Flexibilización sociolaboral. Lo que aprendió el Brasil en los años noventa

Date01 September 2009
Published date01 September 2009
DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-9148.2009.00062.x
AuthorMarcio POCHMANN
Revista Internacional del Trabajo, vol. 128 (2009), núm. 3
Derechos reservados © El autor, 2009
Compilación de la revista y traducción del artículo al español © Organización Internacional del Trabajo, 2009
Flexibilización sociolaboral.
Lo que aprendió el Brasil
en los años noventa
Marcio POCHMANN*
Resumen. La trayectoria sociolaboral que recorrió el Brasil entre los decenios de
1930 y de 1970 dio un viraje a raíz de la crisis de la deuda de 1981-1983. Empezó a
desmantelarse entonces el sistema de protección social y laboral construido durante
esos cincuenta años al calor de la expansión urbana e industrial y del trabajo asala-
riado. Pero las políticas de corte neoliberal adoptadas no aportaron el dinamismo
económico necesario, pues se agravaron el desempleo y la precariedad laboral. Des-
de finales de 2002 ha comenzado el abandono progresivo del proyecto de sociedad
neoliberal.
urante el siglo XX, el Brasil fue uno de los países que más rápidamente ex-
Dpandió su economía. A partir de la depresión de 1929, y tras abandonar
la estructura productiva primaria exportadora, el país emprendió un vigoroso
proyecto de industrialización nacional que solamente interrumpió la crisis de la
deuda externa de 1981-1983.
A pesar de las altas tasas de crecimiento de la renta nacional, el proceso de
exclusión social se mantuvo activo y afectó a una parte considerable de la pobla-
ción que emigró del campo a la ciudad, del interior del país a los grandes centros
urbanos y de las regiones no desarrolladas a los principales polos de industriali-
zación. A ello se debe que los rasgos de esta sociedad salarial constituida en la
zona intertropical americana no hayan sido los mismos que caracterizaron el
proceso de industrialización de las economías capitalistas centrales.
La primera diferencia estriba, tal vez, en que la fase de industrialización
brasileña fue tardía y se realizó en el siglo XX, bajo el predominio de grandes oli-
gopolios transnacionales poseedores de tecnologías sofisticadas que obligaron
* Profesor e investigador licenciado del Instituto de Economía y el Centro de Estudios Sin-
dicales y de Economía del Trabajo de la Universidad Estatal de Campinas (São Paulo), y Presi-
dente del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA) (Brasilia y Río de Janeiro).
Dirección electrónica: pochmann@eco.unicamp.br.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos sólo incumbe a sus autores, y
su publicación en la Revista Internacional del Trabajo no significa que la OIT las suscriba.
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al Estado a llevar a cabo actuaciones más favorables al proceso de acumulación
de capital que al desarrollo social. Por este motivo, una proporción considerable
de los fondos públicos acumulados por el sistema de ahorro obligatorio, tales
como los fondos de jubilaciones y pensiones, acabó siendo dedicada a financiar
la infraestructura necesaria para el esfuerzo de industrialización.
La segunda diferencia es que los períodos de régimen democrático durante
la fase de la industrialización fueron escasos, lo cual obstaculizó la realización de
las reformas civilizadoras del capitalismo industrial: el Brasil no hizo las trans-
formaciones que vieron la luz en las economías desarrolladas. La falta de algunas
innovaciones clásicas del capitalismo contemporáneo (las reformas de la estruc-
tura de la tenencia de la tierra, tributaria y social) tuvo como consecuencia que
persistiera el problema de la exclusión social. La masa de trabajadores expulsa-
dos del campo «invadió» un mercado de trabajo urbano caracterizado por el tra-
bajo precario, informal y de baja remuneración.
Conviene destacar igualmente que la escasa experiencia democrática que
tuvo el país durante la fase de industrialización terminó por comprometer el ple-
no fortalecimiento de las instituciones de representación de los intereses de la
estructura social compleja que se configuró durante la transición de una socie-
dad agraria a una sociedad urbana e industrial. De ahí que los períodos de gran
progreso de los derechos sociolaborales coincidieran justamente con los regíme-
nes autoritarios: el Estado Nuevo de Getulio Vargas (1937-1945) y la Dictadura
Militar (1964-1985).
La producción nacional se multiplicó 18,2 veces (un promedio del 6 por
ciento anual) de 1930 a 1980, a la vez que surgía una nueva estructura productiva
basada en la industria sobre la cual se construyó el sistema nacional de protección
social. Las antiguas formas de previsión social —por categorías profesionales—
se fueron ampliando progresivamente a partir de 1923, cuando se inauguró la pri-
mera experiencia brasileña de seguridad social, la caja de pensiones de los tra-
bajadores ferroviarios, cuyo ejemplo fue seguido en los años treinta por las
principales categorías profesionales urbanas. Aunque la protección social llegó
parcialmente al mercado de trabajo rural gracias a las medidas de asistencia mé-
dica y jubilación adoptadas desde el decenio de 1930, cabe subrayar que la unifi-
cación de los sistemas de asistencia y seguridad social de los trabajadores urbanos
y rurales sólo se hizo realidad gracias a la Constitución Federal de 1988.
La renovación del sistema nacional de protección social fue facilitada por la
oleada de participación popular que alentó el movimiento de «redemocratización
nacional» surgido durante el decenio de 1980. Ahora bien, la eficacia del sistema
se vio socavada a partir de 1990 debido a la implantación de una batería de políti-
cas y reformas de cariz neoliberal que fomentaron y reprodujeron la exclusión so-
cial. Aparecieron, por un lado, señales claras de interrupción de la tendencia a la
universalización del Estado de bienestar (mayor delimitación de los dest inatarios
del gasto público y mayor «asistencialismo») y, por otro lado, hubo una reducción
drástica de la parte relativa de los salarios dentro de la renta nacional.
Esa inflexión en el avance de los regímenes de bienestar social y de trabajo
se debió en gran medida a la tendencia general de crecimiento débil de la econo-
mía del país y a la expansión simultánea del ciclo de «financiarización» de la ri-

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