La calidad del trabajo según los indicadores europeos y otros más

Date01 June 2008
AuthorLucie DAVOINE,Christine ERHEL,Mathilde GUERGOAT‐LARIVIÈRE
Published date01 June 2008
DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-9148.2008.00030.x
Revista Internacional del Trabajo, vol. 127 (2008), núm. 2-3
Copyright © Organización Internacional del Trabajo 2008
La calidad del trabajo según
los indicadores europeos y otros más
Lucie DAVOINE*, Christine ERHEL **
y Mathilde GUERGOAT-LARIVIÈRE***
Resumen. La Unión Europea confeccionó una serie de indicadores —llamados in-
dicadores de Laeken— destinada a valorar la calidad del trabajo en el marco de la
Estrategia Europea de Empleo. En el presente artículo se exponen, analizan y apli-
can estos indicadores. Las autoras demuestran, en el plano teórico, que el concepto
se compone de varias dimensiones que suelen depender de las instituciones naciona-
les, principalmente los sistemas de relaciones laborales y de protección social. Des-
pués efectúan un análisis comparado en los veintisiete países de la UE y confirman
que hay varios modelos de calidad del trabajo en la zona. Por último, abogan por
una ampliación de los indicadores citados.
os estudios universitarios de la calidad del trabajo han logrado avances im-
Lportantes durante el último decenio, especialmente en los campos de la
teoría económica y las relaciones laborales. El creciente interés de los economis-
tas del trabajo por los datos que revelan el grado de satisfacción personal con el
empleo ha generado un debate sobre los factores que más influyen en los trabaja-
dores cuando opinan sobre la calidad de su ocupación (Clark, 2005). Por otra par-
te, hay muchas indagaciones acerca de la tendencia que detectan las encuestas
nacionales y europeas a un descenso de la satisfacción de los trabajadores a pesar
del alza de los salarios reales (Green, 2006), fenómeno que quizás podría expli-
carse, entre otros factores, por alguna forma de intensificación del trabajo y por
los efectos de ésta sobre la conciliación de la vida laboral y la familiar. La calidad
* Centro de Estudios del Empleo y Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Pa-
rís I, dirección electrónica: lucie.davoine@gmail.com. ** Facultad de Ciencias Económicas, Uni-
versidad de París I, y Centro de Estudios del Empleo, dirección electrónica: Christine.Erhel@
univ-paris1.fr. *** Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de París I, y Centro de Estu-
dios del Empleo, dirección electrónica: mathilde-guergoat@noos.fr. Este artículo se basa en las con-
clusiones de un informe financiado por la Dirección General de Empleo de la Comisión Europea.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos firmados sólo incumbe a sus
autores, y su publicación en la Revista Internacional del Trabajo no significa que la OIT las suscriba.
184 Revista Internacional del Trabajo
del trabajo ha entrado igualmente en la esfera de la política económica, tanto en
el plano internacional, mediante la definición del «trabajo decente» hecha por la
OIT (1999), como en el plano europeo, mediante la inclusión en la Estrategia
Europea de Empleo (EEE), en 2001, de los llamados «indicadores de la calidad
del trabajo» 1 (Comisión Europea, 2001a). En ambas definiciones se contemplan
distintas facetas como el nivel salarial, los derechos a la seguridad social y la re-
presentación, el tipo de contrato o las oportunidades de formación, todas las
cuales pueden verse afectadas por las políticas laborales y sociales.
No obstante, estos indicadores internacionales apenas se utilizan en los es-
tudios académicos, y, salvo unos pocos estudios empíricos (Comisión Europea,
2001b, 2002 y 2003), y un número monográfico de la Revista Internacional del
Trabajo (2003), es muy poco lo que sabemos de la calidad del trabajo en térmi-
nos comparados.
En el presente artículo procuraremos colmar esta laguna aplicando, anali-
zando y completando los indicadores europeos. Hemos basado la investigación
empírica en hipótesis inspiradas tanto en la bibliografía sobre la calidad del tra-
bajo como en las averiguaciones de los estudios comparados sobre el mercado
laboral.
Terminaremos el artículo con algunas conclusiones políticas y programáti-
cas relativas tanto a la Estrategia Europea de Empleo, en particular a los indica-
dores mencionados, como a las interacciones entre los organismos nacionales y
la calidad del trabajo.
La Estrategia Europea de Empleo y la calidad
del trabajo
Incorporación de la calidad del trabajo
La introducción de la calidad del trabajo en el debate de la Unión Europea sobre
la política y los resultados del mercado laboral data de la cumbre de Lisboa, que
fue celebrada en el año 2000 en un ambiente de robustecimiento de la colabora-
ción entre los países miembros en el ámbito de las políticas sociales y de empleo
basada en el llamado método abierto de coordinación y en la consolidación de la
EEE. La calidad del trabajo fue incluida en la Agenda Social Europea en el Con-
sejo Europeo reunido en Niza en diciembre de aquel mismo año, y, a partir de
entonces, pasó a ser un objetivo de la EEE. Los indicadores de la calidad del tra-
bajo fueron aprobados en la cumbre celebrada en Laeken en diciembre de 2001.
Ésta sigue siendo actualmente una meta oficial de la nueva EEE aprobada en
2003, estrategia cuyos objetivos son «el pleno empleo», «la mejora de la calidad y
productividad del empleo» y «el fortalecimiento de la cohesión social y de la in-
1Emplearemos sobre todo la expresión «calidad del trabajo» porque es la más frecuente en
las versiones españolas oficiales de los documentos de la Unión Europea. La opción «calidad del
empleo» debe considerarse sinónima.
Calidad del trabajo según los indicadores europeos y otros 185
serción». Los tres objetivos se confirmaron después para el período 2005-2008
en una decisión adoptada por el Consejo el 12 de julio de 2005.
No obstante, el interés hasta entonces creciente por la calidad en el mundo
del trabajo empezó después a perder algo de impulso. Por ejemplo, el informe de
la Comisión titulado El empleo en Europa 2004 no contiene, a diferencia de las
tres ediciones precedentes, ningún capítulo dedicado a la calidad del trabajo. Y
el informe sobre las políticas laborales y de empleo que presentó en 2004 un gru-
po dirigido por Wim Kok (titulado Jobs, jobs, jobs y conocido también como el
«Informe Kok») analiza los aspectos cuantitativos del empleo (y, sobre todo, la
tasa de ocupación y los alicientes para trabajar), sin tocar en absoluto el asunto
de la calidad.
En esta breve historia de la calidad del trabajo en el ámbito de la Unión
Europea se pone claramente de manifiesto la ambigüedad del concepto. De un
lado, parece una innovación que denota la voluntad de renovar el modelo social
europeo. De otro, sin embargo, es difícilmente separable de las circunstancias
económicas y políticas. El interés por la calidad fue promovido de hecho por los
gobiernos de izquierdas —eran mayoría en la UE a finales de los años noventa—
en una coyuntura de bonanza económica caracterizada por el crecimiento del
empleo. Luego, en los primeros años de nuestro siglo, el alza del desempleo y la
debilidad de los partidos socialdemócratas redujeron el espacio para la calidad
del trabajo. Este objetivo sigue estando presente en la EEE, pero su sustancia se
ha modificado, pues se asimila cada vez más a la productividad del trabajo y a las
ventajas financieras que entraña la creación de empleos. Estas vacilaciones so-
bre la definición de la calidad del trabajo revelan que hay en la EEE otras ambi-
güedades de más calado (Erhel y Palier, 2005).
Desde el punto de vista de las acciones europeas, la referencia a la calidad
del trabajo desde 2000 parece haber sido una transacción política que luego ha
tenido una suerte variable e incierta. Ahora bien, ha tenido resultados tangibles
en forma de indicadores y de métodos de seguimiento.
El proceso político condujo a que se elaborara una serie de indicadores co-
munes de la calidad del trabajo (Comisión Europea, 2001a). Partiendo de un
planteamiento polifacético se organizan los indicadores en las diez dimensiones
siguientes: calidad intrínseca del empleo; cualificaciones, formación continua y
desarrollo de la trayectoria profesional; igualdad entre hombres y mujeres; salud
y seguridad en el trabajo; flexibilidad y seguridad del trabajo; inclusión y acceso
al mercado laboral; organización del trabajo y conciliación entre la vida pro-
fesional y la vida privada; diálogo social y participación de los trabajadores;
diversidad y no discriminación, y, por último, rendimiento y productividad eco-
nómicos. Según la Comisión, las dos primeras dimensiones se refieren a «las ca-
racterísticas de los puestos de trabajo», mientras que las ocho restantes calibran
«el entorno laboral y el contexto general del mercado de trabajo». En el Consejo
de Laeken y en las directrices para las políticas de empleo de 2002 se definieron
dos tipos de indicadores, unos de importancia clave y otros de contexto, para
cada una de las diez dimensiones mencionadas, salvo para la del diálogo social,
en la que no se consiguió un acuerdo transaccional entre las distintas tendencias

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