIDA, en 2001 se produjeron 3,4 millones de nuevas infecciones, y unos 28 millones de africanos viven actualmente infectados por el VIH.

En el informe se señala que unos 50 millones de personas habrán muerto de VIH/SIDA antes de que concluya la presente década, y se añade que, suponiendo que unos cinco miembros de cada familia inmediata se vean afectados por cada persona que fallece, la infección por el VIH/SIDA repercutirá gravemente en unos 250 millones de africanos en el plazo de diez años.

El esfuerzo dedicado a abordar esta violenta sacudida para las economías africanas tendrá implicaciones a largo plazo debido a la dificultad de formar nuevos trabajadores, pérdida de oportunidades para el aprendizaje en el puesto de trabajo a causa de las defunciones de trabajadores más experimentados y aumento del número de niños que deben ponerse a trabajar, desaprovechando así oportunidades para la educación y la formación destinada a la adquisición de destrezas.

Sectores en riesgo

Según se denuncia en el informe, uno de los factores más preocupantes es la repercusión de la epidemia en la educación en el África subsahariana, ya que menoscabará el desempeño de un sector caracterizado ya por un rendimiento deficiente. Entre los profesores de enseñanza secundaria en Malawi, por ejemplo, la tasa de mortalidad debida al SIDA casi duplica la mortalidad prevista por causas no relacionadas con esta enfermedad, mientras que en el caso de la enseñanza primaria, otro 60% de los docentes podría fallecer a causa de la epidemia.

'Es difícil determinar cómo puede mantenerse la disponibilidad de capital humano dada la erosión de la capacidad existente en el sector educativo actualmente en curso', señala el informe. 'Las consecuencias de esta situación para el desarrollo sostenible en la región no pueden evaluarse con exactitud dado nuestro conocimiento actual de las complejas interacciones en juego. No obstante, incluso según la valoración más optimista, los indicadores de desarrollo económico y social son significativamente inferiores como resultado de la epidemia'.

En el sector público, por ejemplo, la mortalidad general en algunos países se ha multiplicado por diez a lo largo del pasado decenio, en gran medida a causa del SIDA, y dará lugar a que los gobiernos pierdan la capacidad para suministrar bienes y servicios esenciales. Así, en Botswana, el aumento de la mortalidad de los trabajadores de la asistencia sanitaria reduce la capacidad para atender una mayor demanda de atención dirigida a las personas con VIH y SIDA. Entretanto, para los funcionarios de la policía en Malawi, la epidemia repercute con intensidad entre los miembros más jóvenes de este cuerpo (de 20 a 40 años de edad), por lo que afecta a la calidad del servicio y la estructura de seguridad.

En el sector no estructurado, que en la mayoría de las sociedades africanas concentra a la mayor parte de los trabajadores, especialmente en la agricultura, los datos sobre la repercusión del VIH/SIDA son limitados debido a la falta de investigación. No obstante, en los estudios realizados en Kenya y Côte d'Ivoire se ha observado que la enfermedad y la mortalidad debida al SIDA han dado lugar a un acusado agotamiento del ahorro, la pérdida de capacidad organizativa y destrezas esenciales y a una caída de más del 50% en la producción alimentaria en los hogares de los que sólo un miembro se encontraba enfermo de SIDA.

Reformulación de políticas

En el informe se asegura que 'es necesario emprender una nueva formulación de políticas y programas para reconsiderar las políticas actuales y adaptar éstas a la nueva realidad de un mundo caracterizado por el SIDA'. Estas incluyen:

redefinir los objetivos del sistema educativo, con el fin de reducir el grado de jerarquización y potenciar la inclusión y la adaptabilidad al cambio de necesidades de las economías. Esto puede significar la reasignación de recursos, trasladando éstos de la educación superior a la enseñanza primaria y secundaria, al objeto de crear una nueva base de formación y destrezas;

redefinir las tareas realizables en el sector sanitario y reordenar la formación en materia de salud, con el fin de satisfacer las nuevas demandas planteadas por el VIH/SIDA y de establecer nuevos mecanismos de prestación dirigidos a un número creciente de personas con VIH/SIDA;

buscar vías alternativas para garantizar que las destrezas tradicionales se ponen a disposición de los niños, sobre todo en las áreas rurales, para compensar la merma de conocimientos heredados a través de generaciones de adultos y ahora perdidos a causa del VIH/SIDA; y

desarrollar nuevas tecnologías que compensen la creciente escasez de mano de obra, tanto cualificada y profesional, como no cualificada. Este empeño puede requerir que se adopten nuevas formas de planificación y se descarte la dependencia respecto a fuerzas endógenas de los mercados de productos y capitales que son incapaces de adaptarse con la rapidez suficiente al cambio de las realidades en el mercado laboral africano.

El informe de la OIT insta asimismo a promover la participación de empleadores y organizaciones sindicales en las iniciativas emprendidas contra el VIH/SIDA y el apoyo a los gobiernos para la evaluación y la atenuación de los efectos de la epidemia.

'No se han aplicado programas coherentes sobre el SIDA en el lugar de trabajo', afirma el Sr. Lisk. 'Debemos remediar esta situación ofreciendo asesoramiento y asistencia técnica a los trabajadores y los empleadores con arreglo al Repertorio de recomendaciones prácticas de la OIT sobre el VIH/SIDA y el mundo del trabajo presentado el año pasado en el período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el SIDA. Por desgracia, hasta la fecha, los recursos asignados a este campo de actuación han sido inadecuados. La comunidad internacional y los dirigentes africanos deben colaborar para encontrar los recursos y la voluntad necesarios para establecer programas y políticas aplicables en el lugar de trabajo en todo el continente.'

1 Desmond Cohen, 'Human capital and the HIV epidemic in sub-Saharan Africa', Documento de Trabajo 2 de OIT/SIDA, Ginebra, 2002, ISBN 92-2-113238-2.

2 ONUSIDA estima que la renta anual por habitante de la mitad de los países del África subsahariana cae en una proporción que oscila entre el 0,5 y el 1,2%, y que el PIB en los países más afectados puede redurcirse en un 8% para 2010.

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El SIDA en Sudáfrica:

a pesar de las dificultades, un atisbo de esperanza

A fin de moderar los períodos de inactividad de los trabajadores, una empresa en KwaZulu-Natal, Sudáfrica, ha dispuesto que sus empleados no podrán asistir a más de tres funerales a la semana de personas fallecidas por el SIDA. No obstante, ¿son los gestores comerciales verdaderamente conscientes por fin de la repercusión del SIDA? En algunos casos, sí, pero, en muchos otros, sigue cundiendo la negativa a asumir la realidad. El periodista sudafricano Alan Fine informa del modo en que Sudáfrica aborda la crisis.

JOHANNESBURGO, Sudáfrica - Para Clem Sunter, un consejero de Anglo-American Corporation, la epidemia del VIH/SIDA en su país plantea una difícil elección: 'existen dos posibles respuestas de las empresas al VIH/SIDA: omisión o acción total'. 'La mayoría de nosotros (gobierno, empresas y público en general) sigue optando por la omisión.'

¿Cómo es posible? Las últimas estimaciones ponen de relieve que en torno al 10% de la población sudafricana se encuentra infectada por el VIH. Entre los componentes de la población económicamente activa, la cifra es superior, en especial en el grupo de personas con edades comprendidas entre los 25 y los 35 años. Hasta la fecha, los fallecimientos a causa del SIDA equivalen a la mitad de los debidos a otras causas. Sin embargo, esta situación puede cambiar. De acuerdo con un estudio de la Administración, en 2010, cuatro de cada cinco defunciones de empleados estarán relacionadas con el SIDA.

El sector minero es el más afectado. La mayoría de sus trabajadores son emigrantes que viven alejados de sus familias rurales gran parte del tiempo. Gold Fields of South Africa estima que el 26% de su plantilla en Sudáfrica es portadora del VIH. La cifra equivalente en ocupaciones administrativas asciende quizá al 5%. Es precisamente en la industria minera en la que las empresas comienzan a actuar.

Una de las primeras empresas en anunciar la adopción de planes fue Anglogold, que emplea unas 70.000 personas en Sudáfrica. Aunque los programas educativos encaminados a prevenir el SIDA en la década de 1980 cosecharon un éxito limitado, la empresa hizo públicos sus planes dirigidos a utilizar su extensa red de hospitales y clínicas ubicados junto a las minas para tratar las infecciones oportunistas relacionadas con el SIDA, y en especial la tuberculosis. La empresa se ha propuesto además el establecimiento de una red de clínicas en áreas rurales destinadas a las familias de los mineros, así como la constitución de un 'programa de bienestar' más exhaustivo que incluya servicios de asesoramiento y realización de pruebas voluntarias para la detección del VIH.

Bobby Godsell, primer ejecutivo de Anglogold, señala que su visión respecto a la empresa consiste en convertir ésta en un líder en la evolución de la respuesta mundial al VIH/SIDA. La finalidad económica del programa es garantizar que los empleados infectados por el VIH, formados a costa de la compañía, puedan seguir trabajando tanto tiempo como sea posible. Es igualmente necesario convencer a los accionistas de que, aunque el VIH/SIDA representa un reto para la empresa, ésta se gestiona con la mayor eficacia posible.

Gold Fields, el segundo mayor grupo de Sudáfrica dedicado a la minería del oro, emplea a 48.000 personas en este país, y a finales del año pasado anunció igualmente la adopción de un importante programa concebido para hacer frente al VIH/SIDA. Como sucede con la mayoría de los programas corporativos en materia de SIDA, la consulta y la cooperación con los sindicatos (en este caso, la National Union of Mineworkers (Unión Nacional de Mineros)) constituyen una parte esencial del desarrollo de la iniciativa.

El programa de Gold Fields se centra, al igual que el de Anglogold, en la prevención, las pruebas voluntarias y el asesoramiento, así como en un 'programa de gestión del bienestar dirigido a todos los empleados con enfermedades crónicas, incluido el VIH'.

Obviamente, el límite que pesa sobre estos programas es la ausencia de tratamiento antiretroviral para los trabajadores con SIDA. El coste actual de la terapia triple oscila actualmente entre los 15.000 y los 18.000 rand al año en Sudáfrica (el tipo de cambio vigente se sitúa en torno a los 11,50 rand por dólar de Estados Unidos). Puesto que esta cifra es superior al 50% de la renta anual del minero semicualificado medio, no se considera económicamente viable. En el caso de los trabajadores cualificados y de los que realizan tareas administrativas, la situación cambia. A la mayoría de los regímenes privados de asistencia médica y los sistemas que ofrecen cobertura a los funcionarios públicos les resulta posible financiar la terapia triple, dado que su coste se ha reducido en los últimos años.

Algunas empresas industriales que emplean mayoritariamente trabajadores manuales cualificados, con diversas estructuras de costes e inferiores tasas de infección por VIH, han comenzado a ofrecer estas formas avanzadas de medicación, junto con los programas educativos habituales destinados a la prevención y el tratamiento de las enfermedades oportunistas. Por ejemplo, la filial de DaimlerChrysler en Sudáfrica anunció el año pasado la adopción de un programa de tales características en colaboración con la agencia de cooperación técnica del Ministerio de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania.

En definitiva, aunque la mayoría de las empresas sudafricana parece encontrarse aún en una fase de omisión, se observan indicios de que un número cada vez mayor de estas entidades comienzan a asumir la urgencia de la situación y ponen en marcha estrategias de amplio alcance para abordarla.

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