Fijación del salario mínimo en los países en desarrollo. Deficiencias y soluciones

AuthorCatherine SAGET
DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-9148.2008.00022.x
Date01 March 2008
Published date01 March 2008
Revista Internacional del Trabajo,
vol. 127 (2008), núm. 1
Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2008
Fijación del salario mínimo en los países
en desarrollo. Deficiencias y soluciones
Catherine SAGET
*
Resumen.
Es bien sabido que una minoría considerable de países en desarrollo
tiene unos salarios mínimos demasiado altos o demasiado bajos. La autora se vale
de varios métodos de medición para comparar los niveles reales que alcanzan en
unos países y otros. Por otra parte, averigua si el salario mínimo es efectivo, es
decir, si cumple su función de umbral salarial del mercado de trabajo. Después
estudia los factores institucionales que dan lugar a dichos valores extremos y las
soluciones que permitirían fijar el salario mínimo en un nivel más idóneo y eficaz.
n la economía política de la fijación del salario mínimo las posturas de los
E
economistas del trabajo se dividen tradicionalmente en dos:
a)
los que
argumentan que un salario mínimo fijado con sensatez puede coadyuvar, aun-
que sea modestamente, a la consecución de los objetivos sociolaborales sin cau-
sar distorsiones severas en la estructura del empleo, y
b)
los que defienden que
la mejor política posible es dejar en libertad a la oferta y la demanda (y, even-
tualmente, a la negociación colectiva) para que fijen los salarios, renunciando a
toda medida legislativa o reglamentaria al respecto. Estos dos puntos de vista
han nutrido muchos debates en los cuales no queremos entrar (¡nos haría falta
un libro entero!), si bien somos partidarias del primero (Saget, 2001). Partiendo
de esta perspectiva comenzaremos por destacar que numerosos países en desa-
rrollo han fijado un salario mínimo que no resulta razonable por ser demasiado
alto o demasiado bajo. Después de poner de manifiesto estas anomalías, estudia-
remos por qué razones se toman las decisiones políticas correspondientes.
*
OIT, Ginebra. La autora manifiesta su gratitud a Duncan Campbell, Philippe Egger, Rolph
van der Hoeven, David Kucera, Sangheon Lee, Malte Luebker, Andrés Marinakis, Marleen Rueda,
Bill Salter y Paul Swaim, por sus valiosos comentarios y sugerencias, y a François Eyraud por su
ayuda y aliento. El presente artículo se basa en un documento de trabajo titulado «Fijación de sala-
rios mínimos en los países en desarrollo. Fracasos comunes y soluciones» que fue redactado para la
oficina de la OIT de Yakarta.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos sólo incumbe a sus autores,
y su publicación en la
Revista Internacional del Trabajo
no significa que la OIT las suscriba.
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Revista Internacional del Trabajo
Tras recordar que la calidad de los indicadores de la productividad y del sa-
lario medio pueden ser deficientes, diremos que hay varios métodos para valorar
el nivel del salario mínimo en los países en desarrollo. Basándonos en datos de
más de 130 países en transición, industrializados o en desarrollo, hemos podido
trazar un panorama completo de los niveles en los que se sitúan los salarios mí-
nimos en el mundo. Nuestra primera averiguación es que hay bastantes países en
donde el salario mínimo queda tan bajo en la escala salarial que no impone prác-
ticamente ninguna obligación adicional a las empresas, por lo que le llamaremos
«minisalario mínimo». Aludimos principalmente a naciones surgidas del des-
mantelamiento de la Unión Soviética, a varios países africanos y a alguno de
América Latina. A la vez, aparecen otros países de Asia, América Latina y Áfri-
ca con una situación totalmente opuesta, en donde el salario mínimo se sitúa en
la parte de más arriba de la escala salarial. Opinamos que es demasiado alto
para ser considerado un salario mínimo auténtico, por lo que lo denominare-
mos «maxisalario mínimo»
1
. Por último, hay un grupo intermedio de países en
los que los salarios mínimos se sitúan en niveles que, aun cuando sean muy dife-
rentes de un país a otro, se atienen mucho más a la definición del concepto.
Por una parte, mostraremos que el salario mínimo guarda relación con
los sueldos de la administración pública, las pensiones y las prestaciones socia-
les en muchos países, y explicaremos de qué manera se ha usado el salario mí-
nimo en las políticas de estabilización. Todos estos factores pueden explicar los
casos de «minisalario mínimo». Por otra parte, en algunos países las leyes de
salario mínimo no son otra cosa que leyes de salario medio. Veremos también
que la debilidad de la negociación colectiva abre la puerta al «maxisalario mí-
nimo»: si las consultas sobre el salario mínimo son la única ocasión que tienen
los sindicatos para manifestar sus reivindicaciones, hay el riesgo de que el sa-
lario mínimo que se acuerde no sea en la práctica un tope salarial mínimo, sino
el salario real de la mayoría de los trabajadores de la economía regular.
A partir de ahí veremos también que los países en cuestión persiguen a
menudo varios objetivos con un solo instrumento político. Los gobiernos se sir-
ven del salario mínimo como referencia para establecer el nivel de los salarios
y de los ingresos, como instrumento de lucha contra la inflación y como medio
para fomentar el diálogo social. Y ello causa muchos problemas. La experien-
cia de la política macroeconómica nos ha enseñado que lo mejor es tener tan-
tos instrumentos como objetivos. Ya han sido muy estudiados los inconvenien-
tes y peligros que aparecen cuando el salario mínimo se convierte en un
«maxisalario mínimo», sobre todo porque éste no se respeta y, además, es per-
judicial para el empleo. Por su parte, los casos de «minisalario mínimo» tam-
bién causan grandes distorsiones, y no sólo para los trabajadores, como expli-
caremos después.
1
En los estudios sobre el asunto se llama «salario máximo» a lo que nosotros llamamos
«maxisalario mínimo». Si bien debemos reconocer que la expresión tiene el mérito de ser pega-
diza, pensamos que tal vez induzca a confusión, ya que nos referimos a los salarios que cobran los
obreros: aun cuando sean muy altos relativamente, no están en la cúspide de la escala salarial, por
lo que puede llamar a engaño hablar de «salario máximo».
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