Análisis del desnivel salarial entre hombres y mujeres con un modelo de equilibrio

DOIhttp://doi.org/10.1111/j.1564-9148.2008.00038.x
AuthorElisabeth HERMANN FREDERIKSEN,Graciela CHICHILNISKY
Published date01 December 2008
Date01 December 2008
Revista Internacional del Trabajo, vol. 127 (2008), núm. 4
Derechos reservados © Las autoras, 2008
Compilación de la revista y traducción del artículo al español © Organización Internacional del Trabajo, 2008
Análisis del desnivel salarial
entre hombres y mujeres
con un modelo de equilibrio
Graciela CHICHILNISKY*
y Elisabeth HERMANN FREDERIKSEN**
Resumen. Según un modelo de equilibrio general de dos esferas (hogar y mercado),
la productividad de la mujer en el trabajo remunerado disminuye cuantas más tareas
desempeña en el hogar. Partiendo del supuesto de que las aportaciones de hombres y
mujeres a las labores domésticas son complementarias, las autoras comprueban que
hay múltiples equilibrios posibles. En algunos, ellos y ellas asumen estas tareas por
igual y ganan salarios iguales; en otros, se las reparten de manera dispar y ganan sala-
rios diferentes. Por otra parte, los estereotipos acerca de la productividad de las mu-
jeres perpetúan la desigualdad. Las autoras, valiéndose de ejemplos numéricos,
demuestran que hay mayor bienestar cuando los cónyuges se reparten el trabajo a
partes iguales. Para terminar, exponen algunas conclusiones.
l número de mujeres presentes en el mercado laboral ha aumentado consi-
Ederablemente durante el medio siglo último en las economías avanzadas
(Fullerton, 1999). Al mismo tiempo, está mejorando su instrucción, como lo
prueba el hecho de que las mujeres estadounidenses pasaran ya a estar más ins-
truidas que los hombres a mediados del decenio de 1990 (Freeman, 2004). Aho-
ra bien, a pesar de estos progresos de la situación de las mujeres en la sociedad y
* Universidad de Columbia. Dirección e lectrónica: gc9@columbia.edu. ** Unidad de In-
vestigaciones sobre Política Económica (EPRU) de la Universidad de Copenhague y Centro de Ges-
tión e Ingeniería de Activos Financieros (FAME). Dirección electrónica: ehf@econ.ku.dk. Nuestro
agradecimiento al redactor principal y los evaluadores anónimos de la RIT por sus valiosos comen-
tarios y sugerencias. Muchas gracias igualmente a Christian Groth, Christian Schultz, Mich Tvede y
a los participantes en el seminario de la EPRU de la Univers idad de Copenhague y en el taller anual
de 2004 del Programa Danés de Licenciatura en Economía (DGPE) por sus valiosas y provechosas
ideas. Nuestra investigación ha tenido el apoyo del Consejo Danés de Investigaciones en Cien-
cias Sociales, el Ministerio de Alimentación, Agricultura y Pesca de Dinamarca y el Consejo Danés
de Investigaciones Agrícolas y Veterinarias. Las autoras agradecen al Programa de Información y
Recursos (PIR) de la Universidad de Columb ia su sostén a esta investigación y a la visita de la doc-
tora Frederiksen a esta universidad. Correspondencia: Elisabeth Hermann Frederiksen, Departa-
mento de Economía de la Universidad de Copenhague, Studiestræde 6, 1455 Copenhague-K,
Dinamarca. Dirección electrónica: ehf@econ.ku.dk.
La responsabilidad de las opiniones expresadas en los artículos sólo incumbe a sus autores,
y su publicación en la Revista Internacional del Trabajo no significa que la OIT las suscriba.
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en el mundo del trabajo, y pese a las normas que dictan la igualdad de remunera-
ción por un trabajo de igual valor en muchos países1, no parece que estén ganan-
do los mismos salarios que los hombres.
Desde que las mujeres comenzaron a incorporarse a la población activa, la
disparidad salarial entre los sexos2 ha ido disminuyendo. Los salarios de los
hombres y los de las mujeres de los Estados Unidos convergieron en el decenio
de 1980 después de un período de estabilidad que siguió al decenio de 1960 (Blau
y Kahn, 2000). A partir de entonces la convergencia se ha aminorado y el desni-
vel ha permanecido casi constante desde los primeros años del decenio de 1990
(Blau y Kahn, 2006). Dan cuenta de situaciones similares los estudios acerca de
otras economías adelantadas como las de Suecia (Edin y Richardson, 2002) y
Dinamarca (Datta Gupta, Oaxaca y Smith, 2006). En los países de la Organiza-
ción de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) las mujeres ganan, en
promedio, el 84 por ciento de la remuneración por hora de los hombres (OCDE,
2002)3.
A la vez que persiste el desnivel salarial en función del sexo, la actual divi-
sión del trabajo entre los cónyuges dentro del hogar resulta sorprendentemente
tradicional. Los estudios sobre el empleo del tiempo en las economías adelanta-
das muestran sistemáticamente que las esposas dedican relativamente más tiem-
po a la producción de los servicios domésticos que los esposos y que éstos pasan
relativamente más tiempo en el trabajo retribuido que aquéllas (Bonke, Datta
Gupta y Smith, 2005; Freeman y Schettkat, 2005, y Short 2000). Davis, Green-
stein y Gerteisen Marks comprueban, en un estudio empírico minucioso de vein-
tiocho países, que en todos ellos sin excepción «las mujeres hacen más tareas del
hogar que los hombres» (2007, pág. 1259)4. Como puede verse en el cuadro 1, las
mujeres realizan de dos a tres veces más labor doméstica que los hombres en
las sociedades modernas, proporción que confirman, por ejemplo, Coltrane
(2000) y otros analistas. Ahora bien, en términos generales ambos sexos dedican
el mismo tiempo a las dos actividades —el trabajo remunerado y el hogar— con-
sideradas en conjunto (Freeman y Schettkat, 2005).
El gráfico 1 es un diagrama de dispersión de los desniveles salariales com-
parados con el porcentaje de las tareas del hogar que (según dicen ellos mismos)
asumen los hombres en una muestra de países con economías adelantadas. El
1Desde su adopción en 1951, el Convenio de la OIT relativo a la igualdad de remuneración
entre la mano de obra masculina y la mano de obra femenina por un trabajo de igual valor
(núm. 100) ha sido ratificado por 162 países (véase la base de datos ILOLEX, de la OIT:
www.ilo.org/ilolex/spanish/convdisp2.htm>). En los Estados Unidos, algunos Estados han promul-
gado normas sobre la igualdad de remuneración (por ejemplo, Nueva York), pero en el conjunto
del país todavía no existe una ley de este género.
2Por lo general, el desnivel salarial en función del sexo se estima de manera aproximada
sobre la base de las diferencias de ingresos del trabajo entre las profesiones «masculinas» y «feme-
ninas», y entre los hombres y mujeres que desempeñan la misma profesión. Así pues, hay que ser
cautelosos al comparar las estimaciones de las disparidades salariales de distinto origen.
3Hay, con todo, algunos datos de que las nuevas cohortes de mujeres están en mejor situa-
ción que las anteriores (Blau y Kahn, 2000).
4Davis, Greenstein y Gerteisen Marks (2007) basan sus conclusiones empíricas en datos de
17.636 personas encuestadas en veintiocho países.

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