Los mercados al servicio del empleo: la vía para salir de la crisis

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El Informe sobre el trabajo en el mundo
2011 realiza un llamamiento a favor de mantener
y, en algunos casos, potenciar, los programas
de fomento del empleo, y se advierte de que,
a menudo, los esfuerzos dedicados a reducir la
deuda pública y los défi cit se han centrado de
manera desproporcionada en las medidas sociales
y relativas al mercado laboral. Por ejemplo, se
pone de relieve que el aumento del gasto en
medidas activas relativas al mercado de trabajo
en sólo medio punto porcentual del PIB elevaría
el empleo entre el 0,4 y el 0,8%, dependiendo
del país de que se trate. En el estudio se aboga
asimismo por promover la inversión en la
economía real mediante la reforma fi nanciera y las
medidas favorables a las inversiones. Entrevista
con Raymond Torres, Director del Instituto
Internacional de Estudios Laborales de la OIT.
Las tendencias recientes refl ejan el hecho de que
no se ha prestado sufi ciente atención al empleo
como impulsor esencial de la recuperación.
¿Cómo podemos lograr que los mercados se
pongan al servicio del empleo?
Raymond Torres: los países se han centrado
cada vez más en apaciguar los mercados
nancieros. En particular, en las economías
avanzadas, el debate se ha centrado a menudo
en la austeridad fi scal y en el modo de asistir
a los bancos, sin reformar necesariamente las
prácticas bancarias que dieron lugar a la crisis.
Y lo que es peor, se adoleció de una falta de
visión respecto al modo en que se recuperará
la economía real. En algunos casos, estas
actuaciones se han acompañado de medidas
que ponen en peligro la protección social y
los derechos de los trabajadores. Obrar así no
impulsará el crecimiento ni el empleo.
Entretanto, la regulación del sistema fi nanciero
(epicentro de la crisis mundial) sigue siendo
inadecuada. En las economías avanzadas, el
sector fi nanciero no desempeña su papel normal
de intermediario en la provisión de crédito
a la economía real. Además, las economías
emergentes se han visto afectadas por la entrada
generalizada de fl ujos de capital volátiles a corto
plazo, lo que desestabiliza sus economías reales.
En la práctica, esto signifi ca que el empleo se
percibe como una prioridad de segundo orden
en comparación con los objetivos fi nancieros.
Es urgente modifi car tal percepción. El margen
de maniobra para potenciar la creación de
empleo y la generación de renta se cierra, a
medida que comienza a arraigar la exclusión
del mercado laboral y crece el descontento
social. Este círculo vicioso puede romperse
procurando que los mercados se pongan al
servicio del empleo, y no al contrario.
Algunos economistas recomiendan la moderación
salarial como medio para impulsar el empleo y la
productividad.
Raymond Torres: Creemos que ha llegado
la hora de reconsiderar las políticas de
“moderación salarial”. En los dos últimos
decenios, la mayoría de los países asistió a una
caída del porcentaje de renta destinado a los
trabajadores, lo que signifi ca que los ingresos
reales de los asalariados y los trabajadores por
cuenta propia, como promedio, han crecido
menos de lo que justifi ca su productividad. La
moderación salarial no se ha traducido en un
incremento de la inversión real: entre 2000 y
2009, más del 83% de los países registraron
un aumento del porcentaje de los benefi cios
corporativos en el PIB, pero estos benefi cios
se destinaron cada vez más al reparto de
dividendos, y no a la inversión. Tampoco
existen datos inequívocos que acrediten que
la moderación salarial haya potenciado las
perspectivas de empleo.
De hecho, tal moderación ha contribuido a
que se agraven los desequilibrios globales
que, junto con las inefi ciencias del sistema
nanciero, han dado lugar a la crisis y a su
perpetuación. En las economías avanzadas,
el estancamiento de los ingresos de los
trabajadores abonó el terreno para el
crecimiento del gasto vinculado a la deuda,
lo que resulta claramente insostenible. En las
economías emergentes, la moderación salarial
ha sido parte integral de las estrategias de
crecimiento basadas en la exportación a las
economías avanzadas, y estas estrategias
resultan igualmente insostenibles.
El Informe sobre el Trabajo en el Mundo 2011 se
recomienda una vinculación más estrecha entre
salarios y productividad.
© M. Crozet/OIT
Los mercados al servicio del empleo:
la vía para salir de la crisis
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Raymond Torres: al garantizar una conexión más
estrecha entre los salarios y la productividad,
se abordará la escasez mundial de demanda.
Por otro lado, este planteamiento equilibrado
atenuaría las presiones que soportan los
gobiernos sujetos a restricciones presupuestarias
para estimular la economía. En muchos países,
los niveles de rentabilidad son tales que
lograr que los salarios crezcan con arreglo a la
productividad también potenciaría la inversión.
Obviamente, la política ha de adaptarse a
las circunstancias de cada país, y sólo podrá
aplicarse eficazmente mediante el diálogo
social, instrumentos de provisión de salarios
mínimos adecuadamente diseñados, la
negociación colectiva, y un esfuerzo renovado
para la promoción de las normas fundamentales
del trabajo. En este sentido, las economías
con superávit como China, Alemania, Japón y
Rusia gozan de una sólida posición en cuanto
a competitividad y, por tanto, de un mayor
margen para la aplicación de tal política que
otros países. En estos países, una evolución
más equilibrada de los ingresos resultaría
beneficiosa, además de que favorecería la
recuperación en los países deficitarios, y
en particular, en los de la zona euro que no
pueden servirse de la devaluación monetaria
para recuperar la competitividad perdida.
El informe refiere asimismo que las pequeñas
empresas ocupan un lugar primordial en la
recuperación del empleo.
Raymond Torres: no hay recuperación del empleo
posible hasta que vuelvan a concederse créditos
a las pequeñas empresas viables. En la Unión
Europea (UE), el porcentaje neto de bancos
que declaran un mayor rigor de sus normas de
préstamo se ha mantenido positivo a lo largo de
2011, y cuando a las empresas de la UE se les
preguntó por el problema más acuciante que
afrontaron entre septiembre de 2010 y febrero de
2011, un 20% de las pequeñas empresas refirió
una falta de acceso adecuado a la financiación.
El apoyo asignado podría adoptar la forma
de garantías crediticias, la designación de
mediadores que examinen las solicitudes de
crédito denegadas a las pequeñas empresas,
y la provisión directa de liquidez a los bancos
para financiar las operaciones de este tipo de
entidades. Estos instrumentos existen ya en
países como Brasil y Alemania. En los países en
desarrollo, existe un margen significativo para
potenciar la inversión las áreas rurales y agrarias.
Tal empeño exige una inversión pública específica,
pero también atajar la especulación financiera
respecto a los alimentos, con el fin de reducir la
volatilidad de los precios de estos productos.
Sólo una gran economía avanzada (los Estados
Unidos) ha anunciado un plan global de empleo.
¿Cuál es el papel de los programas públicos de
empleo?
Raymond Torres: los países deben mantener y,
en algunos casos, reforzar los programas a favor
del empleo financiados con cargo a una base
fiscal más amplia. Lógicamente, ningún país
puede desarrollarse en un marco de aumento
de la deuda y el déficit públicos. Sin embargo,
los esfuerzos dedicados a reducir la deuda y el
déficit público se han centrado de una manera
desproporcionada y contraproducente en las
medidas sociales y relativas al mercado laboral.
De hecho, los recortes en estas áreas han de
evaluarse con detenimiento en lo que atañe a
sus efectos directos e indirectos. Por ejemplo,
el recorte de los programas de apoyo a la renta
puede dar lugar al ahorro de costes a corto plazo,
pero también puede generar pobreza y un menor
consumo, con efectos de larga duración en el
potencial de crecimiento y el bienestar individual.
Un enfoque favorable al empleo que se centre
en medidas eficaces en lo que respecta a los
costes resultará fundamental para evitar un
mayor deterioro del mismo. Los programas
de apoyo al empleo formulados de manera
meticulosa potencian la demanda y promueven
un regreso más rápido a las condiciones del
mercado laboral previas a la crisis. La asistencia
temprana en tiempos de crisis rinde frutos, al
atenuar el riesgo de exclusión del mercado de
trabajo, y generar mejoras en la productividad.
Estos programas de apoyo al empleo no resultan
gravosos para el erario público. No obstante,
en caso de necesidad, pueden procurarse
nuevos recursos para financiar un gasto muy
demandado. En este sentido, el Informe
© M. Crozet/OIT
Raymond Torres,
Director del Instituto
Internacional de
Estudios Laborales
de la OIT
14 | Diciembre 2011, Nº 73 | Artículo de portada
señala que existe una margen de actuación
considerable para ampliar las bases imponibles,
como en el caso de la imposición sobre la
propiedad y ciertas transacciones fi nancieras.
¿Respondería tal enfoque también a una agitación
social creciente en todo el mundo?
Raymond Torres: El “descarrilamiento” de
la recuperación aviva el descontento social,
según un estudio llevado a cabo para la
elaboración del Informe. En el 40% de los
119 países sobre los que pudieron realizarse
estimaciones, el riesgo de malestar social se
ha elevado signifi cativamente desde 2010.
El informe pone de relieve que las tendencias
del descontento social están asociadas a la
evolución del empleo y a la percepción de
que la carga de la crisis se soporta de manera
desigual. Los programas de empleo reforzarían
la efi ciencia económica y contribuirían a
compartir la carga del ajuste de un modo más
equitativo, favoreciendo así la atenuación
de las tensiones sociales. La naturaleza
heterogénea de la recuperación hace
necesaria, en cualquier caso, la aplicación de
tal enfoque con arreglo a las circunstancias
específi cas de cada país.
Los indicadores más recientes indican que ha
comenzado una desaceleración del empleo.
¿Cómo puede volver a situarse al empleo en una
posición prioritaria de la agenda mundial?
Raymond Torres: la responsabilidad de poner los
mercados al servicio del empleo corresponde
fundamentalmente a los gobiernos nacionales.
Estos disponen de una amplia gama de
medidas inspiradas en el Pacto Mundial para
el Empleo de la OIT, que van de los programas
de protección social favorables al empleo, a las
normativas adecuadamente diseñadas en materia
de salario mínimo y empleo, y el diálogo social
productivo, y tales medidas pueden llevarse a
la práctica con rapidez, en combinación con
regímenes macroeconómicos y fi nancieros que
también favorezcan la generación de puestos
de trabajo. Resulta especialmente importante
actuar con celeridad en este frente en la zona
euro, donde son más acusados los signos de
debilitamiento económico.
En cualquier caso, la coordinación internacional
de políticas también desempeña un papel
primordial. Esta tarea se ha visto difi cultada por
las diferentes posiciones cíclicas de los distintos
países. No obstante, en las conclusiones del
Informe se señala que una recesión del empleo
en una región, tarde o temprano repercute
en las perspectivas económicas y sociales
de las demás. Y viceversa, la interconexión
de las economías propicia que, si los países
actúan de una manera coordinada, los efectos
favorables sobre el empleo se amplifi carán.
En este sentido, el G20 debe desempeñar un
papel especial de liderazgo en el mantenimiento
del empleo, así como otros asuntos fi scales
y fi nancieros, en los primeros lugares de la
agenda de formulación de políticas. También en
este caso, los plazos son fundamentales.
© K. Cassidy/OIT
LA RESPONSABILIDAD
DE PONER LOS MERCADOS
AL SERVICIO DEL EMPLEO
CORRESPONDE
FUNDAMENTALMENTE
A LOS GOBIERNOS
NACIONALES
Diciembre 2011, Nº 73 | Artículo de portada | 15

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