Progreso económico y social en las redes productivas mundiales. Problemas teóricos y de medición

Published date01 December 2011
AuthorDeborah WINKLER,William MILBERG
DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-9148.2011.00121.x
Date01 December 2011
Revista Internacional del Trabajo, vol. 130 (2011), núm. 3-4
Derechos reservados © Los autores, 2011
Compilación de la revista y traducción del artículo al español © Organización Internacional del Trabajo, 2011
Progreso económico y social
en las redes productivas mundiales.
Problemas teóricos y de medición
William MILBERG* y Deborah WINKLER**
Resumen.El desarrollo económico es cada vez más sinónimo de «progreso econó-
mico» en el seno de las redes productivas mundiales (RPM). La relación entre éste y
el crecimiento de la producción y el comercio internacionales se ha estudiado mucho,
pero se ha reflexionado poco acerca del progreso en materia de salarios, condiciones
de trabajo, derechos, igualdad entre los sexos y estabilidad de ingresos de los trabaja-
dores de las RPM. Los autores analizan las maneras de calibrar el progreso econó-
mico y el social, principalmente en los países en desarrollo, y los nexos teóricos que
hay entre uno y otro. Por último, extraen algunas enseñanzas para los programas po-
líticos.
a globalización masiva de la producción impulsada por las grandes empre-
Lsas de los países industrializados, unida a la adopción en los países en desa-
rrollo de unas políticas de crecimiento basadas en la exportación, ha hecho que el
desarrollo económico sea cada vez más sinónimo de «progreso» en el seno de las
redes de producción mundiales (RPM). Este progreso consiste en elevar la pro-
ductividad y el valor añadido en «nichos» de producción y exportación. Hay mu-
chos estudios sobre el progreso económico en las RPM que ponen en relación el
crecimiento y desarrollo de las economías con el funcionamiento del comercio
internacional. Se ha estudiado menos, en cambio, lo que ello supone para la
calidad de vida de la población en aspectos como los salarios, las condiciones de
*Profesor y jefe del Departamento de Economía de la Nueva Escuela de Estudios Sociales
de Nueva York; dirección electrónica: milbergw@newschool.edu.**Investigadora asociada del
Centro Schwartz de Análisis de Política Económica del mismo establecimiento y consultora
del Banco Mundial; dirección electrónica: dwinkler2@worldbank.org.Este artículo es una ver-
sión revisada de una nota sobre fundamentos teóricos redactada para el proyecto «Capturing the
Gains» con una ayuda del Ministerio de Desarrollo Internacional del Reino Unido. Expresamos
nuestra gratitud, por sus comentarios a la primera redacción de este texto, a Stephanie Barrientos,
Stefano Micelli, Anne Posthuma y Andrew Schrank, a tres especialistas anónimos y a los partici-
pantes en dos conferencias celebradas en Manchester y San José, así como a Sheba Tejani por su
ayuda en la investigación.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos solo incumbe a sus autores, y
su publicación en la Revista Internacional del Trabajo no significa que la OIT las suscriba.
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trabajo, los derechos económicos, la igualdad entre los sexos y la seguridad de in-
gresos. En el presente artículo denominaremos «progreso social» a los avances
en todos esos aspectos. Centrándonos principalmente en los países en desarrollo,
analizaremos la forma en que se mide el progreso económico y social en las
RPM; al mismo tiempo, exploraremos los nexos teóricos que unen estas dos ver-
tientes del asunto.
Las exportaciones industriales de los países en desarrollo han aumentado
de manera espectacular desde 1980, sobre todo en países como el Brasil, China,
India y México (véase el cuadro 1). Al fijar el último año de la estimación en 2009
se difuminan algo las extraordinarias tasas de crecimiento alcanzadas en el con-
junto del decenio de 2000, aunque se retrata mejor así el panorama del comercio
internacional después de la crisis, que se caracteriza por una intensificación de las
relaciones Sur-Sur. Gran parte de la expansión comercial se ha alcanzado en el
marco de las RPM y no tanto a través de las relaciones tradicionales de plena in-
dependencia de las partes que se dan por supuestas en la competencia internacio-
nal reinante en los mercados de bienes y servicios finales. Yi (2003) calculó que
el 50 por ciento del crecimiento del comercio estadounidense en el período 1962-
1997 se debió a la «especialización vertical», es decir, a «las importaciones que
pasan a formar parte de productos que se exportan». En diversos estudios recien-
tes se indica que del 35 al 40 por ciento del crecimiento del comercio de China du-
rante el período 1992-2003 es atribuible a la especialización vertical, con un
crecimiento muy rápido de esta fórmula a lo largo de la década de 2000, en la que
llegó a superar el 50 por ciento del comercio total en algunos sectores (OIT, 2008,
pág. 8).
La globalización de la producción se plasma en los datos sobre la «externi-
zación» emprendida por los países desarrollados. La «externización» de materia-
les y servicios, medida por la cantidad de insumos importados en el total de
insumos —exceptuando los energéticos—, fue difundiéndose a lo largo de los
años noventa; la de materiales llegó casi al 30 por ciento en el Reino Unido, al
23 por ciento en Alemania y a más del 17 por ciento en los Estados Unidos. Los
niveles de los dos últimos países mencionados indican un crecimiento lento, pero
sostenido, del uso de insumos materiales importados, que aumentó en alrededor
del 50 por ciento durante el decenio de 2000. Las cifras relativas a los servicios
son más bajas (entre el 0,8 y el 3 por ciento), aunque las tasas de crecimiento fue-
ron superiores a las de la «externización» de materiales en los tres países citados.
Como indican algunos estudios recientes, es probable que en los años venideros
la «externización» de servicios mantenga un ritmo más rápido que la de materia-
les (véanse las estimaciones que se hacen en Blinder, 2007, sobre los puestos de
trabajo del sector que pueden verse en peligro por esta causa). Aunque la «exter-
nización» tiene ya una larga historia1, fue en los años noventa cuando la gestión
de cadenas mundiales de suministro llegó a ser en sí misma un «activo estratégi-
1Por ejemplo, según Hamilton, Petrovic y Feenstra (2006), la contratación de proveedores
asiáticos por las grandes empresas minoristas de los Estados Unidos se inició a finales de la década
de 1960.

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