El cambio en el sector de la salud.

Pages26-29 y 30

A medida que los costes de la oferta de asistencia sanitaria aumentan en todo el mundo, la mayoría de los gobiernos tratan de encontrar vías para su reducción. Sin embargo, el sector de la salud sigue expandiéndose en respuesta a la demanda de la población. La tensión que origina el intento de conciliar el recorte de gastos con el mantenimiento de la calidad de la asistencia es enorme. Entre las principales víctimas de tal situación se cuentan los proveedores de este servicio. En el presente artículo se analiza en qué medida asegurar el bienestar de los trabajadores del sistema sanitario se considera cada vez más tan importante como garantizar la salud de los pacientes.

El sector de la salud en el mundo, en el que prestan sus servicios unos 35 millones de personas, se caracteriza por un uso intensivo de la mano de obra. De acuerdo con un reciente informe de la OIT titulado Condiciones de empleo y de trabajo en el marco de las reformas del sector de la salud (4), el gasto mundial en asistencia médica y sanitaria fue de unos 2.330.000 millones de dólares de Estados Unidos, lo que equivale a un 9% del PIB mundial. Aunque los niveles de desempleo en este sector ya son relativamente moderados, es muy probable que las oportunidades de empleo aumenten en el futuro.

En el sector de la salud no sólo trabajan médicos, personal de enfermería y farmacéuticos, sino también conductores de ambulancia, gestores de sistemas y el personal de restauración y de lavandería de los centros hospitalarios. Con independencia del sexo o de la edad, la asistencia sanitaria es fundamental para toda la población mundial, así como para la sociedad y la economía en su conjunto, lo que le confiere su singularidad respecto a la mayoría de los sectores laborales.

A pesar de ello, se considera cada vez con mayor preocupación que la situación de los trabajadores del sector de la salud no sea plenamente satisfactoria. Además del recorte de gastos y de las restricciones presupuestarias, aumenta la frecuencia con la que deben afrontar numerosos riesgos profesionales, que van desde la violencia y el acoso sexual, a la infección, la enfermedad e incluso la muerte. Es obvio, pues, que el trabajo en el sector es duro y que sus dificultades se agravan con el tiempo. Actualmente, se comprende cada vez mejor que la combinación de remuneración insuficiente, escasa seguridad en el puesto y condiciones de trabajo deficientes que afectan a los proveedores puede no sólo resultar perjudicial para los pacientes, sino también contribuir al deterioro de la calidad general de la asistencia sanitaria.

Hasta el momento, la mayor parte de las iniciativas internacionales de desarrollo de la salud se centraban en la asistencia sanitaria y no en la atención de los trabajadores del sector. Con el fin de sondear las vías aplicables al tratamiento de esta situación crítica a escala mundial, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) convocó recientemente una reunión paritaria para examinar por primera vez la repercusión de las reformas de la asistencia sanitaria y las condiciones de empleo y de trabajo en este sector. Después de un debate intenso y, en ocasiones, sorprendente, los delegados, entre los que figuraban representantes de las administraciones en su papel de empleadores públicos, de algunos proveedores de asistencia sanitaria del sector privado, y de los sindicatos, adoptaron un conjunto de conclusiones innovadoras encaminadas a la mejora de las condiciones de trabajo de los proveedores de asistencia sanitaria, así como del acceso a los servicios de salud y la calidad de éstos.

La situación de la asistencia sanitaria: cada vez más difícil

El trabajo en el ámbito de la asistencia sanitaria es duro. Muchos de los trabajadores del sector dedican un gran número de horas a su actividad laboral, en ocasiones, en condiciones de soledad. Al desempeñar sus tareas profesionales, pueden verse expuestos a infecciones, así como a intoxicaciones químicas y biológicas. Un nivel de estrés elevado es uno de los gajes del oficio. Además, en muchos casos, como el del personal de las residencias asistidas, se enfrentan a agresiones verbales y físicas, ya que entran en contacto a menudo con personas perturbadas.

Reviste especial interés la difícil situación de las mujeres, cuya proporción es mayoritaria en el conjunto de los trabajadores de la asistencia sanitaria y en algunos países, alcanza el 80% del total. Desempeñan su labor con eficacia, pero, por desgracia, en demasiados casos se ven relegadas al nivel más bajo de la jerarquía del sector, enfrentándose a condiciones de trabajo precarias, arduas y, en ocasiones, inseguras para recibir una remuneración inadecuada. Asimismo, son objeto frecuente de distintas formas de violencia física en el lugar de trabajo, entre las que se cuenta el acoso sexual.

Paralelamente, muchos millones de personas, tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados, carecen de la asistencia sanitaria que necesitan. Son numerosos los casos en los que una reforma fiscal puede dar lugar a la instauración de un sistema de dos niveles, en el que sólo los que cuentan con los medios económicos para permitírsela disfrutan de una asistencia de calidad, mientras que los que carecen de los mismos reciben una atención escasa o nula. Esta disparidad plantea un problema de equidad o de justicia.

A medida que crecen las poblaciones y aumenta en muchos lugares el número de personas de edad avanzada, surgen nuevas dificultades y reaparecen otras ya conocidas. Por otra parte, los avances constantes de la tecnología exigen cambios radicales en los tratamientos y los métodos de trabajo y contribuyen a la multiplicación de los costes de la asistencia sanitaria. Estas transformaciones comprometen no sólo a los gestores, sino también a los trabajadores, desde las fases iniciales de planificación a la aplicación final.

Costes de la asistencia sanitaria y condiciones de trabajo deficientes

La partida principal en todo presupuesto de asistencia sanitaria es la dedicada a la remuneración de los trabajadores del sector. Este gasto suele suponer más de la mitad del total previsto, incluso aunque, en muchos países, el personal deba hacer frente a una remuneración insuficiente, una escasa seguridad en el puesto y unas condiciones de trabajo deficientes. Puesto que los costes en el sector siguen aumentando, las administraciones están interesadas en poner un limite a esta tendencia y aprovechar eficazmente los fondos disponibles. El resultado puede ser el planteamiento de conflictos.

Esta situación poco halagüeña en cuanto a retribución y condiciones de trabajo y falta de oportunidades de mejora han constituido además causas fundamentales tanto de la salida o "fuga de cerebros" de trabajadores sanitarios cualificados de los países más desfavorecidos como del empeoramiento de la escasez, que ya era grave, de personal de enfermería en los países más industrializados.

Por otra parte, en muchos países se tiende a ampliar la proporción de la asistencia sanitaria cuya gestión se cede a un sector privado adaptado al funcionamiento del mercado. No obstante, hay responsabilidades que trascienden las partidas presupuestarias. Tratar de garantizar el acceso universal a la asistencia sanitaria mientras se busca un modo de pagarla constituye un reto complejo para casi todos los estados.

Satisfacción de las necesidades

Para abordar estas cuestiones, la Reunión paritaria sobre las condiciones de empleo y de trabajo en el marco de las reformas del sector de la salud, celebrada en Ginebra del 21 al 25 de septiembre de 1998, adoptó las conclusiones siguientes:

la asistencia sanitaria no es un mercancía y, por tanto, no se trata de un bien comercializable. Constituye un derecho humano básico;

garantizar un acceso universal, al menos a la asistencia sanitaria primaria sigue representando un reto en todo el mundo, y en especial en los países en desarrollo;

las iniciativas de reforma sanitaria deben promover la asistencia primaria y la medicina preventiva para todos, mejorar la calidad del servicio y optimizar las condiciones de trabajo en este sector;

las reformas de la asistencia sanitaria no pueden ser impuestas de arriba abajo o por agentes externos. En el proceso de su desarrollo, deben formularse políticas orientadas al diálogo social, ya que las mejores reformas se basan en éste;

los trabajadores del sector de la salud, incluidos los que desarrollan su actividad profesional a tiempo parcial, deben tener derecho a la negociación colectiva, a disfrutar de unas condiciones de trabajo aceptables y a la oportunidad de recibir formación continua;

deben abonarse regularmente los salarios a todos los trabajadores, incluidos los trabajadores del sector de la salud, de acuerdo con el Convenio sobre la protección del salario, 1949 (nº 95);

la instrucción básica, el aprendizaje a lo largo de la vida y la formación continua son esenciales para mantener la calidad de los servicios prestados y fomentar el desarrollo profesional. Las organizaciones de trabajadores deben participar en su diseño y aplicación. La formación para la gestión es fundamental;

la igualdad de oportunidades debe materializarse para brindar a las mujeres la oportunidad de competir por el acceso a puestos de mayor calidad y mejor remunerados;

las administraciones y las empresas deben crear lugares de trabajo seguros, sobre todo para las mujeres;

las empresas, los trabajadores y las administraciones tienen la responsabilidad de luchar contra el racismo en el lugar de trabajo.

* * * * *

Este artículo ha sido elaborado por Nedd Willard, escritor autónomo y antiguo funcionario de la OMS residente en Ginebra.

* * * * *

(4) Condiciones de empleo y de trabajo en el marco de las reformas del sector de la salud, Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, 1998, ISBN 92-2-111070-2.

VLEX uses login cookies to provide you with a better browsing experience. If you click on 'Accept' or continue browsing this site we consider that you accept our cookie policy. ACCEPT