Los males de la asistencia sanitaria en Europa central y oriental

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GINEBRA

Una reciente encuesta efectuada entre los miembros de una clase específica de trabajadores de Europa central y oriental ha arrojado algunos resultados sorprendentes. En Ucrania, el 75 % de los consultados declaró que su remuneración había descendido en los cinco años anteriores. En Rumania, el 93 % señaló que su mayor preocupación consistía en no poder vivir de su sueldo. En Lituania, el 43 % de los encuestados aseguró que temía perder su empleo en el plazo de un año. En Moldavia, los trabajadores denunciaron que suelen cobrar su salario con meses de retraso, y eso en el caso de que acaben percibiéndolo.

Ante esta situación, podría deducirse que la década transcurrida desde la caída del comunismo no ha supuesto un paraíso para todos los trabajadores.

Sin embargo, los encuestados no se encuentran empleados en sectores en declive, antiguas empresas estatales o explotaciones agrarias colectivas.

Por el contrario, estos trabajadores, que en muchos casos sufren una enorme incertidumbre, falta de remuneración, condiciones de trabajo deficientes y desmotivación general, forman parte de la infraestructura de la asistencia sanitaria, un sector que, dadas las condiciones actuales en Europa central y oriental, podría resultar más necesario que nunca.

Los datos mencionados proceden de una nueva serie de estudios llevados a cabo de manera conjunta por la OIT y la Internacional de Servicios Públicos (una federación internacional de sindicatos de trabajadores del sector público)1.

Los estudios se centran en las experiencias y las opiniones de aquéllos que trabajan a la 'vanguardia ' de los servicios sanitarios de Europa central y oriental, que no sólo han visto y han sufrido en primera persona los desfavorables resultados cosechados en la última década, sino que también ocupan una posición en la que pueden influir en la vida de los demás a través de su trabajo. Si carecen de los medios necesarios para prestar un servicio digno, el problema generado repercute en el resto de la población.

A menudo, la sanidad pública parece incapaz de prestar una asistencia básica asequible y, de acuerdo con la encuesta, el personal sanitario paga cada vez más el precio de esta inhabilidad.

'CÓMO HA PODIDO OCURRIR?

'Cómo ha llegado a tal situación la sanidad pública en estos países? Entre los factores planteados figuran la transformación del panorama político, la reestructuración del servicio de salud y la debilidad económica.

Después del desmoronamiento de la Unión Soviética, y a menudo con el apoyo del Banco Mundial, muchas naciones del antiguo bloque del Este pusieron en marcha una 'cirugía' radical de sus servicios sanitarios.

Entre las reformas habituales acometidas se cuentan el paso de una asistencia sanitaria prestada por el Estado a una financiación basada fundamentalmente en los seguros, la descentralización y la concesión de una mayor prioridad a la asistencia primaria vinculada a la prestación de médicos de medicina general (en el ámbito local).

En una primera fase, la adopción de la asistencia sanitaria privatizada se mantuvo fundamentalmente limitada a servicios como los de odontología, aunque en fechas recientes esta forma de prestación ha comenzado a extenderse de manera significativa en varios países.

Los cambios representaron un experimento de gran alcance y sin precedentes en cuanto a la reestructuración de la asistencia sanitaria. Sin embargo, el recorte de los fondos públicos, unido a la descentralización de las responsabilidades en materia de financiación, dejaron a muchas autoridades locales sin la capacidad administrativa ni los recursos necesarios para hacer frente a nuevas obligaciones.

Esta incapacidad, combinada con un grave deterioro de la sanidad pública y el incremento de numerosas enfermedades crónicas, contribuyó a generar la crisis actual.

DEBILITAMIENTO DE LA ASISTENCIA SANITARIA

De los estudios se desprende que el optimismo respecto a la consecución de mejoras significativas en el futuro escasea: casi dos de cada cinco consultados de la República Checa creen que los planes de futuro de la Administración acabarán empeorando su situación en la práctica.

La carencia de fondos es tan grave en Kirguistán y Armenia, que un elevado porcentaje de trabajadores del sector sanitario se encuentra sujeto a una 'baja administrativa': no acuden a su puesto porque los hospitales y las clínicas para los que trabajaban no disponen de los fondos necesarios para pagarles. En Moldavia, el país más pobre de Europa, se asegura que el sistema sanitario se encuentra al borde de la quiebra.

Tres de cada cuatro trabajadores rumanos y lituanos encuestados señalaron que su salario se había reducido en términos reales en el último quinquenio. Además, esta caída en la retribución no ha venido acompañada de una mejora de la estabilidad en el empleo; de hecho, la tendencia ha sido inversa: un porcentaje de lituanos tan sorprendente como el 43 % teme poder perder su trabajo, tan sólo en el plazo de un año.

Dada la escasa certidumbre respecto a la remuneración y a la disposición de fondos en el futuro, los sistemas de asistencia sanitaria se ven obligados cada vez más a recurrir a otras vías de retribución de sus plantillas. La falta de financiación ha animado a médicos y otros miembros del personal sanitario en contacto directo con los pacientes a exigir o esperar de éstos la realización de pagos ilegales; en muchos países los ingresos procedentes de fuentes secundarias representan ya más de un tercio de la cifra total obtenida.

En Rusia, por ejemplo, se estima que estos arreglos 'bajo cuerda' representan un 40 % de los gastos efectuados por las personas que demandan asistencia médica. En cualquier caso, la adopción de unas formas de consecución de ingresos menos reguladas no constituye una solución adecuada para abordar las crisis sanitarias, ya que aumenta el número de ciudadanos que se han visto incapaces de efectuar este tipo de pagos. En las Encuestas sobre Seguridad de la Población (PSS en su acrónimo inglés) de la OIT, por ejemplo, se determinó que un 88 % de las familias de Ucrania, y un 82 % de las de Hungría no pueden costearse una asistencia sanitaria básica.

Sin embargo, las necesidades de la población en materia de salud son enormes y van en aumento.

En Rusia, a lo largo de la última década, la incidencia de la tuberculosis aumentó en un porcentaje superior al 200 %, el número de adictos a las drogas registrados casi se multiplicó por nueve y la incidencia de las enfermedades de transmisión sexual, por cuarenta y cuatro. En 2000, la cifra de infectados por el VIH se duplicó, y se estima que unas 23.000 personas murieron de intoxicación por alcohol. Se trata de una pauta tristemente repetida en gran parte de la región.

'QUÉ SE PUEDE HACER?

El tratamiento de tales crisis sanitarias constituiría un reto incluso para un sistema de financiación y funcionamiento apropiados, en el que se remunerase de manera adecuada al personal y las condiciones de trabajo fueran apropiadas.

Sin embargo, esta situación no coincide en absoluto con la padecida en la mayoría de los países encuestados. Por el contrario, es frecuente que los trabajadores del sector traten de atender las necesidades de una población cada vez más empobrecida y enferma en un contexto de elevada inestabilidad en el empleo y deficientes condiciones de trabajo.

No queda ni mucho menos claro que la situación vaya a experimentar una mejoría notable en breve. No obstante, de lo que no cabe duda es que, como se ha puesto de relieve en la reciente encuesta, la experiencia de las personas que ocupan las posiciones de vanguardia antes aludidas (trabajadores sanitarios que intentan que las cosas sigan funcionando) deberá desempeñar un papel primordial en la solución de los problemas planteados.

1 Socio-Economic Status of Health Care Workers in the Russian Federation (Situación socioeconómica de los trabajadores de la asistencia sanitaria en la Federación Rusa) – Stepantchikova,

Lakunina,

Tchetvernina, diciembre de 2001. Health Care Reform,

Privatisation and Employment Conditions in Central and Eastern Europe: A Four Country Study (Reforma de la asistencia sanitaria, privatización y condiciones de empleo en Europa central y oriental:

un estudio de cuatro países.) – Beck, Watterson,

Woolfson, diciembre de 2001.

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