Cambio del comercio ligado a los sistemás mundiales de producción. ¿Qué política seguir?

AuthorWilliam MILBERG
Date01 March 2004
DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-913X.2004.tb00334.x
Published date01 March 2004
Revista Internacional del Trabajo,
vol. 123 (2004), núm. 1-2
Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2004
Cambio del comercio ligado
a los sistemas mundiales de producción.
¿Qué política seguir?
William MILBERG
*
n la mayoría de los estudios sobre la globalización económica se
E
hace hincapié en el grado de apertura del comercio mundial
desde 1980, apertura que se mide por la
cantidad de comercio
en rela-
ción con la actividad económica total. Este incremento cuantitativo, sin
embargo, puede ser menos importante que el cambio cualitativo acae-
cido en la estructura del comercio mundial desde esa misma fecha, con-
cretamente el comercio ligado a la «desintegración» internacional de la
producción, es decir, el desmembramiento del proceso productivo en
diversas partes y la ubicación de estas partes en países distintos. En el
presente artículo se examinan el alcance de este cambio estructural, sus
causas y su importancia en el conjunto del desarrollo económico.
La transformación que ha sufrido el comercio internacional — mayor
presencia de los bienes intermedios y creciente actividad al margen de las
empresas multinacionales — plantea una serie de retos tanto a la teoría
como a las políticas. En cuanto al reto teórico, lo que están en revisión son
los modelos analíticos tradicionales del comercio internacional y la inver-
sión extranjera directa (IED). Al incrementarse la movilidad internacio-
nal del capital y el comercio de bienes intermedios, el mundo teórica-
mente armonioso de la ventaja comparativa ha cedido el puesto a una
lucha competitiva caracterizada por la ventaja absoluta y el atractivo rela-
tivo de un lugar concreto para producir un insumo determinado del pro-
ceso productivo general. En lo referente a la inversión extranjera, pierde
* New School University. El presente artículo se basa en un trabajo preparado para la
Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de la Globalización constituida por la Organización
Internacional del Trabajo. Dirección electrónica: milbergw@newschool.edu. El autor agradece a
Codrina Rada su excelente ayuda en la investigación; a Jörg Mayer, los datos presentados en el
apartado sobre la competitividad y la dispersión geográfica; y a Gary Gereffi, Peter Gibbon, Susan
Hayter, John Humphrey, David Kucera, Katherine McFate y Timothy Sturgeon, sus provechosos
comentarios a la primera redacción del trabajo.
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Revista Internacional del Trabajo
fuerza la teoría de la «internización», lo que plantea la necesidad de elabo-
rar una teoría económica de la «externización».
El reto político se deriva del hecho de que, aunque la universaliza-
ción de la producción ha ayudado seguramente a los países en desarro-
llo a expandir su actividad manufacturera con destino a la exportación,
el valor añadido procedente de esta actividad no es muy superior al de
sus sistemas anteriores de exportación de productos básicos. Y esto se
debe a que las empresas que lideran las redes mundiales de producción
subcontratan en otros países las tareas que tienen menos valor añadido,
pero conservan los procesos productivos donde este valor es más alto:
los campos de especialización primordiales para cada una de ellas. Es-
tos procesos suelen basarse en niveles superiores de tecnología y cono-
cimientos especializados, pero también suelen estar en manos de oligo-
polios y protegidos por barreras firmes que dificultan la entrada de
terceros. Las barreras son más permeables en los sectores de muchas
redes mundiales en donde es menor el valor añadido, y en los cuales en-
tran continuamente empresas de países que antes no se dedicaban a
esos productos. La competencia en este nivel puede ser tan intensa que
frene el incremento de los beneficios y los salarios. Pero aunque el es-
tancamiento de los salarios afecta actualmente al nivel de vida, lo que
más amenaza al desarrollo económico a largo plazo es la dificultad de
generar rendimientos que puedan dedicarse a la reinversión.
El crecimiento de la IED en los países en desarrollo no resuelve el
problema: los beneficios se repatrían en su mayor parte, y esta inver-
sión suele ir a la zaga del desarrollo económico en vez de impulsarlo.
Los países no deberían hacer concesiones importantes para atraer IED.
Más bien, para conseguir desarrollar su capital humano y sus infraes-
tructuras (algo que es crucial para que funcione el capitalismo impul-
sado por los ejecutivos empresariales –– y probablemente también para
atraer IED ––) deben diseñar unas políticas industrial y de la com-
petencia encaminadas a satisfacer sus necesidades específicas y a am-
pliar los rendimientos de la actividad productiva. La reinversión social-
mente productiva de estos rendimientos es decisiva para el desarrollo
económico.
Este artículo se divide en ocho partes. En la primera se presenta
un panorama general de las tendencias mundiales del comercio y la
IED, en donde se procura, sobre todo, explicar las fuerzas motoras de
la IED y la lentitud con que está creciendo la inversión extranjera ver-
tical frente a la horizontal. En la segunda se estudia la distribución de
la producción mundial en general, con hincapié en la creciente impor-
tancia de la subcontratación en el extranjero, tanto con empresas inde-
pendientes como en otras condiciones. En las partes tercera y cuarta se
analizan las enseñanzas de los sistemas mundiales de producción para
las teorías relativas al comercio y a la inversión exteriores. La quinta se
dedica a los datos que poseemos sobre la estructura del mercado en las
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cadenas mundiales de productos básicos. La sexta parte trata de los
efectos que la producción mundializada tiene en el trabajo y el capital,
incluidos los salarios y el empleo, y en las corrientes internacionales de
beneficios. En la séptima se examinan algunos asuntos políticos gene-
rales relacionados directamente con los retos que la producción mun-
dializada plantea al desarrollo económico: cuestiones de política indus-
trial, política de la competencia, política de admisión de IED y política
laboral en el sistema productivo de alcance mundial. En la octava y úl-
tima parte se sintetizan algunas conclusiones.
La globalización de la producción a la vista
del comercio internacional y la inversión
extranjera directa
La globalización económica es un proceso que tiene dos caras: la
financiera y la productiva. El elemento común a ambas es una mayor
movilidad internacional de los capitales. Con la liberalización e infor-
matización generales de los mercados financieros, las corrientes inter-
nacionales brutas de capitales han crecido de manera astronómica en
los últimos veinte años. Veamos, por ejemplo, el mercado de divisas:
en 1977, las transacciones anuales de divisas ascendieron a 4,6 billones
de dólares estadounidenses; en 2001, el volumen
diario
de transaccio-
nes había subido ya a 1,21 billones, cifra equivalente al valor anual del
comercio mundial
1
.
El comercio
Aunque no tanto como la globalización financiera, que se ha in-
tensificado espectacularmente, también la de la producción ha acusado
un alza notable, y lo ha hecho en las dos vertientes de comercio inter-
nacional e IED. Desde mediados de los años ochenta, el volumen mun-
dial de IED ha aumentado más que el del comercio internacional, el
cual, a su vez, ha crecido más que el producto mundial (véanse FMI,
2001, y UNCTAD, 2001).
La globalización de la producción trae consigo como gran pro-
mesa el inicio de una nueva fase de crecimiento de las exportaciones de
los países en desarrollo, cuya incorporación al proceso les abre nuevos
mercados y les aporta nuevas tecnologías. Como el comercio mundial
se ha ampliado, tanto en cifras absolutas como en relación con el pro-
ducto mundial, los países en desarrollo han mantenido su proporción
1
Cabe aducir que las corrientes netas de capital (no las corrientes brutas) han sido insufi-
cientes o, peor, anómalas en el sentido de que el reembolso de la deuda y la repatriación de bene-
ficios por las empresas multinacionales han generado una corriente que va de los países en desa-
rrollo a los desarrollados.

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