¿Cómo se llega a La Habana? Breve historia del conflicto armado colombiano 1948-2021

AuthorCristina Del Prado Higuera/Guillermo Andrés Duque Silva
Pages15-61
15
PARTE I
¿Cómo se llega a La Habana?
Breve historia del conflicto armado
colombiano 1948-2021
1. EL ASESINATO DE LA EXPERIENCIA POPULISTA: EL MAGNICIDIO DE
JORGE ELIÉCER GAITÁN
La imagen de Gaitán ha llegado a constituir la representación
de un hombre-símbolo. Su vida y su muerte representan un mito
fundacional de “doble faz” en la historia contemporánea de Colom-
bia; por un lado, su vida encarna el núcleo seminal de las ideologías
políticas populares; su grito político, era un grito “contra la oligar-
quía” que continuó vigente en el curso de los acontecimientos por
décadas (Alape, 1989) y ha sido heredado por diversas fuerzas, le-
gales o ilegales, hasta el presente. Por otro lado, su muerte inauguró
una larga historia de frustraciones; el asesinato de Gaitán represen-
ta la superación del límite de la eliminación física a los liderazgos
que se atreven a desestabilizar el orden político tradicional (Ayala,
2006).
Podríamos afirmar, sin reservas, que el mito rebasa al hombre
cuando hablamos de Gaitán y del gaitanismo. Con su muerte se con-
sagra un misterio: el dogma de un populismo frustrado; la posibili-
16 Cristina del Prado Higuera y Guillermo Andrés Duque Silva
dad de una paz partidista en las bases campesinas y obreras de la
sociedad colombiana. Los destrozos del 9 de abril de 1948, tras su
asesinato, en Bogotá y muchas regiones del país representan la ira
colectiva de un pueblo que había sido llamado a participar política-
mente y al que, a renglón seguido, se le frustró y castigó.
Aunque el mito de Gaitán como fundador de “lo popular” sea in-
discutible, se debe matizar que, en términos historiográficos, al “Gai-
tán hombre” se le pueden hacer varios cuestionamientos. Por ejem-
plo, y tal como lo afirma David Bushnell, la “peligrosidad” de Gaitán
no traspasaba la barrera que conecta a la elocuencia con los plantea-
mientos políticos de reforma. Más allá del discurso beligerante, Gai-
tán “jamás llegó a articular un programa político definido, hablaba
vagamente de socialismo, pero no era marxista, si bien algunos plan-
teamientos del marxismo habían influido su pensamiento” (Bushnell,
1994). De hecho, el sistema de normas y políticas que mejor se acer-
caba a sus difusos planteamientos, fue el fascismo italiano, del cual
bebió en su formación como penalista en Roma y replicó, a su manera
y con profundas adaptaciones, en sus acciones de gobierno en los dos
cargos administrativos que ostentó (Alape, 2019).
Es cuestionable, también, la relación de paternalismo autorita-
rio con que Gaitán trataba al pueblo. Horacio Gómez (1975, p. 126)
recuerda los “viernes culturales” en los que Gaitán impartía discursos
esforzándose por movilizar a un pueblo que él mismo calificaba como
“defectuoso”; “abandonado en la antisepsia”, obligado por la desigual-
dad a “andar a pie” y a alimentarse mal2. A los ojos de Gaitán, poco po-
día hacer un pueblo para gobernarse a sí mismo en tales condiciones
de inferioridad. Así llegó afirmarlo, con tono exculpatorio:
“[…]en lo relacionado con la higiene no existe la cooperación del
pueblo, y su repulsión al aseo es una tara de vieja data, hasta el punto
2 El asesinato del líder liberal contrariando todas las previsiones y desbaratan-
do todos los cálculos fue el reactivo que precipitó los acontecimientos. La infausta no-
ticia produjo en la multitud un choque emocional {…}. Hubo quienes en sus reacciones
no salieron del ámbito político, pero la agitación popular desbordó como mar embra-
vecido y, ya sin control de una dirección, convirtiéndose en oscura fuerza destructora
Nota recogida en el Diario el Clarín el abril 20 de 1948.
Los Documentos en la Mesa de La Habana 17
de que la tendencia a violar todas las reglas de la higiene no es patri-
monio especial de las clases bajas sino también de las medias y altas,
como lo demuestra la estadística de multas impuestas por el ejecutivo
por violaciones de tal naturaleza” (Anales del Concejo, 1937, p. 248).
“El calzado tenía valor no solo para la estética individual sino para
la salud de los obreros, pues mientras hubiera pueblos descalzos no
podría haber razas fuertes, ni biología sana… Entre erigir una estatua,
construir una escuela y elevar un palacio, y calzar al pueblo, era más
importante lo último, puesto que así se evitaban las contaminaciones,
se elevaba el nivel de vida del obrero, se creaba el músculo vigoroso,
se defendía el capital humano y se daba fortaleza a la raza, lo que no se
podía conseguir mientras no hubiese higiene… Muy otra sería la suerte
del obrero el día que vistiera con pulcritud y comodidad; su nivel de
vida se elevaría en alto grado y podría presentarse como índice de la
fortaleza nacional” (Anales del Concejo, 1937, p. 245).
Respecto a las cuestiones genéticas y racistas, en lugar de ata-
carse a sí mismo por su ascendencia indígena y al pueblo que repre-
sentaba, exaltó el mestizaje como una virtud que elevaba al pueblo
colombiano a un nivel de superioridad históricamente negado; ras-
gos que se concentraban, especialmente, en los sectores populares:
“Es nuestra raza un tipo híbrido sin la fuerza de repulsión hacia
lo extraño que sólo presentan los tipos de homogeneidad racial hoy
desaparecida” (Gaitán, 1984, p. 35).
Su experiencia política como Ministro de Educación en la Pre-
sidencia de Alfonso López y en la Alcaldía de Bogotá, no fue tan bri-
llante como su oratoria en la oposición. Basta con recordar que en
1937 fue destituido como alcalde de Bogotá después de únicamente
un año de gestión, tras una huelga de taxistas a quienes exigió el uso
de uniformes y la regularización del sector.
Más allá de ser real, justa o inmoral la visión que tuvo Gaitán
del pueblo al que se dirigía, o si era legítima o no su cruzada purifi-
cadora y de higiene social; el Tribuno del pueblo (Bushnell, 1994, p.
244) logró cautivar a los sectores más humildes con su elocuencia
y se convirtió en principal símbolo de la política de masas en Co-

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