Educación y desigualdad salarial en el sector informal. El caso del Camerún

Published date01 September 2019
DOIhttp://doi.org/10.1111/ilrs.12135
AuthorHenri ATANGANA ONDOA
Date01 September 2019
Revista Internacional del Trabajo, vol. 138 (2019), núm. 3
Derechos reservados © El autor, 2019
Compilación de la revista y traducción del artículo al español © Organización Internacional del Trabajo, 2019
* Universidad de Yaoundé II; atanganaondoa@yahoo.fr.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos solo incumbe a sus autores,
y su publicación en la Revista Internacional del Trabajo no signica que la OIT las suscriba.
Educación y desigualdad salarial
en el sector informal. El caso del Camerún
Henri ATANGANA ONDOA*
Resumen. En este artículo se estiman los efectos de la educación sobre la de-
sigualdad salarial del sector informal en el Camerún. Mediante una regresión
cuantílica se analizan los datos de la segunda encuesta sobre el empleo y el sector
informal en el Camerún (EESI 2), de 2010. Los resultados indican que la cali-
cación se asocia a una mayor remuneración y desigualdad salarial, principalmente
en el caso de los trabajadores con estudios superiores. En consecuencia, se formu-
lan varias recomendaciones de política destinadas a favorecer la formalización,
mediante la creación de empleo calicado, el desarrollo de infraestructuras adap-
tadas para el sector informal y el fomento de la formación profesional.
L
a educación es un factor decisivo de la determinación salarial. El nivel de
instrucción explica las disparidades salariales incluso después de haber
tomado en consideración las diferencias de capacidad no observadas, lo que
pone de relieve el efecto positivo de la calicación en la productividad. Por
lo tanto, las uctuaciones cíclicas del rendimiento de la calicación pueden
tener su origen en ajustes de la oferta y la demanda que no son resultado de
la variación de la productividad individual. Según el modelo propuesto por
Acemoglu (2003) para explicar las diversas dinámicas de la desigualdad sala-
rial, el sesgo tecnológico hacia el trabajo calicado eleva el rendimiento rela-
tivo de la calicación, por cuanto las nuevas tecnologías son complementarias
de las competencias adquiridas en el sistema educativo. El resultado es un
aumento de la productividad que se traduce en mayores ingresos (Checchi,
2006). Desde esta perspectiva, es natural suponer que una oferta más amplia
de calicación reducirá los salarios relativos de los trabajadores más calica-
dos. Sin embargo, a pesar del creciente número de graduados universitarios,
sus salarios no han disminuido en comparación con los de los trabajadores sin
titulación superior. Es evidente que la ampliación de la brecha salarial entre
trabajadores calicados y no calicados ha contribuido al aumento de la de-
sigualdad salarial (Machin, 1996).
Revista Internacional del Trabajo
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En los primeros estudios sobre esta cuestión se atribuyó buena parte
de la creciente desigualdad salarial observada en los años ochenta a la edu-
cación y a las nuevas tecnologías, que habían alterado la demanda de traba-
jadores con diferentes competencias profesionales o niveles de instrucción.
Según Machin y Van Reenen (1998), las nuevas tecnologías adoptadas en
los lugares de trabajo modernos favorecen la contratación de trabajadores
competentes e instruidos, lo que crea un sesgo hacia el trabajo calicado
y favorece la desigualdad salarial observada. El razonamiento implícito es
que las nuevas tecnologías aumentan la productividad, pero solo pueden ser
utilizadas por los trabajadores que posean las competencias necesarias. Los
empleadores están dispuestos a remunerar mejor a los trabajadores calica-
dos, que son complementarios de los bienes de equipo tecnológicos, mien-
tras que los trabajadores menos calicados, incompetentes para el manejo
de las nuevas tecnologías, ven reducida su retribución o pierden el empleo.
En consecuencia, se produce un aumento del salario relativo y de la tasa de
ocupación de los trabajadores más calicados (Machin, 2004; Budría y Pe-
reira, 2005; Breau, Kogler y Bolton, 2014).
En la Decimoquinta Conferencia Internacional de Estadísticos del Tra-
bajo, celebrada en 1993, se denió el sector informal en función de las carac-
terísticas de la «unidad económica de producción» o empresa (en adelante,
unidad de producción) en que se desarrolla la actividad, frente a las caracterís-
ticas de los trabajadores o de sus empleos. Por consiguiente, se consideró que
los trabajadores del sector informal son todos aquellos que, en un determina-
do periodo de referencia, prestan servicio al menos en una unidad de produc-
ción del sector informal, independientemente de su categoría ocupacional y
de si se trata de su empleo principal o secundario. A n de distinguir entre las
unidades del sector informal y las empresas no constituidas en sociedad que
pertenecen a hogares, la Conferencia recomendó la aplicación de uno o varios
de los siguientes criterios: i) tamaño reducido de la unidad de producción en
términos de empleo; ii) inexistencia de una división entre el trabajo y el capi-
tal como factores de producción; y iii) falta de protección social y jurídica de
los trabajadores (OIT, 1993).
En el Camerún, todas las unidades de producción que carecen de nú-
mero de identicación scal y/o no llevan una contabilidad ocial se conside-
ran parte del sector informal. Se estima que en 2010 el número de unidades
de producción informales en el conjunto del territorio nacional era de unos
2,5 millones, de los cuales casi la mitad (el 49,5por ciento) correspondía al
medio rural, el 33,3por ciento a las ciudades de Yaoundé y de Douala, y el
resto (el 17,2por ciento) a otras ciudades (Institut national de la statistique,
2011a). En virtud del Decreto núm.2014/2217/PM de 24 de julio de 2014, se
jó el salario mínimo del país en el equivalente de 60dólares estadouniden-
ses, mientras que el salario medio mensual en el sector informal asciende a
102 dólares. El salario medio presenta grandes variaciones según el lugar de
residencia, pues alcanza los 130dólares en zonas urbanas y apenas llega a
80 dólares en zonas rurales (Institut national de la statistique, 2013).

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