Del laicismo a la laicidad

AuthorBernard Dumont
Pages71-83
DEL LAICISMO A LA LAICIDAD
Bernard DUMONT
Director de Catholica (París)
1. PREÁMBULO
El título de esta intervención podría parecer una broma. En efecto, la «laicidad», sobre
todo vista desde Francia, no puede ser y nunca ha sido otra cosa que el «laicismo». Entre noso-
tros no existió ninguna «sana laicidad», sino como pura abstracción forjada en el marco de una
tendencia general del discurso eclesiástico reciente, un discurso de adhesión a la ley (de 1905)
de separación entre la Iglesia y el Estado, con su consecuencia directa y actual, el encerra-
miento de toda forma de religión en la esfera privada, por otra parte siempre más controlada
y limitada. En otros términos, la ortodoxia o la normalidad de la laicidad es el laicismo. Y el
laicismo, podemos def‌inirlo como el instrumento político de la ateización del espacio público.
El laicismo ha sido y sigue siendo la doctrina fundacional del Estado republicano de
estirpe moderna, nacido de la Revolución francesa. Esta doctrina la encontramos en primer
lugar en Francia, bajo la forma comúnmente llamada «laicidad de combate», así como en to-
dos los países donde hay una fuerte presencia del laboratorio de vanguardia del pensamiento
moderno que es la Masonería (la Segunda República española, el Portugal de la revolución
de 1910-1911, Uruguay, México...). De modo que al hablar estrictamente, el laicismo, o sea
como se dice en Francia, la «laicidad de combate» no constituye la herencia de la sola Francia
revolucionaria —la llamada excepción francesa— sino más bien la tendencia profunda pro-
pia de los regímenes dominados por el Gran Oriente y la verdad profunda del espíritu de la
moder nidad que encarna.
La situación actual implica dos aspectos contradictorios.
De un lado el «laicismo de combate» se ha difundido, conquistando nuevos territorios: lo
hallamos en el Parlamento europeo, en los países anglosajones (Australia, Gran Bretaña —en
particular Escocia—, en Eslovenia, en Bolivia, en Venezuela y hasta en Estados Unidos), en el
Consejo de Europa, en la ONU... Por otro lado, la misma laicidad entró en crisis, buscando

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