Conductores internacionales: de las demoras a la enfermedad, una pesada carga que transportar

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En los pasos fronterizos internacionales de todo el mundo, el tiempo se convierte, cada vez más, en dinero. Las deficientes infraestructuras, la organización ineficaz de los procedimientos oficiales y la escasa profesionalidad de los agentes de aduanas no sólo perjudican las condiciones de vida y de trabajo de los conductores internacionales en los pasos fronterizos de todo el mundo, sino que ejercen además efectos económicos negativos, según señala un informe preparado para una reunión tripartita celebra en Ginebra del 23 al 26 de octubre de 2006.

"En las carreteras y los pasos fronterizos de Europa, África, América y Asia, cuestiones como las políticas sobre visados constituyen el obstáculo principal para los conductores, incluidas las restricciones de su derecho a trabajar", afirma Marios Meletiou, experto en transporte de la OIT. "En muchos casos, el incremento de los costes de transporte conllevan asimismo las interrupciones en los ciclos de fabricación y entrega."

El informe examina las cuestiones económicas, laborales y sociales que se derivan de los problemas de movilidad transfronteriza de los conductores internacionales en el sector del transporte por carretera. Un ejemplo basado en un estudio reciente pone de relieve que la inadecuada capacidad de las infraestructuras cuesta, según se afirma, miles de millones en pérdidas de producto bruto, y decenas de miles de puestos de trabajo.

Por ejemplo, aunque el plazo oficial para obtener un visado Schengen válido en la Unión Europea (UE) era, por término medio, de cuatro días en 2005, el plazo real para los conductores profesionales de autobuses y camiones procedentes de países ajenos a Schengen como Kazajstán, Marruecos, Ucrania y Turquía va de 1,5 días para un conductor turco, a 31,5 días para un conductor kazajo durante el mismo período.

Por otra parte, los pagos no oficiales y el acoso constituyen un grave problema para conductores, empleadores, gobiernos e, incluso, consumidores, según señala el informe. Los conductores y las empresas de transporte por carretera absorben el gasto principal, pero los gobiernos pierden derechos arancelarios aplicados a los bienes y los costes suelen transmitirse a lo largo de la cadena de suministro a otras empresas y, en última instancia, al consumidor.

El informe subraya asimismo la vulnerabilidad de los trabajadores en el transporte internacional por carretera en cuanto a las enfermedades de transmisión sexual como el VIH/SIDA, lo que repercute en un número mucho mayor de personas en las áreas en las que los conductores viven y trabajan.

Según el informe, los gobiernos son los principales responsables de abordar la mayoría de los problemas esbozados, aunque los empleadores y los trabajadores pueden contribuir asimismo de manera esencial a la mejora de la situación. El informe alude igualmente al Convenio sobre los documentos de identidad de la gente de mar, 2003 (núm. 185) (revisado), del que podrían extraerse ideas de utilidad para la adopción de un planteamiento similar en el caso de los conductores internacionales.

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