Jerarquías del cuidado en Sudáfrica. Enfermeras, asistentes sociales y cuidadoras domiciliarias

Date01 December 2010
AuthorFrancie LUND
Published date01 December 2010
DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-9148.2010.00100.x
Revista Internacional del Trabajo, vol. 129 (2010), núm. 4
Derechos reservados © Instituto de Investigaciones de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD), 2010
Compilación de la revista y traducción del artículo al español © Organización Internacional del Trabajo, 2010
Jerarquías del cuidado en Sudáfrica.
Enfermeras, asistentes sociales
y cuidadoras domiciliarias
Francie LUND*
Resumen.La autora analiza las jerarquías del trabajo de cuidado de Sudáfrica, que
han sido alteradas por la pandemia de sida y los cambios estructurales consiguientes.
Estas enfermeras, asistentes sociales, cuidadoras domiciliarias y voluntarias —son
casi todas mujeres— poseen antecedentes muy diversos y trabajan en organismos ofi-
ciales, empresas privadas, hogares y entidades sin fines de lucro. Aunque ha mejora-
do la prestación de cuidados, lo cual ha propiciado algunos aumentos salariales, su
labor sigue estando infravalorada. La lucha contra la pandemia impulsa la transfe-
rencia de tareas en sentido descendente y agrava el fardo de trabajo que recae en las
trabajadoras poco o nada remuneradas y que sufren las peores condiciones laborales.
n los análisis de los sistemas de bienestar social de los que fue pionero
EGøsta Esping-Andersen (1990) se ha hecho mucho hincapié en indagar
cómo influye la prestación de servicios sociales en la configuración de las clases
en la sociedad. Los análisis más recientes de otros autores, en cambio, se centran
en los beneficiarios de las prestaciones y servicios, sobre todo en la sanidad, la
enseñanza y la protección social, ya que todos estos sectores condicionan la es-
fera del cuidado. Esping-Andersen (ibíd.) sostenía, además, que los sistemas de
bienestar contribuyen también a configurar las clases sociales mediante las deci-
siones políticas que afectan a las personas que dispensan estas prestaciones y es-
tos servicios, y a la asignación de los recursos estatales.
Veamos un ejemplo sencillo: si debido a una reforma de las políticas crece
la atención sanitaria de nivel terciario, ello tendrá consecuencias sobre los tipos
*Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (WIEGO) y Escuela de Estu-
dios sobre el Desarrollo de la Universidad de KwaZulu-Natal (Durban). La investigación sobre
Sudáfrica para el proyecto del Instituto de Investigaciones de las Naciones Unidas para el Desa-
rrollo Social (UNRISD) fue realizada conjuntamente por Debbie Budlender y Francie Lund.
Agradecemos la contribución de Debbie Budlender al presente artículo, sobre todo a la parte refe-
rente a la infravaloración del trabajo de cuidado. Gracias también a Shahra Razavi y Silke Staab,
así como a tres especialistas anónimos.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos sólo incumbe a sus autores, y
su publicación en la Revista Internacional del Trabajo no significa que la OIT las suscriba.
550 Revista Internacional del Trabajo
y niveles del personal de enfermería y otros trabajadores del cuidado que será
necesario formar. Como el personal de enfermería es típicamente femenino, es-
tas decisiones afectarán, a su vez, a las posibilidades de movilidad profesional
que tienen las mujeres. Análogamente, las diferentes condiciones de trabajo
existentes en el sector público, el sector privado y las entidades sin fines de lucro
tendrán consecuencias sobre la desigualdad de trato entre las distintas catego-
rías de mujeres que ejercen trabajos de cuidado remunerados, y también entre
éstas y las que trabajan en el mismo ámbito sin remuneración alguna.
Walter Korpi ya defendió la necesidad de centrar el análisis en los efectos
que la prestación de cuidados tenía sobre los trabajadores del sector: «más allá
de las distinciones entre trabajo de cuidado remunerado y no remunerado, en-
tre el ámbito público y el ámbito privado, está el hecho de que el mundo laboral
es el escenario en el que, en las sociedades modernas, se producen los principa-
les procesos de estratificación socioeconómica, en los cuales es decisiva la capa-
cidad de elegir entre varias opciones» (2000, pág. 139). Este autor subraya,
asimismo, la importancia de que en los análisis se conjuguen la perspectiva de
género y la perspectiva de clase. Pascall y Lewis (2004) estudiaron las tendencias
y diferencias en materia de género en los países de la Unión Europea recién am-
pliada y, para ello, examinaron la composición de los hogares y cuántos de sus
miembros tenían ingresos, es decir, el cambio del modelo en el que el hogar es
sostenido únicamente por el varón a otros modelos basados en el «doble ingre-
so» u otras modalidades. Ungerson (2003) avanzó otro planteamiento distinto
con su concepto de salarios costeados indirectamente (routed wages), que le ser-
vía para explicar que las reformas implantadas en varios países europeos habían
supuesto también un cambio de modelo: ya no era el Estado el que prestaba por
sí mismo el cuidado, sino que daba dinero a los beneficiarios de éste para que
ellos decidieran dónde lo gastaban. En estas reconsideraciones a fondo del aná-
lisis del bienestar social, inspiradas por el feminismo, se presta poca atención a
la dinámica de estratificación social que aparece en las propias mujeres que dis-
pensan los cuidados y en sus distintos grupos profesionales. Pascall y Lewis
(2004) examinan las diferencias de clase (y de edad) que se observan en la capa-
cidad de los hogares para adquirir cuidados (los más acaudalados pueden com-
prar servicios privados, por ejemplo), aunque en su análisis se considera a las
mujeres y a los hombres como un todo.
En el presente artículo nos centraremos en las relaciones entre diferentes
categorías de cuidadores (trabajadores del cuidado), que son, en su mayoría,
mujeres pertenecientes a clases sociales distintas. Para explorar los cambios que
están sucediendo en la economía del cuidado, tomaremos como hilo conductor
la atención a la población afectada por el virus de la inmunodeficiencia humana
o por el propio sida. El lugar es Sudáfrica, quince años después de su transición
a la democracia, que comenzó en 1994.
En la parte siguiente recordaremos brevemente las pautas de discrimina-
ción racial y espacial en los asentamientos y el acceso a la tierra y a los servicios
sociales en el país. En la tercera parte presentaremos el perfil de las categorías
de trabajadores elegidas para el estudio: enfermeras, asistentes sociales y cuida-

To continue reading

Request your trial

VLEX uses login cookies to provide you with a better browsing experience. If you click on 'Accept' or continue browsing this site we consider that you accept our cookie policy. ACCEPT