El invierno que no llegó: el orden internacional en tiempos de pandemia

AuthorEsther Barbé Izuel
PositionCatedrática de Relaciones Internacionales,Universitat Autònoma de Barcelona.
Pages15-31
REDI, vol. 72 (2020), 2
EDITORIAL
EL INVIERNO QUE NO LLEGÓ: EL ORDEN
INTERNACIONAL EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Esther BARBÉ IZUEL*
Catedrática de Relaciones Internacionales
Universitat Autònoma de Barcelona
«À partir de ce moment, il est possible de dire
que la peste fut notre affaire à tous»
Albert CAMUS, La Peste (1947)
Entre los internacionalistas, el año 2020 venía marcado por celebracio-
nes. Se celebra el 75 aniversario de la Carta de las Naciones Unidas, firmada
en San Francisco el 24 de octubre (Día de las Naciones Unidas, desde ese
momento), y también el 25 aniversario de la Conferencia Mundial sobre la
Mujer, celebrada en Beijing en setiembre de 1995. En Europa se celebra el
70 aniversario de la Declaración Schuman, que puso en marcha el proceso
de integración europea. Los tres hechos han generado profundas transfor-
maciones de la sociedad, tanto a nivel interno como internacional. Si bien,
establecer diferencias entre interno e internacional no tiene ningún sentido
cuando nos enfrentamos a «problemas globales» que difuminan las fronteras
e, incluso, las estaciones. No en vano, el invierno 2019-2020 ha sido el invier-
no más caluroso en la Tierra desde que existen registros. En otras palabras,
el invierno no llegó (idea inspirada por un título de la revista The Econo-
mist, «Winter is not coming»). El «invierno que no llegó» suena a «realismo
mágico», pero más bien es una acertada alegoría del cambio climático; un
problema que está ahí, es bien real, de alcance global y pone en peligro la su-
pervivencia de la humanidad, tal y como ha proclamado Greta Thunberg. La
joven activista sueca se ha convertido en la imagen más representativa de la
narrativa del desarrollo sostenible —un desarrollo que es capaz de satisfacer
las necesidades actuales sin comprometer los recursos y posibilidades de las
futuras generaciones—, insistiendo en la responsabilidad de la generación
* Esther BARBÉ IZUEL es, además, Investigadora Asociada Senior en el Instituto Barcelona de Es-
tudios Internacionales (IBEI).
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actual y en la necesidad de actuar escuchando a los científicos en la lucha
contra el cambio climático.
Volviendo a las celebraciones, el año 2020 es especialmente simbólico en
términos de lucha medioambiental. Los ecologistas celebran su 50 aniversario.
El 22 de abril es la fecha en la que cada año se celebra el Día Internacional de
la Madre Tierra, en recuerdo de un día fundamental para el nacimiento del mo-
vimiento ecologista. El 22 de abril de 1970 más de veinte millones de personas,
muchos de ellos estudiantes, salieron a la calle en Estados Unidos para exigir
medidas contra la degradación medioambiental, con el apoyo tanto de políticos
demócratas como republicanos. Pues bien, este 50 aniversario, esperado por los
activistas más jóvenes y para el que se había previsto incluso una huelga en las
escuelas liderada por Greta Thunberg, ha quedado totalmente eclipsado por la
pandemia de la COVID-19, que ha venido a sumarse, como un tsunami, a todos
los problemas existentes, generando una crisis de primera magnitud. Como ha
escrito Yuval Noah Harari, autor de uno de los libros más aclamados de la últi-
ma década, Sapiens, la pandemia de la COVID-19 es la «mayor crisis de nuestra
generación», una crisis que «marcará el mundo en los próximos años».
Estamos frente a una pandemia, una enfermedad infecciosa que une al
mundo, lo paraliza y monopoliza las políticas públicas, tanto a nivel local
como a nivel global. De pronto, se ha hecho evidente el valor de la salud en
tanto que bien público global. Ahora bien, otros problemas relacionados con
bienes públicos globales, como la diversidad biológica o la estabilidad climá-
tica, no han desaparecido. Al contrario, los analistas y científicos ponen de re-
lieve la conexión entre los problemas de la agenda internacional. No en vano,
uno de los eslóganes del primer Día de la Tierra, el 22 de abril de 1970, fue lo
que Barry Commoner, pionero del movimiento medioambientalista, definió
como la Primera Ley de la Ecología: «Todo está conectado con Todo». Eso es
lo que hace precisamente más difícil entender los cambios en el orden inter-
nacional de nuestros días. ¿Cómo va a afectar la pandemia de la COVID-19 al
orden internacional?
Es imposible responder a dicha pregunta de manera precisa, pero sí es
posible avanzar que la COVID-19 no está haciendo nada más que acelerar y
potenciar tendencias ya existentes en las últimas décadas; en realidad, desde
el final de la Guerra Fría venimos hablando de un interregnum en el orden
internacional, en el sentido gramsciano de la palabra; es decir, de «una crisis
que consiste precisamente en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer, y
en ese lapso de tiempo aparecen los más diversos síntomas morbosos». ¿Cuá-
les son esos síntomas en el siglo XXI? El académico libanés Gilbert Achcar,
autor de Morbid symptoms. Relapse in the Arab Uprising (2016), asocia dicho
término, por ejemplo, con el triste destino de las primaveras árabes, con la
revitalización de la extrema derecha en Europa o con la victoria de Donald
Trump en Estados Unidos.
La idea que defienden estas páginas es que los síntomas, en sentido am-
plio, estaban ahí. Una idea ampliamente aceptada. Así, en la página digital

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