La XII cumbre iberoamericana de jefes de estado y de gobierno. República Dominicana, noviembre de 2002.

AuthorM.a Belén Olmos Giupponi
Pages1037-1042

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Doce años han transcurrido desde que tuvo lugar la primera Cumbre Iberoamericana que reunió, por primera vez en la historia, a los Jefes de Estados y de Gobierno de veintiún Estados iberoamericanos en la ciudad mejicana de Guadalajara. Desde ese momento hasta el presente las Cumbres se han ido configurado, ciertamente, como mecanismo de concertación y cooperación multilateral de carácter intergubernamental, expresión, en definitiva, de la subyacente comunidad iberoamericana de naciones.

En efecto, a través de su desarrollo, estas reuniones entre los Jefes de Estado y de Gobierno iberoamericanos se han convertido, en palabras de Celestino del Arenal, no sólo en un foro de diálogo y reflexión, sino también en un espacio de concertación política y de cooperación Page 1038 multilateral (Iberoamérica ante los procesos de integración, Cáceres, 1999). Las Cumbres han permitido, con seguridad, el intercambio de opiniones entre los principales dirigentes de los países latinoamericanos, y de España y Portugal, en un contexto de diálogo y debate de los temas que afectan a unos y otros. Como destacaba, hace tiempo, Díaz Barrado, ´el proyecto que nació en Guadalajara es un instrumento de concertación y cooperación destinado a satisfacer intereses comunes de los Estados iberoamericanosª (Perfiles de la Comunidad Iberoamericana de Naciones, 1993).

En particular, cabría señalar que las Cumbres, como espacio de concertación política, han permitido que los países de Iberoamérica, unifiquen su posición ante asuntos de su incumbencia, tanto los referidos al ámbito del espacio común compartido, como por lo que se refiere a acontecimientos de alcance y proyección internacionales. Esta importante consecuencia, trasciende las Cumbres y se manifiesta de manera evidente en el seno de organismos internacionales, como es el caso significativo de Naciones Unidas.

Pero, asimismo, y quizás en su faz más operativa, en tanto que espacio de cooperación multilateral, en el seno de las Cumbres se han acordado diversos programas de cooperación tendientes a asegurar el desarrollo de los países iberoamericanos, lo cual evidencia, además, un claro reforzamiento del sentido de lo iberoamericano y de la solidaridad entre los Estados iberoamericanos y, cómo no, una afirmación profunda de la identidad iberoamericana.

Los instrumentos emanados de las diferentes reuniones, de clara definición jurídicointernacional, aunque en su naturaleza y contenido con un carácter meramente declarativo, han constituido y constituyen, una importante guía de acción y orientación para los Estados. Ahora bien, no cabe olvidar que cada uno de los Estados que participan en las Cumbres iberoamericanas se encuentran inmersos en otros esquemas institucionalizados de cooperación e integración, hecho que no ha impedido, sin embargo, que las disposiciones contenidas en las declaraciones finales que emanan de cada una de las Cumbres marquen pautas para el tratamiento de las distintas cuestiones y que se abogue, en esencia, por el establecimiento de posiciones comunes en las materias que son objeto de tratamiento en cada una de las Cumbres.

La última de las Cumbres, la XII, se llevó a cabo el 15 y 16 de noviembre de 2002 en República Dominicana. En función del contenido temático de la Cumbre, el objeto principal de la misma fue, como se indica, el tratamiento de lo concerniente al Turismo, Medio Ambiente y el impacto de ambos sectores en la Producción (artesanal, agropecuaria, industrial y de bienes y servicios en general); así como los niveles de competitividad alcanzados por los Estados miembros.

La Declaración emanada de la XII Cumbre Iberoamericana de Presidentes, denominada ´Declaración de Bávaroª, contiene importantes elementos que indican, por una parte, una clara continuidad en la trayectoria de lo acordado y dispuesto en las anteriores reuniones, mientras que, por otra parte, introduce novedades, fundamentalmente en lo que se refiere al funcionamiento de las mismas o, en su caso, a la estructura orgánica de la que debe gozar.

Se resalta, antes de todo, la homogeneidad cultural y la comunidad de valores y propósitos de los Estados participantes, en especial el fortalecimiento del Estado de Derecho y de la...

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